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La situación laboral es cada vez más grave I Análisis I Oscar Battaglini

La inflación en Venezuela se ubica en más de 160%, muy cerca de los países que ostentan las inflaciones más altas del mundo: Zimbabue (169%) y el Líbano (162%).

Oscar Battaglini

De nuevo se ha puesto a rodar la conseja interesada de que el país ha entrado en una fase de recuperación de sus indicadores económicos y sociales.

Concretamente se comenta que la economía nacional ha comenzado a experimentar signos de crecimiento; de una notable disminución de la pobreza (de aproximadamente un 15%) y de que el 40% de la población “cree que la situación está mejor”, según la versión que ha sido vertida a la opinión pública del país por una conocida encuestadora nacional.

Ante tales apreciaciones uno no puede menos que preguntarse: ¿cuáles son los referentes que han servido de base para que se llegase a esos resultados, porque aquí no se ha producido un incremento significativo de la producción petrolera, (ésta continua estando entre 600 y 700 mil b/d) lo que significa que el petróleo dejó de ser en la presente coyuntura la palanca financiera del crecimiento económico; lo mismo puede decirse de las empresas básicas de Guayana, las cuales han sido apagadas para que el país disponga precariamente de electricidad para alumbrarse en medio de los apagones recurrentes, sobre todo en el interior de la república. Tampoco se han producido las inversiones que demandan tanto la industria manufacturera como la agricultura (incluida la ganadería), actividades económicas que apenas han podido mantenerse mediante el financiamiento de los propios productores, que de otro modo hubieran tenido que declarar en bancarrota ambas actividades debido porque la banca no les otorga financiamiento, debido al encaje bancario impuesto por el BCV y también al hecho de que el régimen madurista ha sido excluido del sistema financiero internacional por haberse declarado en default, por maula y por su carácter de Estado forajido.

En materia salarial (particularmente en materia de salario mínimo) la situación de los trabajadores es cada vez más grave no sólo por la precariedad o insuficiencia de los mismos (menos de 40 dólares mensuales en el sector público) sino porque la altísima inflación que sigue gravitando sobre el país y que en estos momentos se ubica en más de 160%, muy cerca de los países que ostentan las inflaciones más altas del mundo: Zimbabue (169%) y el Líbano (162%) – los ha reducido a cero incluidas las pensiones de los millones de trabajadores jubilados.

Si a esa situación se le adicionan los efectos sumamente negativos que ejerce sobre el ingreso general de los trabajadores la puesta en vigencia por la dictadura del “Instructivo Onapre”, entonces nos haremos una visión más ajustada de la gravedad de la situación por la que atraviesan los trabajadores y con ellos la inmensa mayoría de los venezolanos.

Esa situación ha provocado una emergencia humanitaria compleja que hace que el 94,5 de la población venezolana no disponga de una salario suficiente para cubrir los gastos de la canasta alimentaria y mucho menos de la canasta básica, en particular los relacionados con la problemática de la salud y otros servicios básicos.

He ahí el móvil fundamental que permite comprender el hecho insólito de que más de 7 millones de venezolanos hayan tomado la decisión de irse del país (millares de ellos con sus familiares, incluidos sus hijos menores a pie y desafiando incluso selvas inhóspitas plagadas de toda clase de peligros en la incierta búsqueda de mejores condiciones de vida.

Constituye esa migración una de las circunstancias que mejor explica el hecho de que Venezuela se haya convertido en uno de los países más jpobres y desiguales de América Latina y del mundo, sólo comparable a Zambia, Mozanbique y Angola en el continente africano y a Haití en el Caribe. De ello da cuenta la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en un informe de marzo del presente año en el que se registra que 19,7 millones de venezolanos “se encuentran en estado de pobreza multidimensional”, producto –agregamos nosotros- sobre todo a la quiebra a que ha sido conducida la economía nacional por el régimen dictatorial – militarista chavista; de la ausencia de una real y efectiva política social dirigida ha sacar de la pobreza a las poblaciones más vulnerables de nuestra sociedad y a una distribución del ingreso nacional que bajo el régimen chavista terminó haciéndose más desigual y regresivo que en el pasado.

En tales condiciones, lo único que actualmente prolifera y prospera económicamente en nuestro país son las actividades propias de la economía informal; de la “bodeguización” comercial; de la llamada “economía subterránea” (delictiva) que tiene entre sus principales exponentes la explotación inhumana, depredadora y contaminante, del Arco Minero del Orinoco, del cual se extraen minerales (oro y coltán entre ellos) que son sacados y comercializados en el exterior, a espaldas del país, de manera clandestina e ilícita para el beneficio privado de sus operadores nacionales y extranjeros bajo la mirada complaciente de la fuerza armada chavista (facha); algo así como el contrabando de gasolina hacia el vecino país, sólo que en este caso es a un nivel más alto.

La relativa facilidad con la que puede verificarse la exactitud de los elementos expuestos hasta aquí, permiten desmontar o dejar sin efecto las afirmaciones que se han venido haciendo últimamente acerca del supuesto mejoramiento de la situación económica y social (específicamente de la disminución de la pobreza) que se estaría produciendo en el país.

Contrariamente a esa apreciación –vista la situación existente con rigurosa objetividad- lo que estaría ocurriendo es un agravamiento de la misma, si se tiene en cuenta, sobre todo, 1- los salarios de hambre devengados por la inmensa mayoría de los trabajadores y de los profesionales, maestros, profesores, médicos, personal de enfermería, etc, al servicio del Estado y de la empresa privada, no obstante recibir estos trabajadores mejores salarios; y 2- el ritmo de crecimiento que viene alcanzando la espiral inflacionaria en desarrollo.

Se trata de una situación, es necesario insistir, que no puede ser tapada por el espejismo de unos anaqueles repletos de productos que no pueden ser adquiridos en cantidad suficiente por unos salarios y pensiones que progresivamente pierden su capacidad de compra; ni por la conseja de que la economía venezolana se está recuperando, cuando es de sobra conocido que para ello se requiere un crecimiento sostenido de 5% anual durante 30 años, para sólo aproximarnos al nivel del crecimiento económico que el país alcanzó en el año 2013.

EL AUTOR es historiador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, co-fundador del partido Liga Socialista y exrector del Consejo Nacional Electoral. Autor de los libros “Legitimación de Poder y lucha política en Venezuela” y “El medinismo, modernización, crisis política y golpe de estado”.

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