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La otra derrota de Fukuyama I Opinión I Humberto González Briceño

Fukuyama invita a celebrar por anticipado el resultado de una guerra que bien podría terminar en hecatombe nuclear.

Humberto González Briceño

Mientras la confrontación militar Rusia-Ucrania se mantiene en pleno desarrollo aumenta el interés de estadistas, académicos y analistas sobre posibles desarrollos y desenlaces de este conflicto. Muchos análisis y reportes han circulado que tratan de calibrar el peso militar de cada parte con sus aliados para extraer conclusiones que permitan anticipar un fin del conflicto con una victoria y una derrota.

Lamentablemente esta línea de pensamiento que podríamos denominar dualista o dicotómica le otorga la categoría de “guerra” o lo que en nuestra opinión es tan solo una batalla dentro de una guerra global para disputarse la hegemonía mundial entre los Estados Unidos, Rusia y China. En otras palabras, más allá de las causas de carácter histórico, político o territorial que podrían animar tanto a Rusia como a Ucrania lo que en realidad está en el fondo del conflicto es la pretensión de Rusia de ser una potencia clave en el tablero mundial y la de Estados Unidos de desmantelar a Rusia para tener el control total de ese tablero de ajedrez con un solo jugador.

Sin ningún tipo de prejuicios y más allá de ideologías el filósofo español Gustavo Bueno caracterizó este tipo de confrontación como una verdadera dialéctica de imperios. Desde el materialismo político Bueno plantea que la confrontación entre unos imperios con otros para definir una situación de hegemonía ha sido una constante en la historia y seguirá siendo así mientras existan los estados como sociedades políticas. Más aún, agrega Bueno que la historia de la humanidad no es la historia de la lucha de clases ni la de un hombre en abstracto sino la historia de los imperios.

Quitándole a la idea de imperio en sentido político la connotación negativa marxista lo que nos queda es un estado más fuerte que manteniendo sus fronteras establece relaciones de coordinación de carácter político, cultural y económico con otros estados más débiles. Es lógico que en esa lucha permanente por la hegemonía entre imperios se genere una suerte de equilibrio entre ellos  basado en pesos y contrapesos que cuando son alterados al extremo de poner en peligro la existencia de uno de ellos es necesario acudir a la diplomacia o la guerra para resolverlo.

Nada más metafísico e iluso que aspirar a una paz perpetua como proponía Kant y hoy invocan los neokantianos. Lo más a lo que podemos aspirar es que los estadistas usen su prudencia y sabiduría para extender lo más que se pueda el periodo que va de una guerra a otra, pero entendiendo que irreversiblemente la paz no es más que un espacio que nos separa entre guerras. Esto no quiere decir necesariamente que la sucesión de imperios tiene que ser violenta como ya lo vimos con el colapso de la Unión Soviética pero esta modalidad parece ser más la excepción que la regla.

Justamente con el desplome de la URSS Francis Fukuyama, entonces asesor del Departamento de Estado Norteamericano presentó su teoría del fin de la historia. Tras esa expresión arrogante había un intento por explicar que con la caída del comunismo la humanidad avanzaba hacia el triunfo definitivo de las democracias liberales lideradas por los Estados Unidos como modelo político lo cual nos llevaría a la definitiva paz perpetua kantiana, el fin de la historia pues.

Los hechos y la historia derrotaron la tesis de Fukuyama. Las guerras siguen, la historia continua. El modelo de democracia liberal occidental que se quiso imponer en Irak y Libia fracasó estrepitosamente. El mismo modelo político que opera más como un estado clientelar de partidos muestra insalvables contradicciones en los Estados Unidos y en otros países del mundo. La aspiración de un mundo unipolar luego de la debacle soviética es una idea quimérica hija de la ilusión creada por “el fin de la historia». La realidad se impone y muestra el surgimiento de estados como China, India e Irán dispuestos a disputarle la hegemonía política, económica y cultural a los Estados Unidos. Y por supuesto la resurrección del imperio ruso de las cenizas del estado soviético.

En su visión dualista y maniquea de buenos y malos, de vencedores y vencidos,  Francis Fukuyama escribió recientemente un artículo donde explica las razones políticas y militares por las cuales él cree que Rusia sería derrotada en su confrontación con Ucrania. Luego de una serie de consideraciones sobre posibles errores tácticos y estratégicos de Rusia Fukuyama concluye que la derrota de Rusia llevará a un renacimiento de la libertad y a una reafirmación de la idea de democracia global. Según Fukuyama el espíritu de 1989 sigue vivo, larga vida al fin de la historia.

Insistiendo en su mismo error de 1989 Fukuyama ahora es incapaz de ver más allá de la feroz batalla que libran las tropas de Rusia y Ucrania. Fukuyama invita a celebrar por anticipado el resultado de una guerra que bien podría terminar en hecatombe nuclear. Y es que aún sin un desenlace nuclear y ante una hipotética derrota de Rusia esta confrontación entre imperios (guerra) continuará mientras Rusia siga en el mapamundi. Aun con una derrota militar en Ucrania Rusia es una realidad que no se podría ignorar y las consecuencias geopolíticas de este conflicto afectan definitivamente la visión de un mundo unipolar controlado desde Washington.

En este sentido la visión metafísica e ilusa de Fukuyama será derrotada nuevamente por la realidad. Habrá más conflictos y guerras para definir la hegemonía de los imperios. Es imposible aspirar a un mundo unipolar donde un solo jugador controla todo el tablero. El modelo de democracia liberal expresada en estado de partidos será sometida a prueba. Las etiquetas de izquierda y derecha no son suficientes para abordar la política. Es evidente el surgimiento de tendencias que buscan reafirmar el papel de los estados en un mundo multipolar enfrentadas a los globalistas que buscan debilitar a los estados en un mundo unipolar. La historia continúa y no ha terminado, muy a pesar de Fukuyama.

@humbertotweets

EL AUTOR es abogado y analista político, con especialización en Negociación y Conflicto en California State University.

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