Un partido es una agrupación dinámica, cuyo valor real es su respeto a la voluntad de sus integrantes, es decir el acatamiento de que la soberanía está en el pueblo, en sus partidarios y no en los jefes y en directivos de ocasión
Gustavo Luis Carrera
Cuando escuchamos la palabra «burocracia», pensamos enseguida en enredos en tramitaciones públicas y privadas, y en funcionarios lentos y perezosos que alargan indefinidamente cualquier proceso o solicitud de gestión. Pero, resulta que el concepto y la designación consecuente van mucho más allá del ámbito oficinesco, expandiéndose irremisiblemente hacia las dimensiones sociales y políticas.
SENTIDO INMANENTE. Etimológicamente, burocracia significa el gobierno de los escritorios (si consideramos que la palabra viene del francés «buro», que se pronuncia «buró», con la u francesa; y que significa «escritorio»). Y en el fondo, resulta así. Es el entramado que hacen en ministerios, oficinas públicas y organizaciones privadas, los funcionarios y empleados que están situados en sus respectivos escritorios, y donde suelen cumplir el juego macabro de remitir al pobre solicitante de un escritorio al otro. Y quienes han tenido que acudir a una de estas oficinas, saben que esto es cierto. Ahora bien, este procedimiento, que enreda y alarga toda gestión, produce el doble beneficio de promover la consolidación de un poder indiscutible, efectivo y dominante: si no se pasa la barrera de los escritorios, jamás se alcanzará el objetivo buscado; y de otra parte hace que estos funcionarios sean indispensables y hasta inamovibles. Al menos, logra que nunca dejen de existir genéricamente: si cambian a un burócrata, ha de ser por otro semejante. Y el poder se hace inmodificable, eterno.
PROYECCION SOCIAL Y POLÍTICA. La contaminación expandida de la burocracia y del burocratismo se proyecta en el ámbito social y político. Las organizaciones ciudadanas y gremiales (sindicatos, ONGs, asociaciones) terminan por ser devoradas por el burocratismo; y ello en el doble sentido del enrevesamiento de los procesos, que obligan a ir de funcionario en funcionario -es decir, de escritorio en escritorio-, en interminable peregrinaje; y a la vez es el soporte directo del continuismo de los responsables y directivos de manera permanente y casi vitalicia, quienes se encuentran perfectamente burocratizados. Esta derivación contaminante de la burocracia hacia el ámbito general de una sociedad, de un país, es realmente uno de los factores básicos de la degradación creciente -y casi indetenible- que se observa en organizaciones anquilosadas y acartonadas, por decir lo menos. Pero, no se detiene allí el efecto pernicioso y degradante: la camarilla burocrática se afana en buscar razones -que no existen- para justificar su desajuste funcional; y hasta termina por convencer a parte de la opinión pública (el sector más vulnerable) de la justificación de su permanencia eternizada en los cargos, que son, ontológicamente, burocráticos.
RÉMORA ANTE EL PROGRESO: PARTIDISMO BUROCRÁTICO. Una proyección particularmente significativa y perniciosa de la burocracia es la lograda en los partidos políticos. Se supone que un partido es una agrupación dinámica, cuyo valor real es su respeto a la voluntad conjunta de sus integrantes; es decir: el acatamiento de que la soberanía, como ocurre a nivel nacional, está en el pueblo, en sus partidarios; y no en los jefes gobernantes y en directivos de ocasión. Pero, la realidad de los hechos demuestra un estado de cosas absolutamente distinto. También se organiza en los partidos la estructura de los escritorios, con sus niveles: presidente, vicepresidente, secretario general, secretario regional, responsable de zona, encargado de barrio, etc. Y esto se convierte en una súper estructura, en lo que llaman los rusos una nomeklatura, que detenta el poder de manera permanente, ejerciendo, a su vez, los cargos de manera vitalicia. Estos sempiternos jefes -conscientemente burocratizados- se constituyen en una gran rémora, en un definitivo impedimento del progreso social y político. Representan, en suma, la exaltación máxima del poder inconmensurable de la burocracia. Y son, por igual, el impedimento crucial de la modernización y la funcionalidad verdadera, de real proyección pública y significación histórica de los partidos: estructuras anquilosadas y dirigentes vitalicios. ¿No está a la vista la rémora histórica representada por la burocracia?
VÁLVULA: «La burocracia es una grave enfermedad social, eternizada en las oficinas y en las organizaciones públicas y privadas; ocasionando lentitud y entorpecimiento funcional, y haciendo permanente su existencia. Es un mal de todos conocido (y padecido). Ahora bien, cuando la burocracia carcome las bases y el funcionamiento de los partidos, enrevesando su organización y eternizando a sus dirigentes (burocratizados), el daño histórico infligido en lo social y lo político es inconmensurable».
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