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Libros: La fuente de «El Soberbio Orinoco» I Letras Al Margen I Gustavo Luis Carrera

El Orinoco irradia una profunda atracción por su imponente majestad. Y siempre se aspiró a dar con el punto inicial de tan extraordinario caudal de agua dulce.

Gustavo Luis Carrera I  LETRAS AL MARGEN                    

     El Gran Padre de los ríos venezolanos, el Orinoco, ha sido polo de atracción de poetas, artistas y novelistas. Como también de aventureros y exploradores. Y para comprender esta notable seducción hay que comenzar por ver las cifras que caracterizan a este gigantesco curso de aguas reposadas y realmente impresionantes. El Orinoco tiene 2.800 kms de largo, y es el tercer río más caudaloso del mundo -después del Amazonas y el Congo- con un caudal promedio de 33.000 m3/s. Inclusive es el más caudaloso en proporción de su cuenca. Su vasta cuenca es de casi un millón de kilómetros cuadrados, algo más que toda la superficie oficial del país. Nada de extraño tiene que ese imponente y majestuoso río haya sido atracción y enigma para propios y extraños.

     EL EXPLORADOR JEAN CHAFFANJON. Hubo intentos de llegar a la fuente del Orinoco desde el siglo XVI, y sobre todo a partir del XVIII. En noviembre de 1884 llegó a La Guaira el geógrafo y explorador francés Jean Chaffanjon, enviado por el Ministerio de Instrucción Pública de Francia para ubicar las fuentes del Orinoco. Chaffanjon realizó dos grandes exploraciones con ese fin: una en 1884, desde Ciudad Bolívar hasta la desembocadura del río Caura; y otra, en 1886-87, siguiendo el curso total del Orinoco, desde Ciudad Bolívar hasta las que supuso que eran las fuentes del gran río. En 1889, Chaffanjon publicó «El Orinoco y el Caura» y «Viaje a las fuentes del Orinoco», ambos textos en francés. Pero, ya antes había enviado informes de sus exploraciones a la Sociedad de Geografía de París, que le valieron, en 1887, ser premiado con una Medalla de Oro, en un homenaje donde lo declararon «descubridor de las fuentes del Orinoco». Aunque, en realidad, Jean Chaffanjon, destacado científico y audaz explorador, llegó al Alto Orinoco, pero no a las fuentes reales del magno río.  .     

     LA NOVELA DE JULIO VERNE. En 1898, Julio Verne, que ya era un autor de fama, publicó su novela «El Soberbio Orinoco» («Le Superbe Orénoque»), en la serie «Viajes Extraordinarios», donde agrupó muchos de sus libros, especialmente los referentes a viajes y exploraciones. Ahora bien, esta novela tomó como base el informe de Chaffanjon sobre su viaje a las cabeceras del río. Y ello de tal manera que el paralelismo es absoluto, incluyendo situaciones, paisajes, pobladores y hasta pequeños detalles pintorescos. Sin duda el libro de Verne es una novelización de lo narrado por el geógrafo. La relación es tan notable que hasta las ilustraciones de la novela son adaptaciones de las del informe de Chaffanjon. De otra parte, hubo correspondencia sobre el tema, dirigida por Chaffanjon a Verne; demostración evidente de la vinculación. En realidad, Verne crea en la novela un personaje ficticio sobre el cual dice que se ayudará mucho en su viaje con el relato de un explorador francés llamado Jean Chaffanjon. A fin de cuentas, el informe de este explorador es lo que da vida informativa y descriptiva a la novela, que sólo añade personajes y una historia de aventuras y romance. Así, se evidencia que Verne no esconde totalmente el informe de Chaffanjon; pero no le concede la primacía que le corresponde.  

     ETERNA ATRACCIÓN DEL GIGANTESCO RÍO.  El fracaso en ubicar las fuentes del Orinoco no hizo más que incentivar el empeño en lograrlo. Y esto sólo fue posible sesenta y cuatro años después del intento de Chaffanjon y cincuenta y tres de la publicación del libro de Verne: el 22 de noviembre de 1951 la Expedición Franco-Venezolana del Alto Orinoco, bajo el comando del mayor Franz Rísquez Iribarren, llegó a las fuentes del gran río. Este hecho, producto de un complejo proyecto, de enrevesada realización, curiosamente contó con la participación, junto a los venezolanos, de especialistas franceses, que parecían venir a reivindicar el esfuerzo de Chaffanjon. Destacábamos al comienzo la particular atracción ejercida por el Orinoco, y que esto se hizo notar desde el primer avistamiento por ojos europeos de tan magnífico caudal de agua dulce. Prueba de ello son las palabras de Colón en carta de su tercer viaje, al respecto: «No creo que se sepa en el mundo de río más grande y tan fondo». A propósito de la novela de Verne, un nieto de Jean Chaffanjon hizo, en París, una edición conjunta -que yo poseo- del informe del científico viajero y de la narración novelada, para reivindicar el valor determinante del documento elaborado por su abuelo. A fin de cuentas, para el extraordinario prestigio del Orinoco se suman el aporte del geógrafo explorador y la narración fabulada del famoso novelista de aventuras y de anticipación científica.           

     VÁLVULA: «El Orinoco irradia una profunda atracción por su imponente majestad. Y siempre se aspiró a dar con el punto inicial de tan extraordinario caudal de agua dulce. Jean Chaffanjon trató de ubicarlo; mientras Julio Verne, basándose en el informe del científico, noveló tal esfuerzo. Y entre ambos proyectaron mundialmente una visión resumida en el título del libro: «El Soberbio Orinoco».    

