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¿Dónde están los sindicatos? #LetrasAlMargen #GustavoLuisCarrera

La gran reivindicación histórica de los sindicatos se ha visto interferida y trucada por regímenes autocráticos

Gustavo Luis Carrera                                           

Sin duda, el sindicalismo ha sido una fase decisiva en la historia de la lucha por los derechos de los trabajadores, en todos sus niveles y especializaciones. La idea del sindicato es tan simple como la de las cofradías y las hermandades que a nivel popular se crearon, y se conservan, por arraigadas tradiciones. El objetivo es claro y transparente: ayudar a ayudarse: formar grupo para reclamar derechos individuales; convencidos de que en la unión está la fuerza. Los gremios de trabajadores actúan frente a los intereses patronales.

LOS SINDICATOS LEGÍTIMOS. Por fuerza, el sindicato ha de ser libre en sus acciones e independiente del patrono, ya sea éste particular u oficial. Sin esta premisa, no hay verdadera organización sindical. La historia de los sindicatos ya pasa de siglo y medio. En 1864 es creada en Inglaterra la primera asociación de obreros que cabe considerar como un sindicato. No en vano era ese país el más desarrollado, a partir de la Revolución Industrial, en cuanto al número de trabajadores. Ya en siglo XX surgen las tres grandes ramas sindicales: la Federación Sindical Mundial (FSM), impulsada por los comunistas; la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), sustentada por los socialdemócratas; y la Confederación Mundial del Trabajo (CMT), respaldada por los socialcristianos. Era la máxima estructura organizativa de los sindicatos; todos según su ideología particular, pero centrados en la defensa de los derechos y reivindicaciones de los trabajadores frente a los interese económicos y políticos de los patronos, ya fueran de carácter privado o de índole gubernamental. En cualquier caso, el fundamento real de un sindicato viene a ser su libertad de acción frente al poder económico y político y su auténtica representatividad democrática de sus afiliados. Sin estas premisas, no hay sindicato valedero. Condición sine que non que actúa en nuestro país.

LOS FALSOS SINDICATOS. Gobiernos dictatoriales, despóticos y personalistas, han perpetrado una deformación básica: la creación de falsos movimientos sindicales, no sólo afectos al régimen, sino silenciados con prebendas y beneficios para sus dirigentes, o amenazas policiales, o sencillamente urdidos falazmente con falsos responsables escogidos por el sistema imperante. Es particularmente notorio este procedimiento en gobiernos del supuesto socialismo extremista, o comunismo; justamente, para mayor y cruel ironía, regímenes que se declaran internacionalmente como «el gobierno de la clase obrera». La imposición de una organización central única, servil ante el gobierno monopartidista, es la condición primaria, Así, hay una sola Federación Nacional de Sindicatos en China; una sola Central de Trabajadores en Cuba; una sola Federación General de Sindicatos en Corea del Norte; una Confederación General del Trabajo en Vietnam. Agrupaciones todas programadas y dominadas por el partido comunista. ¿No es evidente la falsedad de una mascarada destinada a engañar incautos y a dominar autoritariamente al sector de los trabajadores, negando el principio democrático de la libertad sindical?

NUESTRA SITUACIÓN ACTUAL. Un rápido vistazo por la historia sindical en Venezuela, permite puntualizar que en 1896 se realizó en Caracas el Primer Congreso de Obreros. Que en 1936-1937 surge la Confederación Venezolana del Trabajo, a raíz de la huelga petrolera; constituyendo el comienzo concreto de la lucha por los derechos de los trabajadores. Que en 1945, durante nuestra primera democracia real, se multiplicaron los sindicatos libres; hasta llegar a más de mil en 1948. Tras el tenebroso paréntesis dictatorial, en 1958 se consolida la CTV (Confederación de Trabajadores de Venezuela), con predominio del partido Acción Democrática; en 1963 se funda la CUTV (Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela), impulsada por el partido comunista; en 1964 es creada CODESA (Confederación de Sindicatos Autónomos de Venezuela), estimulada por los socialcristianos. Ocurren paros, huelgas, contratos colectivos, y todo tipo de acciones sindicales; como debe ser. La CTV es acusada, por los comunistas, de estar demasiado aliada al gobierno; mientras la CUTV es señalada como una excrecencia de la URSS. Hubo todo un debate; dándole sentido a la vida sindical. Pero, ¿qué ha pasado después? A partir de 1998 en Venezuela se ha intentado eliminar, progresivamente, un pasado sindical que molesta al gobierno de turno. Se terminan los sindicatos libres. Se impone una Central Única de Trabajadores, dominada por un gobierno monopartidista. Se persigue a sindicalistas independientes. Y el resultado es la desaparición de los sindicatos. ¿Quién ha visto u oído que se haga patente una acción sindical de paro, de protesta o siquiera de reclamo decidido, en este país, a pesar de la desesperada situación naciones de míseros salarios, de escasez de alimentos y de medicinas, de aumento del desempleo, de una hiperinflación aniquiladora? ¿Dónde están los sindicatos?

VÁLVULA: «La gran reivindicación histórica que significa la creación de los sindicatos de trabajadores, a partir del siglo XIX, se ha visto interferida y trucada por regímenes autocráticos, principalmente de supuesto socialismo extremista, que montan un mamotreto sindical a través de una central única organizad por el partido que está en el poder. En la Venezuela actual, sometida a ese mismo esquema, la pregunta procedente es: «¿dónde están los sindicatos, que brillan por su ausencia ante la gravísima situación del país, con particular efecto nocivo sobre los trabajadores y sus medios de vida?'».

glcarrera@yahoo.com

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.

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