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El “madurismo”: un régimen delictivo y espurio #Opinión #OscarBattaglini

Los poderes públicos instrumentalizados actúan combinados o de común acuerdo para darle alguna cohesión política al régimen dictatorial madurista.

Oscar Battaglini

El tipo de régimen político como el que actualmente usurpa el poder en nuestro país, no puede gobernar sino de manera dictatorial, es decir, con todos los poderes públicos bajo su control omnímodo y mediante la mentira sistemática, la simulación farsesca, el abuso de poder permanente, el fraude electoral, la exclusión del adversario político por vía judicial y la barbarie represiva como política de Estado.

Se trata, sin duda, de una política dictada por las siguientes determinaciones:

1.-El hecho incontrovertible de que quienes actualmente tienen el control del aparato político-institucional del Estado venezolano (civiles y militares), no representan ni social ni políticamente a ningún sector significativo de la sociedad. Son, en lo fundamental una burocracia conformada por una caterva de aventureros, paracaidistas y advenedizos que han hecho del ejercicio del poder y de los bienes del Estado un patrimonio para el enriquecimiento delictivo individual y grupal.

2-El hecho de gobernar básicamente para favorecer y preservar su permanencia en el poder y no para el beneficio del país y del conjunto de los venezolanos; lo que ha tenido como consecuencia, por un lado, el lamentable y generalizado deterioro que hoy exhibe  el país y el grave estado de pobreza al que ha sido sometida la mayoría de la población y por otro, el enorme repudio que esta expresa por la permanencia de la burocracia chavezmadurista en el poder.

3-La crisis de legitimidad a la que esa burocracia se ve enfrentada por el contenido y el resultado desastroso arrojado a su paso por el poder.

Ocultar esa realidad y reprimir la protesta que ella concita es lo que definitivamente induce la forma dictatorial y totalitaria de gobernar de la burocracia chavista. Este es el sello que inevitablemente esa burocracia ignara e inútil le imprime a todas sus actuaciones. Esto, dicho en términos más concretos, es lo que explica:

1-El carácter brutal y vulgarmente instrumental que actualmente exhiben todos los poderes del Estado, los cuales -despojados como han sido, de su autonomía institucional- han devenido en simples mecanismos de control, en la realización de su pretensión de perpetuarse en la usurpación del poder del Estado.

2-El intento de ocultar la catástrofe que padece el país en todos los órdenes, con el manido subterfugio de que todo se debe a las sanciones, cuando es harto conocido que esa situación ya existía en el momento en que las mismas comienzan a hacerse efectivas.

3-El uso discrecional del poder del Estado para imponer su voluntad al margen de la Constitución de la República, del estado de derecho y del orden institucional existente.

Las muestras de esa conducta autoritaria de la burocracia dictatorial madurista son, por un lado, la decisión arbitraria tomada por el TSJ de desconocer el resultado de la elección de gobernador del estado Barinas y llamar a la reposición de ese proceso electoral, en el que el pueblo de Barinas terminó derrotándolos por segunda vez, pero ahora de manera más contundente, humillante y aleccionadora; y por otro lado, el sabotaje que por segunda vez acaba de hacer la imposición mayoritaria chavista en el CNE al referendo revocatorio del mandato de Maduro.

4-El montaje de un gigantesco y criminal aparato represivo (militar-policial), que no sólo amenaza, espía, tortura y asesina en las calles y en las cárceles del país, sino que se ha convertido en una suerte de guardia pretoriana que actúa en la práctica como el principal soporte de la estabilidad política del orden dictatorial.

Se está entonces frente a un orden y un régimen político espurios, constituidos como se ha dicho, por poderes públicos instrumentalizados que actúan combinados o de común acuerdo para darle alguna cohesión política al régimen dictatorial madurista; pero que al mismo tiempo cumplen efectiva y diligentemente funciones en sus respectivas áreas de competencia, dirigidas a favorecer la realización de la política general del régimen así como su permanencia fraudulenta, ilegítima y usurpadora en el poder político de nuestra sociedad.

Imagina la burocracia chavezmadurista, movida por su mentalidad delictiva, el cinismo que la caracteriza, y por el gran desprecio que ha demostrado por el pueblo venezolano (empezando por sus trabajadores), que podrá mantenerse en el poder mediante ese uso perverso y envilecido de los poderes públicos ad infinitum. Se olvida, espoleada por la desesperación en la que se encuentra que eso es cada vez menos posible debido a que el desarrollo incontenible de la crisis social, económica, política, institucional y particularmente la crisis de legitimidad que la afecta gravemente, se lo impide. En esto se cumple fatal y perfectamente la sentencia de que “un Estado malo es un Estado que no responde a la verdad, y lo malo y lo falso … tienen necesariamente que perecer” (Hegel, La Enciclopedia).

EL AUTOR es historiador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, co-fundador del partido Liga Socialista y exrector del Consejo Nacional Electoral. Autor de los libros “Legitimación de Poder y lucha política en Venezuela” y “El medinismo, modernización, crisis política y golpe de estado”.

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