                                                                                                    glcarrerad@gmail.com

El Orinoco irradia una profunda atracción por su imponente majestad. Y siempre se aspiró a dar con el punto inicial de tan extraordinario caudal de agua dulce. 

Gustavo Luis Carrera I  LETRAS AL MARGEN                    

     El Gran Padre de los ríos venezolanos, el Orinoco, ha sido polo de atracción de poetas, artistas y novelistas. Como también de aventureros y exploradores. Y para comprender esta notable seducción hay que comenzar por ver las cifras que caracterizan a este gigantesco curso de aguas reposadas y realmente impresionantes. El Orinoco tiene 2.800 kms de largo, y es el tercer río más caudaloso del mundo -después del Amazonas y el Congo- con un caudal promedio de 33.000 m3/s. Inclusive es el más caudaloso en proporción de su cuenca. Su vasta cuenca es de casi un millón de kilómetros cuadrados, algo más que toda la superficie oficial del país. Nada de extraño tiene que ese imponente y majestuoso río haya sido atracción y enigma para propios y extraños.

     EL EXPLORADOR JEAN CHAFFANJON. Hubo intentos de llegar a la fuente del Orinoco desde el siglo XVI, y sobre todo a partir del XVIII. En noviembre de 1884 llegó a La Guaira el geógrafo y explorador francés Jean Chaffanjon, enviado por el Ministerio de Instrucción Pública de Francia para ubicar las fuentes del Orinoco. Chaffanjon realizó dos grandes exploraciones con ese fin: una en 1884, desde Ciudad Bolívar hasta la desembocadura del río Caura; y otra, en 1886-87, siguiendo el curso total del Orinoco, desde Ciudad Bolívar hasta las que supuso que eran las fuentes del gran río. En 1889, Chaffanjon publicó «El Orinoco y el Caura» y «Viaje a las fuentes del Orinoco», ambos textos en francés. Pero, ya antes había enviado informes de sus exploraciones a la Sociedad de Geografía de París, que le valieron, en 1887, ser premiado con una Medalla de Oro, en un homenaje donde lo declararon «descubridor de las fuentes del Orinoco». Aunque, en realidad, Jean Chaffanjon, destacado científico y audaz explorador, llegó al Alto Orinoco, pero no a las fuentes reales del magno río.  .     

     LA NOVELA DE JULIO VERNE. En 1898, Julio Verne, que ya era un autor de fama, publicó su novela «El Soberbio Orinoco» («Le Superbe Orénoque»), en la serie «Viajes Extraordinarios», donde agrupó muchos de sus libros, especialmente los referentes a viajes y exploraciones. Ahora bien, esta novela tomó como base el informe de Chaffanjon sobre su viaje a las cabeceras del río. Y ello de tal manera que el paralelismo es absoluto, incluyendo situaciones, paisajes, pobladores y hasta pequeños detalles pintorescos. Sin duda el libro de Verne es una novelización de lo narrado por el geógrafo. La relación es tan notable que hasta las ilustraciones de la novela son adaptaciones de las del informe de Chaffanjon. De otra parte, hubo correspondencia sobre el tema, dirigida por Chaffanjon a Verne; demostración evidente de la vinculación. En realidad, Verne crea en la novela un personaje ficticio sobre el cual dice que se ayudará mucho en su viaje con el relato de un explorador francés llamado Jean Chaffanjon. A fin de cuentas, el informe de este explorador es lo que da vida informativa y descriptiva a la novela, que sólo añade personajes y una historia de aventuras y romance. Así, se evidencia que Verne no esconde totalmente el informe de Chaffanjon; pero no le concede la primacía que le corresponde.  

     ETERNA ATRACCIÓN DEL GIGANTESCO RÍO.  El fracaso en ubicar las fuentes del Orinoco no hizo más que incentivar el empeño en lograrlo. Y esto sólo fue posible sesenta y cuatro años después del intento de Chaffanjon y cincuenta y tres de la publicación del libro de Verne: el 22 de noviembre de 1951 la Expedición Franco-Venezolana del Alto Orinoco, bajo el comando del mayor Franz Rísquez Iribarren, llegó a las fuentes del gran río. Este hecho, producto de un complejo proyecto, de enrevesada realización, curiosamente contó con la participación, junto a los venezolanos, de especialistas franceses, que parecían venir a reivindicar el esfuerzo de Chaffanjon. Destacábamos al comienzo la particular atracción ejercida por el Orinoco, y que esto se hizo notar desde el primer avistamiento por ojos europeos de tan magnífico caudal de agua dulce. Prueba de ello son las palabras de Colón en carta de su tercer viaje, al respecto: «No creo que se sepa en el mundo de río más grande y tan fondo». A propósito de la novela de Verne, un nieto de Jean Chaffanjon hizo, en París, una edición conjunta -que yo poseo- del informe del científico viajero y de la narración novelada, para reivindicar el valor determinante del documento elaborado por su abuelo. A fin de cuentas, para el extraordinario prestigio del Orinoco se suman el aporte del geógrafo explorador y la narración fabulada del famoso novelista de aventuras y de anticipación científica.           

     VÁLVULA: «El Orinoco irradia una profunda atracción por su imponente majestad. Y siempre se aspiró a dar con el punto inicial de tan extraordinario caudal de agua dulce. Jean Chaffanjon trató de ubicarlo; mientras Julio Verne, basándose en el informe del científico, noveló tal esfuerzo. Y entre ambos proyectaron mundialmente una visión resumida en el título del libro: «El Soberbio Orinoco».    

                                                                                                    glcarrerad@gmail.com

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.

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