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Guerras y soledades I Palestra I Juan José Monsant Aristimuño

Argentina dos veces ya, le ha hecho explotar en la cara al gobierno venezolano dos mayúsculos escándalos inocultables e imposibles de parar.

Juan José Monsant Aristimuño

        Es lamentable, aunque quizá no hay nada excepcional en lo que ha venido sucediendo en la comunidad de naciones desde que ella existe. Si a ver vamos, nuestros estudios de historia universal han sido signados por la historia de guerras. Guerras imperiales, dinásticas, tribales, de expansión, defensa y hasta de futbol. Nos levantamos estudiando las guerras del Peloponeso, la Guerra de las Galias, la invasión de los bárbaros, las de los cien años, la de los mil días, de las dos rosas, la de Troya (quizá la más pasional), las de independencia, la del Chaco, la de Secesión, la de Corea, Viet Nam, la de los Seis días, la mundial I y II, y ahora la invasión de Rusia a Ucrania que, en realidad es una guerra de exterminio, no contra Ucrania, sino contra un modo de vida, como declarara en su momento el Primado de la Iglesia católica Ortodoxa de Moscú y toda Rusia, Cirilo I, también conocido como el Patriarca Kirill, al bendecir las tropas rusas y apoyar la decisión de Vladimir Putin de detener la occidentalización del vecino país.

Esta última afirmación del Patriarca Kirill, nos deja un tanto desconcertado, porque sin querer nos retrotraemos a los tiempos del fraile dominico Girolamo Savoranola, confesor del muy conocido Lorenzo de Médici por allá en los albores del Renacimiento, quien se dedicó a despotricar contra la vida licenciosa de sus conciudadanos, y les instó a echar en una hoguera cualquier objeto de lujo que ostentaren, a las mujeres los cosméticos y artilugios llamativos,  quemar los escritos del licencioso coterráneo Boccaccio, o cualquier libro “permisivo”.  Por supuesto, y como siempre sucede, el severo fraile moralista terminó siendo quemado en la hoguera por la Inquisición (hay temas que nunca se han podido tocar, como el poder).

De modo que en los actuales momentos, que un avión 747 propiedad del gobierno venezolano, de Maduro, pues, con tripulación iraní paseándose por nuestro continente, vaya uno a saber con cuales intensiones, no nos sorprende. Lo que si nos sorprende es que haya sido detenido en Argentina, en el aeropuerto de Ezeiza que sirve a la ciudad de Buenos Aires. Y nos sorprende porque fue incautada la aeronave por orden de un juez, y retenidos los pasaportes a los diecinueve tripulantes iraní-venezolanos (no está claro cuántos de uno y otra nacionalidad), pero ha venido filtrándose la información que uno de ellos, fue un piloto militar, de aquellos que se alzaron con Chávez, y dos son miembros de la siniestra organización del terrorismo internacional iraní, la Guardia Revolucionaria (algo así como Savoranolas mundiales uníos, aunque también podríamos decir, Kirilles uníos en nombre de la pureza moral, racial, religiosa y hasta social).

Qué de cosas tiene la historia. La Argentina de los Kirchner, los aliados y cómplices de Chávez y Maduro en sus triquiñuelas contractuales y rencores geopolíticos, ha sido la Argentina que dos veces ya, le ha hecho explotar en la cara al gobierno venezolano dos mayúsculos escándalos inocultables e imposibles de parar.

El primero de ellos fue el del famoso maletín de Antonini Wilson (un mero chivo expiatorio caído por inocente), cuando fue detenido en el Aeroparque Newbery de Buenos Aires, el cuatro de agosto del 2007. El vuelo privado, proveniente de Venezuela, una aeronave contratada por la empresa pública argentina Enarsa S.A, fundada por Nestor Kirchner en el 2004, trasportaba a cinco personas, entre ellos, su presidente Ezequiel Espinoza,  el inefable Claudio Uberti, su asistenta y el venezolano Antonini Wilson.

A medianoche, en la soledad del pequeño aeropuerto, fueron rutinariamente chequeados a la ligera los pasaportes. Cada uno se bajó con un maletín. Antoni, el último, recibió la pregunta de rutina de una joven y llamativa funcionaria al pasar la aduana ¿algo que declarar? Y el hombre se puso nervioso, quizá por la belleza impactante no esperada, y balbuceó, quizá buscaba un piropo oportuno. Ante el titubeo, la joven le ordenó: abra el maletín. Oh, sorpresa, 800.000 dólares en efectivo sin declarar (no podía hacerlo, eran para la campaña electoral de Cristina). Los otros se fueron, lo dejaron solo y, la joven policía de Seguridad Aeroportuaria, María del Luján al poco tiempo fue dada de baja.

@jjmonsant

EL AUTOR es abogado egresado de la Universidad Central de Venezuela, especializado en asuntos y relaciones internacionales. Exembajador de Venezuela en El Salvador.

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