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Jubilados y pensionados: Vanguardia de la lucha social en Venezuela I Opinión I Absalón Méndez Cegarra

El presidente de la República, en actuar improvisado, como es práctica gubernamental frecuente, habló, entre otras ridiculeces, de un bono de Bs. 10.000 para los trabajadores jubilados comprendidos entre el año 2018 y el 1° de mayo del año 2022

Absalón Méndez Cegarra

El sector de la población venezolana identificado como jubilado y pensionado se ha convertido en las últimas décadas, definitivamente, en la vanguardia de la lucha social en el país.  Atrás y, muy atrás, han quedado las organizaciones con fines políticos, los gremios, los sindicatos y las organizaciones civiles en general.  La única fuerza social visible que acusa resistencia ante los desmanes del gobierno nacional, sale a la calle a protestar por los atropellos cometidos y en defensa de sus derechos, son los adultos mayores en general, los viejos, quienes, carecen de miedo y dan la cara ante tanta indiferencia y acomodamiento de los demás sectores de la sociedad.

El gobierno nacional tiene pleno conocimiento de esta situación social y es lo que explica su coqueteo y el permanente dictado de medidas para tratar de minimizar y de ahogar el potencial explosivo de este sector de población, el cual dentro de muy pocos años, será,  comparativamente, mayoritario en el país, siempre y cuando se incremente el éxodo de población joven y las variables demográficas de disminución de la fecundidad, natalidad y mayor esperanza de vida al nacer se profundicen en el país, como ya lo revelan los estudios demográficos realizados.

La política oficial y pública de protección social al adulto mayor en Venezuela es totalmente equivocada.  No se corresponde con la dinámica y necesidades de esta población, la cual presenta signos preocupantes relacionados con el fenómeno del “nido vacío”, el abandono familiar y social, la pérdida de ingresos, la desocupación, la soledad y la ausencia de una institucionalidad de apoyo, cuidado y asistencia.

En otros países la población jubilada, la que ha terminado su relación laboral al alcanzar la edad legal para el retiro, es un factor dinamizador de la economía, en particular, de la industria del turismo, pues se trata de una población con cierta capacidad económica, en buen estado de salud, que utiliza todo su tiempo disponible en actividades de   recreación y esparcimiento; pero, en Venezuela, esto es prohibitivo, aquí, el viejo está condenado a morir de mengua y en la miseria.

La fecha conmemorativa del trabajador, el Día Primero de Mayo, los trabajadores esperan del gobierno nacional anuncios reivindicativos importantes, entre ellos, aumentos salariales. En esta ocasión no hubo nada de ello, la atención la captó un desliz presidencial, producto del no tener nada preparado que decirles a los trabajadores. El presidente de la República, en actuar improvisado, como es práctica gubernamental frecuente, habló, entre otras ridiculeces, de un bono de Bs. 10.000 para los trabajadores jubilados comprendidos entre el año 2018 y el 1° de mayo del año 2022 y sobre la creación de un fondo para financiar el turismo y la recreación de los trabajadores venezolanos.

El presidente nada dijo respecto de los pensionados por vejez e ignoró, inexplicablemente, a los trabajadores jubilados anteriores al 2018 y a los trabajadores jubilados posteriores al 01-05-22. El bono anunciado, se dijo, será pagadero en tres partes, en el transcurso de un año calendario y, requerirá de los jubilados comprendidos en el lapso señalado, la comparecencia ante las oficinas de personal de la institución de pertenencia para verificar no se sabe qué cosa, dado que el gobierno tiene la nómina total de los trabajadores jubilados del sector público y cada jubilado tiene el dictamen correspondiente, por consiguiente, no tiene nada que probar; pero, es que la trama forma   parte de la jugarreta y mentira gubernamental.

Un bono de Bs 10.000, equivale aproximadamente, a 2.222 dólares de los EE. UU (Bs. 4,5 por dólar) y significa 6,4 veces el pago de una pensión anual equivalente a un salario mínimo (Bs.130 x 12= 1.569). Según algunos entendidos de los vericuetos gubernamentales, la cifra bonificatoria no era esa, era, Bs. 100,00, pero, al presidente se le olvidó que había pulverizado el signo monetario nacional y en la última poda había eliminado media docena de ceros al bolívar, lo que explica la presencia de la vice-presidenta en procura de enderezar el entuerto, para lo cual nada mejor que hacer lento y dificultoso el procedimiento.

Mientras tanto, los trabajadores jubilados seleccionados tendrán en sus manos un nuevo juguete para el entretenimiento, para pasar el tiempo en espera de sí pagarán o no el bono y cuándo será; y, los jubilados no seleccionados, cavilarán su desdicha y se esforzarán por conocer las razones de la exclusión, en un país en el que la discriminación por razones políticas, de sexo, raza y condición social no está permitida.

El anuncio de creación del fondo para el turismo y la recreación de la clase trabajadora venezolana es más ridículo que el del bono. Hoy día, los empleadores están obligados por ley a pagar un tributo destinado a la recreación de los trabajadores. Nadie sabe el destino de esos recursos. En el año 1997, en pleno auge del neoliberalismo, se promulgó entre nosotros la Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social Integral (LOSSSI), la cual contemplaba un subsistema orientada a la promoción del turismo y recreación, como una de las prestaciones sociales básicas de la seguridad y salud laboral. En esa oportunidad, al igual que ahora, se habló del citado fondo, el cual sería alimentado con un tributo especial a cargo de los empleadores y una cotización de los trabajadores, afectando, inclusive, sus prestaciones sociales laborales.

En el año 2002, se promulga la Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social (LOSSS) y, en ella, se incorpora un régimen prestacional de seguridad y salud en el trabajo, regulado por la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (LOPCYMAT), en la que se reedita el tema de la recreación y uso del tiempo libre de los trabajadores.  Se ha hablado, inclusive, de la reducción de la jornada laboral para que los trabajadores tengan tiempo para estudiar y recrearse. Un discurso vacío para público de galería. Tal parece que, en socialismo, “el perro se muerde la cola”

@absalonmendez1

EL AUTOR es abogado y licenciado en trabajo social. Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV. MSc en Administración Privada, doctor en Ciencias Sociales. Ha participado en la redacción de la Ley Orgánica del Sistema de los Seguros Sociales, Ley de Vivienda y Hábitat, Ley del Régimen Prestacional de Salud, Ley del Régimen Prestacional de Empleo, entre otras.

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