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Enfrentar al régimen chavista, si ¿pero cómo? I Opinión I Humberto González Briceño

Habría que plantearse la construcción de un nuevo sindicalismo con una agenda estrictamente social y reivindicativa al margen del régimen y de los partidos políticos.

Humberto González Briceño

Quienes criticamos por igual tanto al régimen chavista como a su falsa oposición casi siempre recibimos como respuesta una pregunta ¿Y ustedes qué proponen? La pregunta no nace de la genuina curiosidad de comprender una posición política u otra. Partiendo de la indiscutible complejidad de un tema que no se puede resolver en tuit la pregunta más bien intenta legitimar las mismas opciones de siempre, todas fracasadas, porque según un preclaro pensador de la socialdemocracia venezolana “eso es lo que hay”.

Esta tesis se muestra en todo su esplendor al justificar las negociaciones (con el régimen chavista) y las elecciones (aunque sean fraudulentas) como las únicas formas posibles para salir del chavismo. Pero cada vez que se realiza una elección en Venezuela, pasada la euforia del carnaval de promesas, esperanzas e ilusiones solo queda la inevitable y cruda realidad que se nos presenta en forma deprimente y nauseabunda: Nada ha cambiado. Todo sigue y seguirá igual hasta las próximas elecciones y negociaciones cuando se volverán a reciclar las mismas promesas, esperanzas e ilusiones.

Esa ha sido la experiencia que hemos vivido en Venezuela durante las dos últimas décadas bajo el yugo del chavismo y de su falsa oposición. Es lo más parecido a un tornillo que gira en una tuerca mellada. Hay movimiento, claro, pero es la pura apariencia porque no importa cuántas veces ese tornillo de vueltas no hay forma de que algún día pueda ajustar.

Y esto es así no porque el chavismo controla el marco legal e institucional en Venezuela, sino porque el chavismo construyó uno a su medida. No hay forma de disputarle al chavismo el poder político por vías que este define y controla jurídicamente estableciendo a discreción lo que es legal y lo que no. 

Solo reventando ese régimen político, así como el chavismo hizo con el anterior, sería posible un cambio sustancial. Hay que recordar que ciertamente el chavismo quizás ganó su primera y única elección en 1998, pero luego la rendición de la siempre negociadora elite del antiguo Estado de partidos le facilitó al chavismo desmantelar los poderes públicos para sustituirlos por unos a su medida.

Siguiendo este razonamiento e invocando el más absoluto realismo político en el pasado hemos planteado y explicado la tesis de la ruptura y la salida militar para demoler al régimen chavista. Sin embargo, a pesar de la racionalidad teórica que esta tesis pueda tener hoy las realidades de la geopolítica y de las propias fuerzas militares chavistas la reducen más a un deseo que a un plan político concreto.

La ausencia de una vanguardia política y militar que verdaderamente sea oposición al chavismo ha dejado a millones de venezolanos por su propia cuenta y riesgo. Los que pueden emigran masivamente en oleadas que no paran, los que no pues se quedan resistiendo desafiando todas las dificultades con una sola idea en la cabeza: Sobrevivir y, aunque parezca redundante, no perecer en el intento.

            El rechazo al régimen chavista es rotundo, indiscutible y evidente. Ahora los más beligerantes y altaneros parecen ser las propias bases chavistas furiosas, desengañadas y desilusionadas que sufren los mismos padecimientos que el resto de los venezolanos. Pero no hay mecanismos institucionales para que ese descontento se exprese políticamente y conduzca a un cambio, porque el chavismo los controla todos incluyendo a las fuerzas militares que actúan como el brazo armado del régimen. 

            Entonces, ¿Cómo se puede articular una lucha sostenida contra el régimen chavista que como primera medida busque acumular fuerzas sin caer en las tentaciones de elecciones, negociaciones o aventuras militares improvisadas?

            Una opción que conviene explorar sería concentrar energías en la recuperación del movimiento sindical y gremial en Venezuela, hoy completamente destruido y desacreditado en manos de los partidos del chavismo y la falsa oposición. Habría que plantearse la construcción de un nuevo sindicalismo con una agenda estrictamente social y reivindicativa al margen del régimen y de los partidos políticos. Esto permitiría construir un eje de lucha sobre temas concretos tales como aumentos de salarios, dolarización, contratación colectiva y muchos otros sin que esto signifique disputarle el poder político al régimen chavista hoy acorralado por su incapacidad para manejar la economía pero en una situación relativamente cómoda al no tener una oposición verdadera.

En las protestas de trabajadores y jubilados en los últimos meses han coincidido chavistas y no chavistas para reclamar al régimen por salarios dignos y no pequeñas propinas de 5 dólares que no alcanzan para nada. Pero también coinciden en exigir nuevos sindicatos y líderes sindicales que no estén controlados por el gobierno y los partidos.

Hemos perdido 2 décadas con estrategias fracasadas para salir del chavismo. Bien podríamos invertir las próximas 2 que vienen en un esfuerzo más racional y sistemático para construir una oposición verdadera que a través de sindicatos y gremios, independientes de los partidos, pueda crecer, confrontar con el régimen chavista y obligarlo a hacer concesiones social reivindicativas, sin necesariamente tener que disputarle el poder político, al menos hasta que las condiciones reales objetivas así lo permitan.

@humbertotweets