Dos países tradicionalmente neutrales, Suecia y sobre todo Finlandia, declararon su interés en coordinar con la OTAN sus políticas de defensa, un posible primer paso hacia su adhesión a la alianza.
Sadio Garavini di Turno
Putin, al invadir masivamente Ucrania, desde el norte, el este y el sur demostró que su objetivo no era limitado a la “liberación” de las dos regiones pro rusas Donensk y Lugansk, como algunos observadores anticipaban, sino el objetivo era el cambio de régimen en Ucrania y, por tanto, la instalación de un gobierno “títere”, con un “Quisling” en la presidencia.
Así lo demuestra la ridícula afirmación, verdadero insulto a la inteligencia, que Rusia quiere “desnazificar” a un gobierno ucraniano, presidido por un judío. En el cálculo de Putin, la invasión iba a ser un “blitzkrieg” de pocos días, las fuerzas armadas ucranianas se derrumbarían rápidamente, Zelensky y sus ministros huirían al exilio y la resistencia acabaría rápidamente. Pero el mal cálculo de Putin no se limita al escenario local. Putin se imaginaba una reacción internacional básicamente retórica, con sanciones limitadas y mucho menos eficaces y duras. Tampoco creía que la Unión Europea tendría la capacidad para reaccionar con la unidad y la firmeza que está demostrando. La pacífista Alemania de la posguerra, está encabezando el rearme europeo. También no calculó que su mal llamada “operación militar especial” terminaría reunificando y fortaleciendo la “aletargada” OTAN de los últimos tiempos. Para colmo, dos países tradicionalmente neutrales Suecia y sobre todo Finlandia declararon su interés en coordinar con la OTAN sus políticas de defensa, un posible primer paso hacia su adhesión a la alianza. La misma “hiperneutral” Suiza anunció sanciones contra Rusia y el envío de ayuda a Ucrania.
Pero en el cálculo de Putin también hay otro relevante factor de carácter cultural. Su visión de Occidente como una civilización reblandecida, afeminada, decadente, materialista, adicta a los placeres y carente de las virtudes viriles, se parece bastante a otras visiones antioccidentales. Una cierta cultura reaccionaria alemana, caldo de cultivo del nazismo, consideraba que Inglaterra (“tierra de vulgares tenderos”), EEUU y la Francia republicana representaban, como alega Werner Sombart, en su libro “Héroes y mercaderes”, la civilización occidental, las “ideas de 1789” y los valores comerciales. El mercader típico, afirma Sombart, tiene interés sólo por los bienes materiales y la comodidad física. Sombart emplea el término “Konfortismus” para designar la mentalidad burguesa. Otro autor alemán Ernst Junger, que despreciaba el “Konfortismus” y ensalzaba el heroísmo, el sacrificio y la muerte, al igual que otros autores alemanes de inicios del siglo XX, tuvo una profunda influencia en los círculos intelectuales musulmanes. Su libro “Uber die Linie”, fue traducido al árabe por Jalal Al-e-Ahmed, un destacado autor iraní, en los años sesenta. Al-e Ahmed acuña la palabra “occidentóxicación” para designar la deletérea influencia de las ideas occidentales.
Esta visión de Occidente de Putin debe haber influido en el mal cálculo y la sub estimación que hizo de la reacción de las potencias occidentales frente a su irresponsable y cada vez más trágica aventura militarista, cuyas enormes consecuencias económicas, sociales y geopolíticas todavía están por verse.
@sadiocaracas