El Gobierno nacional fue ahogando, asfixiando, progresivamente, a la Universidad venezolana, al negar el presupuesto requerido para su normal funcionamiento
Absalón Méndez Cegarra
La Universidad Central de Venezuela (UCV), ha hecho honor a la denominación que recibe uno de sus espacios más concurridos y transitados: “Tierra de Nadie”.
La UCV, ya no es la otrora “casa que vence las sombras”, como reza una de las estrofas del glorioso himno universitario. La situación ahora es a la inversa, “las sombras han vencido la casa”, pues la situación que vive desde hace algunos años es de franco y abierto deterioro en todos los sentidos.
El gobierno nacional fue ahogando, asfixiando, progresivamente, a la Universidad venezolana, al negar el presupuesto requerido para su normal funcionamiento; pero, la gerencia universitaria, tampoco supo atender las necesidades de la Universidad y de los universitarios, con los pocos o muchos recursos disponibles. Y, decimos pocos o muchos recursos, porque para nadie es secreto, que, al menos, en la UCV, se manejan dos presupuestos. Uno, el asignado por el Fisco Nacional. Otro, el que deriva de los llamados ingresos propios, una caja negra de la cual se ignoran ingresos y egresos. A manera de ejemplo, algunas facultades de la UCV funcionan merced a los recursos provenientes de los Estudios de Postgrado, los cuales, están sometidos al pago de aranceles fijados por el Consejo Universitario.
La mayor parte del presupuesto universitario se destina, según las autoridades universitarias, al pago de la nómina de personal, una nómina desconocida, pues, la Universidad, a ciencia cierta, ignora, la cantidad de personas a su disposición y con prestación de servicios efectiva. Es más, ningún trabajador universitario conoce con propiedad el monto de su salario, por lo que resulta imposible saber de cuántos trabajadores estamos hablando y a cuánto asciende la nómina, razón de peso, posiblemente, para que el gobierno restara atribuciones a la Universidad como entidad patronal o empleadora.
La UCV fue tomada por asalto por contratistas y cuadrillas de trabajadores, pagados directamente por el Gobierno, quienes se repartieron el Campus, para tratar de recuperar lo que intencionalmente destruyeron»
Una forma muy sutil y sofisticada utilizada por el gobierno nacional para ejercer control absoluto de la Universidad, inclusive, con el beneplácito de autoridades y sectores de la comunidad universitaria, fue la de conceder rango constitucional a la autonomía universitaria (artículo 109 de la CRBV) y, acto seguido, negarla mediante la legislación ordinaria (LOE) y, en simultáneo, suspender judicialmente las elecciones universitarias para renovar las autoridades universitarias, con lo cual el gobierno allanó a la Universidad y liquidó el único botón de autonomía que se tenía, es decir, la de darse su propia forma de gobierno.
Lo anterior produjo para el gobierno nacional las condiciones objetivas perfectas para dar el zarpazo final. En su auxilio, se hizo presente el Covid-19.
En una UCV silente, pasiva, rendida, resignada, sin fuerza estudiantil ni gremial, con autoridades ilegales e ilegítimas, sumisas a los dictados gubernamentales, como forma de mantenerse en el supuesto poder universitario, el Campus Universitario se convirtió en “tierra de nadie” y la UCV fue tomada por asalto por contratistas y cuadrillas de trabajadores, pagados directamente por el gobierno nacional, quienes se repartieron el Campus, para tratar de recuperar lo que intencionalmente destruyeron, y, a su vez, irrespetar a quienes solícitamente accedieron a permitir la entrada a la UCV para remodelar instalaciones olvidadas y en franco deterioro, y, a su vez, colocarlas a su servicio, motivo por el cual autoridades rectorales, decanos y directores, de la noche a la mañana, han pasado a ser conserjes, vigilantes y cuidadores, para velar que quede algo de ese Patrimonio Cultural de la Humanidad, la UCV, “síntesis de las artes”, obra maestra del ilustre arquitecto Carlos Raúl Villanueva.
La violencia oficial de ayer, causante de la muerte de estudiantes y luchadores sociales, violencia que ha continuado en la actualidad, sin variación alguna»
Ante tal estado de cosas, no es de extrañar que una hija de la “tierra de nadie” busque en el Aula Magna, con violencia, de por medio, y, ayuda de universitarios, a quien con carácter de líder estudiantil, recorrió muchas veces los predios universitarios, pontificando la defensa de la autonomía universitaria, porque la autonomía servía a sus ideales de revolucionario y de escudo protector de la violencia oficial de ayer, causante de la muerte de estudiantes y luchadores sociales, violencia que ha continuado en la actualidad, sin variación alguna, la que anima al Gobierno nacional para callar la voz de la protesta. Curiosidades de la lucha política. Los perseguidos de ayer, hoy, son perseguidores.
La UCV, sin ningún tipo de resistencia, ha sido tomada por asalto por la fuerza pública, encubierta de contratistas y trabajadores, con anuencia universitaria, lo que ha dado valor al guapetón de barrio que ostenta la cartera ministerial de Educación Universitaria, para decir, que: “los trabajadores no saldrán de la Universidad”. Por supuesto que no saldrán, como lo confirman los tímidos pronunciamientos de autoridades universitarias, decanos y gremios, pues, para ello se requiere que vuelvan las fuerzas que dieron al traste con las cercas y paredes que aislaron a la UCV en los años 70, tiempos, que, al parecer, no volverán.
@absalonmendez1
EL AUTOR es abogado y licenciado en trabajo social. Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV. MSc en Administración Privada, doctor en Ciencias Sociales. Ha participado en la redacción de la Ley Orgánica del Sistema de los Seguros Sociales, Ley de Vivienda y Hábitat, Ley del Régimen Prestacional de Salud, Ley del Régimen Prestacional de Empleo, entre otras.