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Entre talibanes y frentistas #Análisis #JuanJoséMonsantAristimuño

El régimen viola con desprecio absoluto el pudor humano, como vulgares chavistas-maduristas o prehistóricos talibanes afganos, los derechos humanos más elementales

Juan José Monsant Aristimuño

Se sucede tal cúmulo de acontecimientos en todas las naciones y regiones del orbe, que lo de Afganistán, a pesar de la crudeza del espectáculo, no es diferente en esencia, a lo que sucede en Nicaragua, por ejemplo, o en Venezuela, Siria, Yemen, Haití, Cuba, México o Ucrania. Cada uno en su dimensión demográfica y expresión social.

Lo que expresa Nicaragua, el país más emblemático de Centroamérica, por su ¿realismo mágico? desde que un desgastado y cuestionado Colón puso píe en ella un dos de septiembre de 1502, huyendo de una de esas tempestades del Caribe que aparecen con furia, y de repente se calman como si nada se hubiere violentado, brilla el sol y el cielo se torna azul sin la interrupción tan siquiera, de una pequeña y fugaz nube blanquecina. Fue, por cierto su último viaje al Nuevo Mundo.

Desde entonces Nicaragua ha sido muy particular, descubierta por el Atlántico, se hizo en la costa del Pacífico, sus majestuosas ciudades León y Granada nacieron teniendo de vecino ese misterioso océano que huele más a Paul Gauguin que a Henry Morgan. Quizá por ello, aparte de ser tierra de volcanes y lagos, lo es también de músicos, poetas y soñadores; hombres y mujeres de letras y de acciones.

Es posible que por esas contradicciones acuáticas aparece en su historia un William Walker, aquel aventurero, agente comercial y estatal que guerreó en sus tierras, y se hizo presidente. Después apareció un Somoza y luego un Daniel Ortega junto a su singular esposa Rosario Murillo, (llamada la Chayo) como los grandes depredadores de su propio pueblo.

Esta familia Ortega-Murillo está desatada, presos e incomunicados todos los precandidatos presidenciales, la joven aspirante a vicepresidenta, políticos, fotógrafos, antiguos guerreros sandinistas, periodistas, académicos, estudiantes. El régimen viola con desprecio absoluto el pudor humano, como vulgares chavistas-maduristas o prehistóricos talibanes afganos, los derechos humanos más elementales, y nada sucede en el contexto internacional.

De allí que, con los últimos acontecimientos afganos me sigue llamando la atención la ligereza irresponsable por ignorancia o conveniencia de algunas aseveraciones falaces, que en nada ayudan al enfoque de tan peligrosa situación para el orbe, y que de alguna manera repercuten en nuestra región.

Por ejemplo, llega a mis manos la carta que Francisco Franco le dirigió a su homólogo estadounidense Lyndon B. Johnson el 18 de agosto de 1965, luego que éste le solicitare ayuda para la guerra de Viet Nam. En ella Franco “aconseja” : «…aunque reconociendo la insoslayable cuestión de prestigio que el empeño pueda presentar para vuestro país, no se puede prescindir de pensar las consecuencias inmediatas del conflicto. Cuanto más se prolongue la guerra, más se empuja a Vietnam a ser fácil presa del imperialismo chino, incluso suponiendo que se pueda quebrantar la fortaleza del Vietcong. Subsistirá mucho tiempo la acción larvada de las guerrillas, que impondrá la ocupación prolongada del país en que siempre seréis extranjeros. Los resultados, como veis, no parecen estar en relación con los sacrificios…”.

Años más tarde, en otro escenario, “documentos desclasificados” dieron a conocer como desde finales de los setenta Estados Unidos se había comprometido en Afganistán: «sería indefendible proveer a los combatientes de la libertad con la ayuda suficiente solo para luchar y morir, y no para impulsar la causa de la libertad», rezaba una Resolución del Congreso.Y el propio presidente Reagan llamó “combatientes por la libertad” a la delegación talibana que recibió en su Despacho, y llego a autorizar la entrega de lanzamisiles portátiles “stinger; claro, allí el tema era la contención soviética en la región, y se estaba en plena “guerra fría”.

La salida definitiva de las tropas internacionales lo pactó Donald Trump con los talibanes en el 2020, pero es innegable que Biden no tomó con prudencia y sabiduría el retiro organizado del personal americano y no americano de Afganistán, a pesar de haber hecho del respeto a los derechos humanos la bandera insignia de su política exterior.

jjmonsant@gmail.com

EL AUTOR es abogado egresado de la Universidad Central de Venezuela, especializado en asuntos y relaciones internacionales. Exembajador de Venezuela en El Salvador.

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