Cuando la noción de deber nacional esté consustanciada con el ser venezolano, estaremos en el alto grado de la responsabilidad asumida.
Gustavo Luis Carrera
El concepto de país es la conjunción de la diversidad de percepciones de una colectividad. Inclusive puede ser que haya concepciones opuestas, o al menos muy disímiles. Pero, lo que parece un hecho innegable es la pertenencia de todos a una territorialidad que denominamos mi país. Es una vinculación no sólo geográfica, histórica y cultural, sino además, y es algo muy importante, afectiva. Y esa relación emocional establece un claro esquema de derechos y deberes. Parece materia muy evidente. Pero, con frecuencia se olvida.
GOBERNAR PARA UN PAÍS. El compromiso que adquiere todo gobierno involucra a la sociedad en su conjunto, plenamente. Esto, que es lo natural y lógico, debe ser una orientación sine que non en el ejercicio del poder oficial. No parece necesario recordarlo. La práctica lo reitera, en beneficio de un colectivo que reclama sus derechos elementales, relativos a la alimentación y la salud; y sus derechos ciudadanos: democracia y libertad. La concordancia entre las aspiraciones populares y los designios gubernamentales son la garantía de un equilibrio beneficioso para todos los estamentos sociales y los diversos niveles económicos y de orden ideológico. Actuar en consecuencia de esta conjunción de objetivos es colocarse en el plano de la conciencia de un país.
ACTUAR PARA UN PAÍS. Pero, el compromiso con el país incluye a toda la sociedad. Cada ciudadano ha de preguntarse no sólo qué puede hacer el país por él, sino igualmente qué puede hacer él por su país. Sobre todo en el momento de votar el deber a considerar es el referido al país, no a un partido, ni a un grupo circunstancial. Así, el voto pasa a ser la ratificación de un nexo de respeto y de fidelidad con esa dimensión a la vez histórica y emotiva que llamamos patria. «Amamos a la patria no porque sea grande, sino porque es nuestra», decía Séneca; reafirmando que por encima de otra consideración, el nexo es afectivo, vinculante por el estatus sentimental. Siempre ha sido sublime, y siempre lo será, el fidelísimo amor a la patria. Y actuar en consecuencia es privilegiar que se tiene la conciencia de un país.
EL ORDEN SOCIAL. En la conformación de un país, más allá de su dibujo en un mapa, más allá de una historia que puede ser referida, más allá de una economía que puede desarrollarse, se impone un rasgo definitorio caracterizado: la conducta cívica de sus pobladores. Es cuestión de uso y de tradición. Cuando Tocqueville fue a Estados Unidos en el siglo XIX hizo énfasis, como rasgo distintivo, en que era un país donde la noción de democracia ya era un uso común. Y esta es quizás la clave: lograr que la conducta ciudadana se convierta en una tradición. Cuando la noción de deber nacional esté consustanciada con el ser venezolano, estaremos en el alto grado de la responsabilidad asumida. ¿Es un problema cultural? En buena medida, sí. La educación, tal como lo señalaban Simón Rodríguez y Simón Bolívar, es condicionante básico de una sociedad, de una república, Es decir, la noción de ciudadanía es el resultado de una siembra educativa, de una formación cultural. El conocimiento de los deberes y la defensa de los derechos es el fundamento de la agrupación colectiva que solemos llamar sociedad. Inclusive es ilustrativo el proceso histórico de la institucionalización de la ley: los seres humanos se unen en una colectividad para defenderse de los enemigos externos; y luego hacen las leyes para defenderse de los enemigos internos. El estado de equilibrio social, consustancial con la noción de país, deriva de una conducta socializada. «No hay que tratar de conseguir con las leyes lo que puede alcanzarse con las costumbres», decía Montesquieu; proclamando que el uso inveterado tiene mayos arraigo que la imposición obligada de la ley. Y este es, sin duda, un camino directo al logro esencial que deseamos destacar: la conducta habitual de respeto y solidaridad es la forma privilegiada de tener conciencia de un país.
VÁLVULA: «El concepto de país resulta de la conjunción de deberes y de derechos, como persona y como parte de una nacionalidad. Y esta noción colectiva, socializada, debe ser la guía de todo gobierno; así como ha de significar la orientación fundamental de cada ciudadano en su hacer cotidiano, en el acto de la votación y en el desiderátum de hacer su aporte en la consolidación de la conciencia de un país».
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