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¿Quién juzgará los crímenes de lesa humanidad del “Batallón Azov”? I Opinión I Humberto González Briceño

La ausencia de análisis contextual y de información real es absoluta. Incluso los bombardeos de las fuerzas armadas ucranianas en zonas urbanas son atribuidos flagrantemente a Rusia.

Humberto González Briceño

Se ha repetido cientos de veces cada vez que estalla un conflicto armado que ha terminado por convertirse en lugar común. Sin embargo, a pesar de su uso excesivo la frase “La verdad es la primera víctima de la guerra” sigue siendo válida para explicar el otro campo en el cual simultáneamente se desarrolla toda guerra que es el de la propaganda. En otras palabras, la mentira entendida como aquello que es aparente y no es real ha probado ser tan efectiva en las guerras tanto como los misiles de largo alcance. Así la mentira se convierte una sofisticada arma portátil que permite tanto justificar el inicio de hostilidades como la condena física y moral de los vencidos.

Haciendo a un lado consideraciones de tipo moral, se entiende que esto opera así en la política y la guerra de las cuales también se ha repetido hasta la saciedad que “todo vale” o que “el fin justifica los medios”. Pero, entonces ¿Dónde queda el derecho de los ciudadanos y las personas a conocer la verdad? ¿No convendría saber, por ejemplo, que Irak nunca tuvo armas de destrucción masiva para justificar su ataque por parte de los Estados Unidos? Y luego con el tiempo, una vez demostrada la falacia que facilitó el ataque a Irak, ¿no habría sido apropiado asumir la responsabilidad y ofrecer una explicación y hasta una disculpa por el desastre ocasionado por una información falsa o manipulada?

Vivimos un mundo en plena confrontación de imperios para definir la hegemonía planetaria entre los Estados Unidos, Rusia, y China. Parte de esta confrontación son las guerras comerciales y militares que se desarrollan en forma directa y a través de proxies (terceros) para disputarse espacios y territorios. De manera que la guerra, como una categoría de las ciencias políticas, en sus diferentes variedades ha llegado para quedarse y nos conviene estudiarla y entenderla para intentar nuestros mejores esfuerzos en que los periodos que median entre una y otra sean más prolongados.

Uno de los conflictos donde se desarrolla esta dialéctica de imperios entre los Estados Unidos, Rusia y China es precisamente la confrontación que hoy se vive en Ucrania. En otros artículos publicados en La Razón hemos fijado posición sobre este delicado tema saliéndonos del dualismo simplista y maniqueo de buenos y malos. Tampoco nos hemos escondido en el burladero de una escrupulosa neutralidad para “mirar los toros desde la barrera”. Por el contrario, hemos intentado estudiar y entender por qué Rusia, los Estados Unidos y los países de la OTAN hacen lo que hacen.

A riesgo de ser etiquetado como “pro ruso” o “pro Putin” hemos intentado examinar las complejas causas de este conflicto en lugar de repetir hasta la náusea toda la propaganda que justifica la posición de los EEUU y la OTAN. Habría sido fácil despachar este tema condenando a priori a Rusia por ser además un aliado militar del régimen chavista de Nicolás Maduro, tema sensible para todos los venezolanos y el cual no podemos obviar. Pero una definición quizás más grave aún que la nuestra es la que tiene que resolver el chavismo al verse obligado a besarle los pies al imperio norteamericano y revisar sus acuerdos con Rusia por la urgencia pragmática de seguir en el poder, ahora de la mano de los EEUU.

Así como condenamos el apoyo militar de Rusia al régimen chavista con la misma energía hay que denunciar que estamos entrando en una etapa en la cual el chavismo podría consolidarse con el apoyo de los Estados Unidos dispuesto a comprar petróleo a Venezuela en su guerra contra Rusia. Aun sosteniendo a todo evento la pertinencia que tiene para los venezolanos la dialéctica USA-Rusia frente a Venezuela, esto no cambia para nada la dinámica geopolítica fundamental del conflicto Rusia-Ucrania que ha sido provocado en forma deliberada para lograr el desmantelamiento de Rusia como país influyente en Europa y ultimadamente como potencia mundial. Por eso coincidimos con el catedrático chino Lanxin Xiang cuando dice “esta es una guerra que no tiene justificación, pero sí causas”. Y estas causas no se pueden simplemente ignorar para abrazar una explicación sesgada del conflicto.

En el centro de esta guerra las primeras víctimas son los ucranianos y la verdad. Según reportes del youtuber español profesor Ruben Gisbert los ucranianos en zonas como el Donbas y Mariupol se encuentran atrapados en el fuego cruzado entre bombardeos rusos y francotiradores ucranianos. En un trabajo independiente publicado en su canal de YouTube Gisbert ha confirmado que las fuerzas militares ucranianas usan a civiles como escudos humanos y les disparan cuando tratan de acceder a los corredores humanitarios. Otras fuentes independientes han reportado que el conocido batallón neo nazi “Azov” ha ajusticiado a civiles y militares rusos.

Estos reportes son silenciados e invisibilizados en medios y redes sociales donde los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN han logrado imponer la narrativa de un diabólico Putin que un día enloqueció y decidió invadir a la soberana Ucrania. La ausencia de análisis contextual y de información real es absoluta. Incluso los bombardeos de las fuerzas armadas ucranianas en zonas urbanas son atribuidos flagrantemente a Rusia. No vamos a justificar a Rusia si sus fuerzas militares han cometido o llegasen a cometer crímenes de lesa humanidad en este conflicto. Pero hay abundante evidencia gráfica que muestra a miembros del Batallón Azov usando a civiles como escudos humanos e impidiendo su escape por corredores humanitarios. También han circulado en redes sociales imágenes de estos milicianos disparando a las piernas de soldados ruso ya rendidos.

El “Batallón Azov”, como parte integral del ejército ucraniano ha cometido crímenes de guerra y de lesa humanidad. Pero lejos de ser condenados por ello, las corporaciones mediáticas y redes sociales al servicio de los Estados Unidos y la OTAN celebran el patriotismo y el sacrifico del neo nazi “Batallón Azov” en favor de Ucrania. Luego de esa multimillonaria operación de propaganda y blanqueo de imagen, si esta guerra algún día termina, ¿Quién juzgará los crímenes de lesa humanidad del Batallón Azov? @humbertotweets

EL AUTOR es abogado y analista político, con especialización en Negociación y Conflicto en California State University.

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