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El futuro: la Pantocracia (II) #LetrasAlMargen #GustavoLuisCarrera

El futuro plantea la simbiosis de las esencias positivas de ambos sistemas, en una integración orientada a la exaltación y la defensa real de los valores  fundamentales.

Gustavo Luis Carrera

Gustavo Luis Carrera

La prospectiva es una ciencia infusa. Por misteriosa, incógnita. Así, la futurología resulta siempre una aventura, una proposición abierta en la dimensión imprevisible del tiempo. Pero, a la vez es una tentación ineludible. De allí, nuestra proposición futurista de la Pantocracia.         

            EL FRACASO AMBIVALENTE. La relación del trabajo con una retribución es de remota antigüedad. Con el feudalismo se impuso el vínculo entre el amo o señor y el siervo. Ya en el siglo XVIII surge, propiamente, el capitalismo en sentido moderno: se establece el pago de un salario al proletario. Irrumpe la industrialización y se implanta un capitalismo férreo, que deriva hacia la ostensible explotación del asalariado. Esta situación varía, con matices atenuados y proporciones reducidas; pero, permanecen dos debilidades profundas y trascendentales: la pobreza proyectada hacia su condición extrema y la carencia de un sistema de justicia honesto e igualitario para toda la población. De hecho, se ignora la existencia de una clase media. Igual fracaso se advierte en el sistema socialista extremo, e inclusive en los regímenes que se autoproclaman como «socialistas»: no han podido, ni podrán, acabar con la pobreza; ni tampoco imponer una justicia honesta y equitativa. Los socialismos extremos lo que hacen es «socializar» la pobreza, extendiéndola al mayor porcentaje posible de la población; y la justicia se ajusta a la voluntad de un partido único o a los caprichos de un autócrata. Igualmente se incurre en ignorar los derechos de una clase media; que, por cierto, es el estamento social que activa y motoriza la colectividad, con su capacidad reflexiva y emprendedora de los cambios políticos y sociales. Es la fuerza dinámica, creadora, culta, de avanzada progresista; generando doctrinas y legislaciones. Es, además, el índice de crecimiento social y económico de los países desarrollados. Los fracasos señalados y la ignorancia del valor de la clase media han hundido, definitivamente, la validez trascendente del puro Estado capitalista y del puro Estado socialista.         

            LA LÓGICA SIMBIOSISIS. Se impone una integración holística sustancial: la Pantocracia. Es la fusión paradigmática de valores intrínsecos de cada sistema. Podría decirse que es una unificación ecuménica, universal. En otras palabras, es una suma  sociocapitalista, una integración de un capitalismo controlado por el Estado (un anti capitalismo «salvaje», explotador, desforestador y contaminante) y un socialismo humanista (democrático, liberal, defensor de la propiedad privada). El capitalismo se funda en una vastísima historia asentada en el tiempo. El socialismo llamado «utópico», sobre todo desde comienzos del siglo XIX, durante la revolución industrial, significó un cambio radical en el pensamiento social contemporáneo; incorporando, definitivamente, en todo programa de gobierno lo que Simón Rodríguez, en 1828, llamaba «la causa social».  Esta nueva sensibilidad socializada conduce a la Pantocracia. Un sistema basado en la reducción de las distancias materiales y ciudadanas entre los estamentos sociales. (No es el falaz modelo chino actual -que irá al fracaso-, donde determinados multimillonarios son cada día más ricos -y pagan dividendos al gobierno-, y los pobres cada día más pobres, bajo el poder de un régimen dictatorial despótico y persecutor). En la Pantocracia,  asegurada la manutención y el digno nivel económico de la población, el Estado se encargaría de la protección de los servicios de salud, de educación, de cultura, de suministros de agua y de electricidad, de transporte público, de jubilación y de derechos vacacionales. Las diferencias sociales serían las correspondientes a la profesión ejercida y al nivel de estudios escogidos. No se trata de la ficción imposible de una absoluta igualdad (que sería impositiva y falsa), en todos los aspectos culturales e intelectuales, donde siempre actuaría un factor vocacional; sino de una justa igualdad social (ante las leyes y las pautas sociales) y una justa igualdad económica (a igual trabajo, igual salario, más allá de la edad, el sexo y las características étnicas). Dignidad económica y equidad en la aplicación de la justicia serán las pautas esenciales que definen un sistema honestamente humanitario.    

            EL FUTURO EQUITATIVO. Al final, sobresale un hecho cierto: el capitalismo genera riqueza y desarrollo económico sustentable; y el socialismo origina contención del capitalismo «salvaje» y la defensa de los derechos de los marginados y de los más débiles económicamente. La fusión equitativa y humanista de ambos sistemas es la esencia definidora de la Pantocracia, basada en la real incorporación activa y consultiva de todos los estamentos sociales. Pantocracia (del griego: pantós (todo) y kratia (gobierno), equivale a gobierno universal; es decir, gobierno de todos, con representaciones activas de los diversos estratos y actores: sindicatos, gremios, universidades, partidos políticos,  asociaciones, agrupaciones estudiantiles, academias, corporaciones civiles, estamentos militares, juntas vecinales, redes de apoyo social; con obligatoria consulta pública (veredictos, plebiscitos, primarias, sufragios regionales y nacionales) para todo lo referente a altos asuntos de Estado, que comprometan la vida y el equilibrio social, económico y cultural de la nación.    

            ¿Una quimera? Quizás. ¿Pero, no fueron quimeras, antes de ser realidades, la República y la Democracia?  

            VÁLVULA: «En consideración de la experiencia y la realidad actuantes en nuestro  tiempo, se evidencia el fracaso de los sistemas capitalista extremo y socialista extremo frente a dos esencias de humana trascendencia: la máxima reducción de la pobreza y la honesta y equitativa aplicación de la justicia. El futuro plantea la simbiosis de las esencias positivas de ambos sistemas, en una integración orientada a la exaltación y la defensa real de los valores  fundamentales, que nos definen como seres humanos: la Pantocracia, el auténtico gobierno de todos. Puede verse de inmediato como una utopía; pero el tiempo y las exigencias de la supervivencia social y política demostrarán su sentido de validez histórica».    

 glcarrerad@gmail.com

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.

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