Los refranes y los dichos se hermanan naturalmente con el humor para gestar un mensaje de mayor profundidad a través de la empatía y la sutileza
Gustavo Luis Carrera
Los refranes, y los dichos, son compendios de sabiduría. Resumen el revelador aprendizaje derivado de la experiencia. Son tan certeros los refranes, que casi inconscientemente los usamos como una síntesis del conocimiento.
De su parte, el humor es el camino sutil de la enseñanza, que une lo festivo o risible al convencimiento anímico, pragmático. Así, la imagen humorística penetra en nosotros por la gracia de la forma y la sorpresa del contenido.
EL HUMOR SABIO. Cada quien extrae de los refranes y los dichos su enseñanza. Y si esta comunicación se da a través de la sutileza del humor, su efecto es doble: previene y hace reír. (La risa es una forma de convencimiento y de aceptación festiva o amarga).
Veamos ejemplos: «Grito no mata conejo, ni que tenga puntería»/ «Caminar más que perro enamorao» / «De médico, poeta y loco, todos tenemos un poco» / «Más vale un «aquí corrió» que un «aquí murió» / «Perro viejo, late sentao» / «Para estar colgando, más vale caer» / «Picado de culebra, cuando ve bejuco, brinca» / «Para uno que madruga, uno que no se acuesta» / «Unos nacen con buena estrella, y otros nacen estrellados» / «Más vale llegar a tiempo, que ser invitado».
LA VENA HUMORÍSTICA. El humor es el modelo paradigmático de otra visión de la realidad. Es un prototipo sutil que sugiere lo real acentuando lo inusual y pintoresco. Es la conciencia crítica de la realidad aparente. El humor es la escritura entre líneas de la realidad y sus meandros soterrados. Exige penetración inteligente y sutileza apercibida.
Vayamos a otros ejemplos: «Hablar más que un perdido, cuando lo encuentran» / «Nadie disfruta tanto de una fiesta como el «coliao» / «Estar pasando más hambre que ratón en ferretería» / «Zamuro come bailando» / «Mató el tigre, y le tuvo miedo al cuero» / «Estar pasando más trabajo que cabo ´e tabaco en puerta de joropo» / / «En el comer y el rascar, el todo es comenzar» / «Ofrecer más que un candidato político» / «Comer más que una lima nueva».
HUMOR ARISTOTÉLICO. Decía Aristóteles que el humor es la sorpresa. Y bien que es cierto: la sutileza humorística se basa en lo inesperado, en la perspectiva que repentinamente abre nuestros ojos propicios. Ingenio que supo aprovechar, en tiempos de Aristóteles, el más famoso comediógrafo de la antigua Grecia, Aristófanes, que llenó sus piezas teatrales de sátiras, inclusive referidas a notables autores trágicos de la época. Así, el humor hizo patente, desde el comienzo, su inaprensible y esencial libertad.
Sigamos con las muestras refraneras: «Zamuro no come alpiste» / ¡Limosnero, y con garrote!» / «Escupir pa´arriba» / «El que ha de morir a oscuras, ni que sea comerciante en velas» / «Más vale un «toma» que dos «te daré» / «A casa del pobre, nadie va vendiendo perlas» / «¡Adiós, Blas, ya comiste, y ya te vas!» / «Al de atrás, lo muerde el perro» / «Cuando el pobre lava, llueve».
HUMOR BIVALENTE. El humor hace una propuesta de sabor amargo o de franca empatía celebratoria. Simplemente es la dualidad hipotética de la percepción de la realidad. En conclusión, el humor es una forma aleatoria de juzgar el mundo, la vida toda. ¿Un juicio marginal? Sí. Es una visión revulsiva de lo normal.
Continuemos con los modelos proverbiales: «A los inocentes, los mató Herodes» / «Al toro y al loco, verlos de lejos» / «A quien con ajeno se viste, en la calle lo desnudan» / «Confundir la gimnasia con la magnesia» / «Con humo no se asan jojotos» / «Creer que la luna es pan de horno» / «Pasar el páramo en escarpines» / «El que no llora no mama; aunque esté entre paridas» / «Pelar los ojos como vendedor de prendas».
TAXONOMÍA DEL HUMOR. Una manera de clasificar distintas modalidades de humor podría ser la siguiente: un humor circunstancial (un resbalón, una caída -chaplinesca-, sin consecuencias graves); un humor simbólico (la imagen de la Justicia, que se quita la venda o «envenena» la balanza); un humor sardónico (de burla quevediana); un humor didáctico (que proyecta una enseñanza práctica o moral).
Adelante con los ejemplos característicos: «Consejos vendo, y para mí no tengo» / «Morrocoy no sube palo, ni que le metan horqueta» / «Si la envidia fuera tinta, todo el mundo se tiñera» / «Tú puedes decir misa, si encuentras quien te la oiga» / «Música paga, no suena» / «Menos servilletas, y más chuletas» / «Habló el buey, y dijo ¡muu!» / «Dar un tiro al gobierno y otro a la revolución».
ETERNA DUALIDAD DEL HUMOR. Con frecuencia, el humor es festivo, dirigido, de manera evidente, a hacer relevancia de lo pintoresco, de lo simpático, y hasta de lo francamente risible. Este es el rostro más cultivado y ofrendado de lo humorístico. Inclusive el más fácil de hacer; con el riesgo de caer en el chiste intrascendente, que hace reír, pero no pensar. En los refranes, lo festivo se funde con el mensaje inteligente. Mientras, en activa dualidad, el humor puede ser amargo, cuando hace constatación, o advertencia, de lo negativo o lamentable. Pero, aun así, encierra una señal de sabiduría, un conocimiento que corrobora el lado deficiente de la realidad. En suma, en cualquier caso, el humor califica lo real.
Completemos este somero recorrido por los refranes contagiados de humor: «Gato con guantes, no caza ratón» / «Morrocoy no sube palo, ni guacharaca cardón» / «En pasar río crecido y en prestar dinero, no seré yo el primero» / «Volverse mantequilla en arepa caliente» / «Cachicamo diciéndole a morrocoy: «conchudo» / «Viejo no brinca zanjón» / «Gato caldeado, hasta del agua fría huye» / «Zamuro no come huesos porque no carga serrucho» / «Una cosa es con maracas, y otra cosa es con bandola» / «Vinos y amores, los viejos son mejores» / «Yo no sé leer, pero me escriben».
VÁLVULA: «Los refranes y los dichos se hermanan naturalmente con el humor para gestar un mensaje de mayor profundidad a través de la empatía y la sutileza. El humor vibra en el ánima refranera, ya sea con espíritu festivo, haciendo de la risa una puerta abierta al mensaje encubierto; o con amarga ironía, convirtiendo lo negativo en una valiosa advertencia a las mentes apercibidas. Puede decirse que el humor es al refrán lo que el papelón y la sal son a un buen asado negro».
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