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Símbolos de la nacionalidad I Letras Al Margen I Gustavo Luis Carrera

El sentimiento y la conciencia de pertenecer a una nacionalidad deriva del espíritu gregario que genera la existencia de una colectividad.

Gustavo Luis Carrera I LETRAS AL MARGEN

         La pertenencia a una nacionalidad se proyecta en una doble vía: la práctica, de lo vivencial; y la simbólica, de las representaciones figurativas. La una es la praxis, lo nacional que se practica de manera natural y constante. La otra es la proyección emblemática de lo nacional, a través de señales que conforman una concepción referencial de la nacionalidad. Simplemente, una es el hecho, el uso común; y la otra es la representación, la determinación de modelos que configuran lo nacional. Estos símbolos de la nacionalidad pueden clasificarse de la manera que exponemos de seguidas. 

            SÍMBOLOS ESENCIALES.  Constituyen el fundamento básico; son una especie de punto de partida para la instauración de los otros símbolos. Su alcance es general: los comparten los integrantes de una nacionalidad en forma sine que non; su aceptación es indispensable para sustentar el carácter de lo nacional. Allí se cuentan los símbolos primarios: la geografía, la lengua nacional, los grandes momentos históricos y las máximas figuras indiscutibles, Son símbolos fijos, incuestionables, aceptados como un haber colectivo, que funda la identificación de una sociedad.   

            SÍMBOLOS EVIDENTES. Se dan por vinculación directa, a partir de una experiencia. Son los símbolos que nos rodean al nacer, y que la práctica impone como una forma de entendimiento con los demás y de supervivencia en la aceptación del grupo social. Se dan de por sí, y de esa manera son aceptados y compartidos: el habla regional, el vestir, los usos y costumbres, el folklore, las tradiciones. Son relativos (parciales, regionales), matizados (permiten percepciones subjetivas, de cada uno), evolutivos (pueden cambiar con el tiempo), discutibles (aptos para ser debatidos). Pero, en última instancia, son reconocibles y aceptables globalmente.     

            SÍMBOLOS PRIVILEGIADOS. Se escogen por su significado y su destacada condición cualificada en la admiración y el respeto colectivos. Surgen por selección representativa y valorativa: grandes obras y figuras del pensamiento, la literatura, el arte y la ciencia. Son esencialmente estables; pero discutibles en la gradación de su importancia, e inclusive cuestionables desde perspectivas particulares. Varían parcial o totalmente según las épocas y los enfoques enjuiciadores.

            SÍMBOLOS CONVENCIONALES. Se dan por decisión de autoridad, por imposición oficial: la Bandera, el Escudo, el Himno. Son los llamados «símbolos patrios»; aunque, en realidad son alegorías. (El símbolo es evidente; la alegoría significa lo que se aprende). Son establecidos y enseñados desde la escuela primaria y familiar, Tienen un valor circunstancial: una vez aprendidos, permanecen como signos indiscutibles, de aceptación automática; ello mientras sean aceptados como convención pública.

            Si se parte del hecho de que el símbolo tiene una gran proyección representativa, se percibe de inmediato su significación social. Pero, no sólo alcanza la dimensión de un grupo socialmente delimitado, sino que amplía su sentido actuante hasta la delimitación de una nación, de una nacionalidad. Se unen así un sentido práctico (uso y consumo) con un valor ideológico (identificación y conciencia). Siendo, entonces, el símbolo, de hecho, una conceptualización social.

            Proyectándose, de lo anterior la caracterización integral de una cultura como un sistema simbológico, una integración dinámica y dialéctica de símbolos. De tal manera que

la sensación y la conciencia de nacionalidad resultan de una asimilación de símbolos.     

      VÁLVULA: «El sentimiento y la conciencia de pertenecer a una nacionalidad deriva del espíritu gregario que genera la existencia de una colectividad caracterizada. Ese grupo cohesionado que llamamos nación, se determina a través de una práctica: conciencia, usos, costumbres, lengua, arquetipos espirituales, creencias. Y en ello actúan poderosamente los símbolos. Esta dimensión conceptual permite una clasificación de los símbolos que afina y consolida el concepto de nacionalidad».  

glcarrerad@gmail.com

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.

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