En Venezuela, ha existido siempre instituciones públicas que no cumplen función alguna, pasan inadvertidas y constituyen desaguaderos de fondos públicos.
Absalón Méndez Cegarra
En el pasado se les denominaba “elefantes blancos”, hoy, han mutado de color, siguen siendo elefantes, pero, rojos. La abundancia de ellos es notable. En el plano de la infraestructura física tenemos una cadena de obras inconclusas, dejadas a su suerte, inauguradas sin concluir, convertidas en ruinas. La prolongación del Metro Cable de la Estación de El Metro, línea 1, terminal Palo Verde a la Dolorita, Municipio Sucre del Estado Miranda, es buen ejemplo de ello. Obra inaugurada por el presidente de la República, aún sin estar terminada, luego, con custodia de policía y guardia nacional, se dejó en manos de la pillería, ha sido desmantelada por completo y, luce, ya, como la mejor cara de la ineficiencia y corrupción gubernamental.
En otra esfera de la acción pública, en la creación de instituciones oficiales, es notorio la existencia de organismos que cambian de vez en cuando de nombre, especialidad gubernamental, pero, continúan como si no existieran, En otros casos, más graves, se crean, se le dota de espacio físico, de personal y de recursos financieros y de su infaltable presidente y directiva, con sus correspondientes escoltas y boato exhibicionista, pues, funcionario público que no haga sentir su presencia, no es funcionario público y, menos, chavista.
En esta ocasión nos vamos a referir a dos instituciones públicas creadas por el finado Hugo Chávez que carecen de justificación alguna: La Superintendencia de Seguridad Social y la Tesorería de Seguridad Social.
Estos dos organismos forman parte de la estructura organizativa y funcional del Sistema de Seguridad Social, delineado en el artículo 86 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV, 1999) y, desarrollado totalmente en la Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social (LOSSS, 2002). Ley ésta que ha sido reformada en tres ocasiones, todas, con la firme intención de evitar su ejecución y efectividad, razón que explica por qué en Venezuela no tenemos el Sistema de Seguridad Social que ordena crear la Constitución, regulado por la LOSSS.
En total ausencia de Sistema de Seguridad Social (SSS), al presidente Chávez, para complacer peticiones, se le ocurrió, en el año 2012, la brillante idea de reformar la LOSSS y, acto seguido, designar a los titulares de la Superintendencia y de la Tesorería de la Seguridad Social, es decir, en lenguaje coloquial, colocó la carreta delante de los caballos, creó dos organismos, muy importantes del SSS; pero, no estableció el SSS. Algo verdaderamente insólito. Solo posible en Venezuela.
La Superintendencia de Seguridad Social en su concepción orgánica, artículo 27 de la LOSSS original, se define como “(…) un instituto autónomo con personalidad jurídica y patrimonio propio (…) adscrito al Ministerio con competencia en Finanzas Públicas “. Su finalidad, artículo 28, es la de “fiscalizar, supervisar y controlar los recursos financieros de los regímenes prestacionales que integran el Sistema de Seguridad Social”
Tres importantes funciones de ejecución imposible, por cuanto no hay SSS y, al no existir, mal puede haber una Superintendencia que fiscalice, supervise y controle algo inexistente, de lo que resulta una creación risible, razón por la que nadie la toma en cuenta y el Superintendente es la burla del funcionariado público.
La Tesorería de la Seguridad Social, la entiende la LOSSS, artículo 36, original, como “(…) instituto autónomo, con personalidad jurídica y patrimonio propio, distinto e independiente del Fisco Nacional (…)” y, tiene por finalidad, artículo 37, “la recaudación, distribución e inversión de los recursos financieros del Sistema de Seguridad Social”
Nuevamente, tres funciones imposibles de llevar a cabo, al no tener SSS mal puede haber posibilidad de recaudar, distribuir e invertir.
En consecuencia, estamos ante dos instituciones inútiles e innecesarias, creadas por capricho gubernamental, con asignaciones presupuestarias, por lo que resulta falso la autonomía y el patrimonio propio, que, bien valdría la pena el gobierno reconsiderase su creación y procediese a su eliminación o, en su defecto, poner en marcha el SSS en cuyo caso, las instituciones señaladas tendrían sentido y atribuciones que desarrollar, de lo contrario resultan en gasto inconveniente para la salud financiera del país.
Hemos llegado a pensar que, por ignorancia y pereza mental, el gobierno nacional no ha logrado leer bien el texto constitucional de la República, menos aún, la Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social y, al no entender y comprender lo que significa un SSS ha optado por ignorarlo, desfigurarlo al máximo con un paralelismo institucional de tipo asistencial, lo mismo que ha sucedido con la institución de los Seguros Sociales. Hoy, el Seguro Social en Venezuela, ni es seguro, ni es social, el gobierno nacional acabó con su funcionamiento y lo atrapó en las redes de la corrupción e inutilidad. Los trabajadores y los patronos afiliados obligatoriamente siguen cotizando, aportando de sus salarios recursos, sin recibir contraprestación alguna y los fondos creados por la Ley del Seguro Social, han desaparecido por completo. Interesante sería que trabajadores y empleadores preguntasen por el destino de sus cotizaciones y aportes semanales.
En otros países la Seguridad Social es factor de desarrollo y de estabilidad y convivencia social. Entre nosotros, es factor de retroceso y conflictividad social. Y, además, no aparece en la agenda política de tirios y troyanos. A nadie, al parecer, importa la Seguridad Social, tema que ocupa primer lugar en la discusión pública internacional, menos en la Venezuela actual.
@absalonmendez1