El petróleo y la globalización, aún aplicados, en cuerpos distintos, tienen efectos similares.
Domingo Alberto Rangel
En Francia donde recientemente Emmanuel Macron logró una remontada que hace 3 años, con los chalecos amarillos quemando Paris y otras ciudades todos los sábados, lucía imposible… apenas una semana después de terminada la segunda vuelta Paris volvió a las andadas.
A ver y por partes.
En Francia y en Venezuela el poder que todo lo confunde… sobre todo la mente del elector… en vez de señalar el desencanto y la falta de futuro como consecuencias de haber creído que globalización y petróleo iban a trabajar eternamente por pueblos a los que la demagogia les hizo creer que eran ricos… y que así iban a ser por toda la eternidad… culpan a un capitalismo que cada vez se ve menos en occidente.
Francia que por siglos fue un imperio con colonias en África… llegando sus tropas con Napoleón a las afueras de Moscú… y siendo por siglos la cultura dominante… ahora no se quiere ver en el espejo donde se refleja un país que si no pone en práctica medidas heroicas… va camino de ser parte del Tercer Mundo.
Los galos tiene quizás el mejor sistema de salud público del planeta: al enfermo allí le operan o colocan los implantes más costosos… gratis… o a precio de gallina flaca.
Y en general el estado de bienestar francés mediante la ley o trampillas cubre a propios… recién llegados y amigos.
Ese beneficio es sumamente costoso y más aún cuando la globalización se llevó las fábricas francesas a la China.
De manera que los trabajos duros en Francia los hacen extranjeros que hoy llegan casi al tercio de los habitantes… situación obligada porque el francés hace décadas dejó de tener hijos y prefiere el perro o el gatito.
La votación de Marine Le Pen se basa en el sentimiento de molestia del francés medio que paga impuestos y al que del estado de bienestar solo le quedan las innumerables vacaciones y ayudas del gobierno a guisa de la pandemia o la inflación que son hermanas gemelas.
Esta molestia inmensa explica que un comunista admirador del socialismo del siglo XXI como Mele´nchon estuviese a punto de pasar al balotaje.
Y aquí desembocamos en Venezuela donde evidentemente como en Francia hay un gran descontento que le cae como escupitajo sobre la cabeza tanto a los viejos partidos… como al partido del gobierno que tampoco despega.
En Francia y en Venezuela la política conserva el añejo lenguaje de la trampa… del engaño al ignorante… del vivo que ofrece lo que no piensa cumplir… y en la supuesta dialéctica diaria no se debaten los verdaderos problemas… y sus posibles curas.
Y claro: el ciudadano cada vez más se despega de un liderazgo fanfarrón y mentiroso… repetidor de mantras que logran inocular a las masas… en la mejor ocasión, que en Francia son las violentas protestas callejeras… y en Venezuela en Congresos presuntamente ideológicos.
Así los jóvenes parisinos con indignación ante la falta de futuro protestan… contra el capitalismo que paradójicamente hizo a su país uno de los más ricos del orbe.
En Venezuela es igual: con motivo de las inundaciones escuché al presidente Maduro culpar “al capitalismo”… como si Elon Musk estuviese bailando la danza de la lluvia… pensando en mi país.
O como si no fuese el capitalismo la herramienta organizativa… que Carlos Marx ubicaba cual escalón anterior al socialismo.
Ojo: en la misma alocución Nicolás Maduro anunciaba que su gobierno contrataría tractores para sacar escombros… tractores que evidentemente se producen gracias al orden capitalista porque esos artefactos iraníes y argentinos que anunció hace tantos años como “respuesta socialista” el presidente Hugo Chávez… no existen.
Y no pueden existir porque la burocracia –producto socialista- los entregó sin contraprestación… a cualquiera… cuando no compartieron el botín con los Kirchner.
En mi país nunca llegamos a tener una seguridad social estilo francés… pero sin llegar a los extremos franceses la familia venezolana se hizo más chica y ahora con un PTB per cápita que compite con Haití, Cuba y Paraguay… la natalidad es más bien producto del azar.
Ni Francia ni Venezuela tienen derecho a protestar contra lo que no ha existido en nuestro caso… y que los hizo ricos en el de los galos.
Aquí hubo una mascarada de mercantilismo de amigotes donde solo Polar podía hacer cerveza porque perseguían hasta las artesanales… donde bancos solo podían poner los descendientes de militares libertadores.
¿No es sospechoso que tanto Leopoldo López como Henrique Capriles se declaren descendientes del Libertador?
Lo que tampoco hay es socialismo… es lo mismo que administraron adecos y copeyanos… pero ahora quienes cortan el bacalao vienen del barrio… o del cuartel que es la misma cosa.
Y los de la vieja oligarquía sirven de socios para grandes y sucios negocios.
Francia verá si cambia… pero nosotros tenemos que cambiar.
@DomingoAlbertoR