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Venezuela después de la claudicación de la falsa oposición #Opinión #HumbertoGonzálezBriceño

Hay quienes se sienten decepcionados y defraudados por la decisión de la falsa oposición de participar en la estafa electoral del 21N.

Humberto González Briceño

¿Acaso esperaban algo distinto de una asociación de franquicias partidistas que necesita del estado chavista para subsistir? Ante la inminente desaparición del hamponato interno de Juan Guaidó, decidir lo opuesto, esto es no ir a elecciones, los habría privado de las prebendas y los negocios que se consiguen parasitando al estado chavista.

Este nuevo acto de claudicación y traición no puede ser visto como una mala noticia para lamentar. Por el contrario celebremos todos que una vez más la falsa oposición ha decidido unir su destino al del régimen chavista. De aquí en adelante será mucho más fácil explicar y argumentar la naturaleza oportunista y colaboracionista de la falsa oposición. En el 2000, incluso después de las elecciones del 2006 y el 2012, era difícil explicar lo que estaba a la vista. Para muchos simplemente no era concebible que una oposición que supuestamente trataba de disputarle el poder al chavismo al mismo tiempo se prestara para sostenerlo..

Hoy, luego de este nuevo acto de entreguismo de la falsa oposición, Venezuela está dividida en dos bloques irreconciliables y claramente definidos. Por una parte el régimen chavista y su falsa oposición reconocida oficialmente que va a la estafa electoral del 21N. Aquí hay que incluir necesariamente a los partidos de la falsa oposición que aunque dicen no querer participar el 21N no dudan en jurar lealtad a la constitución chavista de 1999 y defender ese régimen político que hasta ahora les ha permitido operar.

Por el otro lado estamos la inmensa mayoría de los venezolanos que no nos vemos representados por los partidos colaboracionistas y habitadores porque entendemos que la liberación de Venezuela pasa por la destrucción del estado chavista y su falsa oposición, no conviviendo y compartiendo con el tirano.

Sin embargo, desde el realismo político hay que admitir que aun siendo mayoritario el bloque de la resistencia y la verdadera oposición está desorganizado y desanimado. La grave crisis humanitaria que pone a millones al límite de la supervivencia, la masiva emigración dejando un país con mayoría de ancianos, la propagación masiva del coronavirus diezmando a la población y, por supuesto, la ausencia de una verdadera vanguardia cívico-militar que coordine la lucha son, sin duda, factores que limitan las capacidades materiales y liberadoras de los ciudadanos.

El realineamiento de la falsa oposición que regresa mansamente a la talanquera del régimen chavista está en los cálculos de un chavismo que busca con afán entrar en la fase siguiente de su plan para entronizarse en el poder por la vía de lo que ellos llaman la nueva normalidad. Esta nueva etapa contará con una oposición bien domesticada para neutralizar y esterilizar cualquier intento insurreccional, además estará definida por una política de aparente apertura económica que consolidara el poder de los boliburgueses y bolichicos. La implantación del estado comunal y la desarticulación de las fuerzas armadas para sustituirlas por las milicias son parte de los cambios que vienen.

Sin un contrapeso significativo externo al estado chavista es previsible el surgimiento de graves contradicciones internas específicamente en el sector militar. Sin una oposición verdadera y efectiva que enfrente los planes del régimen se puede anticipar la agudización de graves conflictos sociales y el estallido espontáneo de protestas anárquicas y desorganizadas. La corrupción y descomposición en las fuerzas militares y policiales llevará a una política pragmática, ya ensayada por el chavismo, de entenderse con el crimen organizado y las megabandas ayudando a la desarticulación y desmembramiento del territorio nacional.

El nuevo cuadro político, definido por la convivencia formal entre el chavismo y la falsa oposición, está inserto en una explosiva crisis social y económica frente a la cual la cohabitación no tiene respuestas. En este contexto hay que preguntarse nuevamente si no estamos frente a una verdadera crisis de estado, no de gobierno, que amenaza la integridad de la nación venezolana. En otras palabras, el impacto del derrumbe de las instituciones en Venezuela y su sustitución por el estado chavista sería tan grande que no podría ser resuelto con un simple cambio de gobierno y unas elecciones.

Tal es el horizonte de quienes decidan organizar una vanguardia cívico-militar que ocupe el espacio de la verdadera oposición y asuma la lucha por la liberación de Venezuela, después de la claudicación de la falsa oposición. 

@humbertotweets

EL AUTOR es abogado y analista político,
con especialización en Negociación y Conflicto en California State University.

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