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Rocambolesco atentado I Crónicas del Sur I Julián Rivas

Como si Argentina estuviera aun controlado por los ingleses, por el anglosionismo, los jueces solamente abren juicios contra el peronismo, y contra todo los que les recuerde a Irán.

Julián Rivas

El Sur es un cuento de Jorge Luis Borges que no me cansare de leer. Lo descubrí hace muchos años. Borges y Bioy Casares están en la lista de mis autores preferidos. He leído algo sobre Argentina y recuerdo las lecciones del maestro Pedro Duno, que sabía mucho de allá.

En 1972, cuando llegué a Caracas, supe de una controversial revista argentina Billiken. Ya en ese tiempo de los años 70 Argentina era un país con conflictos. Encuentros y desencuentros. El retorno y muerte de Perón. El inestable gobierno de su viuda y sucesora en el mando María Estela Martínez, marcó ese tiempo.

Me lucia atractivo ese país del sur. Con mucha pasión por el futbol. Aseguraban que el futbol argentino era más técnico que el brasileño, que su vino es mejor que el chileno pero no lo comercializan bien, y eso es bastante.

Hablaban de deportes como de farándula. De Gardel a Sandro y Palito Ortega o Leo Dan. De como corría Fangio y lo que prometía Carlos Reutteman. De la raqueta de Guillermo Vilas. De los estilos boxísticos de Pascual Pérez o Firpo el Toro de las pampas. Del jab de  Carlos Monzón y la valentía de Ringo Bonavena.

 El boxeo del Luna Park era semanal. Los discípulos de Amílcar Brusa, destacaban en los rankings mundiales

El escurridizo de Nicolino Locche traspasaba fronteras. Carlos Monzón fue mi favorito cuando derrotó a un pelón llamado Bennie «El Malo» Briscoe, y lo seguía en sus peleas contra Emile Griffith, Tony Mundini, entre otros, especialmente los apoteósicos triunfos ante Mantequilla Nápoles y Rodrigo Valdez.

Fueron años en que se escribía de la política, como de la rivalidad de los semicompletos Jorge Ahumada y Víctor Galíndez. De sus combates con Jessie Burnet y Yaqui López. También de la rivalidad metropolitana de Independiente y River, en el futbol.

Del fracaso en el mundial de futbol en Alemania en 1974, con Perfumo y Brindisi. Argentina pasó a organizar el mundial y ser campeones en 1978, con Mario Kempes.  Pasaron cuatro años de polémicas. Y de fuego de la guerrilla de los Montoneros, la rebelión de Santucho, la Triple A anticomunista, el brujo López Rega, el golpe de Estado, la dictadura militar.

Ya me involucraba en política y literatura. Vi trotskistas posadistas. A Caracas llegaban, orgullosos de su paisano Posadas. O los lambertistas, que si mal no recuerdo era la corriente de Michel Lambert que tenía entre sus adeptos a Alberto Franceschi. Muchos argentinos andaban con él. Fueron tiempos de alineamientos ideológicos.

En la izquierda dura en que me formé muchos se sorprendían porque leía cuentos y entrevistas de Borges. También de muchacho leí a Roa Bastos y a Onetti, una hazaña. Curiosamente Benedetti no me gustó.

 Pero me gustaba como Borges y Bioy abordaban asuntos de la vida, el amor, las mujeres y el despecho. Una escuela. Para que vas a matar a una mujer que ya no te quiere. Ja. Qué escuela.

La larga noche de la dictadura se apoderó del sur. Recuerdo que Videla estuvo en Caracas antes de dar el golpe de Estado. La derrota en la guerra de las Malvinas en 1982 fue dolorosa para todos. En la América Ibérica significó el fin de  la dictadura y los desaparecidos como recomendó Henry Kissinger.

 Pero comenzó el tiempo de la extorsión contra ese gran país. En lo militar su defensa hoy es insignificante. Lo desarmaron. El desgaste moral de su equipamiento militar es evidente. Aviones viejos, barcos que naufragan. En un país de ventajas comparativas para producir alimentos, carnes, alfalfa, trigo, soya. Hasta la Casa Rosada, sede de la presidencia, llegó un sujeto irresponsable, Carlos Menen y con el tiempo llego otro peor, Macri.

