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Vicente Fernández (1940-2021)

Con la muerte de Vicente Fernández, México y el mundo pierde al último de los grandes de la música ranchera: vocalista cabal que no se apoyó en los alcances de la televisión para triunfar entre la gente en una cruzada de palenque en palenque, de una comarca a otra, en las cantinas, en las vitrolas, en los encomios de la muchedumbre de los estadios desbordados, en el silbo adolorido del amante desahuciado, en el sorbo del trago de tequila, en el rezo del desconsuelo que suscribe el desamor.

Heredero de la gallardía vocal de Jorge Negrete y de los derroches sentimentales de José Alfredo Jiménez: Vicente Fernández es descendiente de esa selecta estirpe integrada por Pedro Infante, Javier Solís, Tito Guízar, Miguel Aceves Mejía, José Ángel Espinoza, Ferrusquilla, y Antonio Aguilar. El intérprete de “Mujeres divinas” se sitúa en los linderos de los legendarios charros cantores de la tradición musical de México y los crooners (Alejandro Fernández, Pepe Aguilar, Pedro Fernández…) del bolero ranchero-pop que se impusieron en los escenarios de los años 80 del siglo XX con la complicidad del acompañamiento del mariachi.

Las rancheras, protagonistas de las emisoras radiales, cantinas y palenques. Textos melancólicos, bálsamo para paliar las tajaduras engendradas por la malquerencia, cantadas a todo pecho en bares, entre trago y trago de tequila, con la figura del varón ranchero (macho curtido) desmoronado por un rechazo sentimental. Entre esos impetuosos cánticos charros sobresalen los bordones pronunciados por  Vicente Fernández.