Así las cosas, la gestión de Néstor Kirchner brilla todavía. Hablar de la redistribución no es común en la región.

Argentina es una parte de América que influye en la existencia de todo el continente. Lo que pasa allá es noticia. Sobre todo cuando el sabor lo puso Maradona o lo pone Messi. Incluso Borges y el Che. Universales. Guste o no guste son universales.

Casualmente hace menos de 72 horas exponía como la política del petróleo conduce a los magnicidios. Hablaba del asesinato de Huey Long en 1935, quien acusó a Rockefeller de gestar la guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay. Eran tiempos de la Standard Oil, hoy llamada Exxon Mobil que usa a Guyana para entrar en el Esequibo.

Nunca la historia de Huey Long ha sido veraz en libros y cine. Se sospecha la mano de Rockefeller, dueño de Standart Oil, preboste capitalista. Pero de eso no se habla incluso 90 años después. A  Long lo llamaron populista y ya.

Por ejemplo, Sean Penn es Will Stark, en película basada en Huey Long. En el cine, Long es presentado como gestor de su propia muerte. Ni de asomo lanzan una sola sospecha sobre Rockefeller como presunto autor intelectual de su asesinato. Ni de vergo, diría Georgi, el inglés, el trinitario de Coporito, en los caños de Tucupita.

Y es rocambolesco este atentado contra Cristina Kirchner. Las especulaciones forman parte del novelón. Para muchos analistas la culpable es Cristina. Que apretaos.

A la realidad le gustan las asimetrías y los leves anacronismos, advierte Borges en El Sur.

Argentina parece un país chantajeado, extorsionado. Y como si estuviera aun controlado por los ingleses, por el anglosionismo, los jueces no solamente abren juicios contra un sector de esa sociedad que es muy fuerte entre las masas populares, el peronismo. También esos jueces hacen guerras jurídicas (lawfare) contra todo los que les recuerde a Irán, por tanto, son capaces de secuestrar un avión venezolano. Un avión de Emtrasur. Si, del Sur. Todo porque lo ordena Estados Unidos e Israel, en abierta violación del derecho intencional.

Si el rocambolesco pistolero neonazi hubiera tenido éxito para el magnicidio, el asunto lo ventilaría el grupo de medios de Clarín como un ajuste de cuentas en el peronismo. O cosas parecidas.

Por tanto demos gracia a la providencia que la pistola no cumplió su tarea criminal. Todo se volverá un barullo

Las palabras de Borges sirven para describir la Argentina de hoy día: «… «era como si a un tiempo fuera dos hombres: el que avanzaba por el día otoñal y por la geografía de la patria, y el otro, encarcelado en un sanatorio y sujeto a metódicas servidumbres».

Que cosas: en Argentina unos jueces secuestran un avión al que los gringos e Israel se las tenían jurada. Lo confiscaremos, dijo Washington. Así existe la personificación de las cosas y la cosificación de las personas. Como en los tiempos de corsarios

Como es que Argentina es manipulada por el anglosionismo. Interesante pregunta. Es curioso, Europa occidental hace negocios con Irán, el país más poderoso de Medio Oriente. En «nuestra» América los gringos e israelitas quieren impedirlo. Como diría Perucho Conde, ¡parecen locos!

Es el largo brazo de Israel que recorre América Latina. Muchos callan el secuestro de avión y tripulación, incluso hay venezolanos que lo disfrutan Que pena.

Solo queda preguntar al presidente argentino, señor Fernández, ¿de que Patria Grande habla usted?

Una lógica de patas arriba. Esa es la génesis de lo que llaman «crispación» política y social en Argentina. A la crispación atribuyen el atentado contra Cristina Kirchner.

Un solo dato. Por ejemplo, Héctor Aguinis escribió «El atroz encanto de ser argentino”. Mire, ese libro es una excusa para hablar mal del peronismo. El latiguillo del populismo le es enrostrado a los peronistas. Aguinis es anglosionista, lo que no dice.

Así anda esta América de tan poca memoria.

Pero hay una advertencia de Borges con relación al personaje del cuento, que vistas las cosas que pasan hoy debe servir a América.

«Ciego a las culpas, el destino puede ser despiadado con las mínimas distracciones».

EL AUTOR es periodista egresado de la Universidad Central de Venezuela, analista internacional, escritor y conferencista,