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¿Por qué el chavismo va a elecciones? I Opinión I Humberto González Briceño

Para satisfacer los protocolos de legalidad y legitimidad tanto en la política internacional como en la doméstica el chavismo solo puede ir a unas elecciones que ellos organizan, según su conveniencia.

Humberto González Briceño

Una pregunta que no puede evadirse a la hora de hacer análisis político en Venezuela es ¿Por qué el régimen chavista, a diferencia de otras tiranías, va a elecciones donde se enfrenta con otras opciones y a la final siempre las gana? ¿Por qué el chavismo, con todo el poder político y militar, se “arriesga” a contarse y perder en unas elecciones? Con todos los recursos militares, políticos y financieros el régimen chavista, desde tiempos de Hugo Chávez en la cúspide de su poder, ha podido optar por el modelo político cubano, por ejemplo, y saltarse todas las maromas electorales. ¿Por qué no lo hicieron ¿Por qué no lo hacen?

Hay diferencias sustanciales entre el Estado chavista y otras tiranías que tienen que ver con el entorno geopolítico y la morfología institucional de cada una. Cuba, por ejemplo, aunque está en el área geográfica de influencia de los Estados Unidos no representa ningún interés relevante para el imperio norteamericano. Venezuela, por el contrario, incluso en la era chavista, ha sido un proveedor estratégico y confiable de petróleo para los Estados Unidos, a pesar de los ataques escatológicos que nunca pasan de ser meros formalismos retóricos.

En el desarrollo de esta confrontación entre los Estados Unidos y el chavismo, que se ejercita en varios foros internacionales, este se ve precisado a cumplir ciertos protocolos que le permitan seguir usando las credenciales de legalidad y legitimidad frente a países aliados y  otros que no lo son. Precisamente la fórmula electoral le otorga al Estado chavista las cualidades de legalidad y legitimidad en el concierto internacional para ser reconocido como tal régimen político (más allá de la aventura fallida del interinato de Juan Guaido desmontada por su inefectividad por los propios Estados Unidos). Esto pone la discusión sobre Venezuela en una posición muy cómoda para el chavismo porque parte del reconocimiento de un sistema político que tiene “fallas” las cuales hay que mejorar. Otros dirán que hay que ampliar las garantías políticas como si se tratara de algo que ya existe y cuyo déficit hay que corregir.

Hacer elecciones, aunque sean en un marco estrictamente controlado, le permite al chavismo matar el argumento de los fundamentalistas democráticos que sin tomar en cuenta  la morfología del Estado chavista solo se limitan a dar cuenta de un resultado electoral, porque a fin de cuentas la voluntad del pueblo es la voluntad de Dios. Y si el chavismo sigue ganando todas las elecciones que el propio chavismo organiza en Venezuela en lugar de preguntarse por qué solo habría que resignarse a aceptar que Dios lo ha querido así.

En lo interno el chavismo necesita hacer elecciones, aunque estas sean amañadas, para convencer a sus propias clientelas y persuadir a sus propias Fuerzas Armadas de su origen popular. Las ideas de lo “democrático” y lo “popular” están enraizadas en la cultura política de los venezolanos, de la cual las clientelas chavistas forman parte. La fiesta, el carnaval, y el cotillón electoral son ritos y fetiches necesarios, hasta para los chavistas, a la hora de la consagración democrática. Las elecciones les sirven a las clientelas, civiles y militares, del chavismo para justificarse a sí mismas, aunque nadie vote porque lo que cuenta es el resultado adjudicado por la autoridad electoral.

Pero el chavismo no podría darse el lujo de ir a unas elecciones para perder o para ver su infecunda revolución bolivariana derrotada a los 5 años. Para satisfacer los protocolos de legalidad y legitimidad tanto en la política internacional como en la doméstica el chavismo solo puede ir a unas elecciones que ellos organizan, según su conveniencia, y donde por supuesto también cuentan los votos y adjudican los resultados. Solo así pueden repetir el milagro miles de veces sin que pierda efectividad.

El controlar todo el entramado político e institucional y manejar en forma directa a su falsa oposición son garantías de que esas elecciones, así concebidas, jamás serán un peligro para el Estado chavista. Sin embargo, el chavismo ha demostrado una extraordinaria capacidad para sortear la adversidad de factores geopolíticos y abortar crisis internas de índole civil y militar. Y no se puede descartar que ellos se muevan a otras fórmulas de mayor control político y social, donde quizás se mejore el mecanismo de sometimiento pero sin desprenderse de la imagen democrática.

Mientras el chavismo se presente a sí mismo como un régimen político con fallas, pero legitimado electoralmente por el pueblo, y sea aceptado como tal en la comunidad internacional siempre podrá colearse en las reuniones de los fundamentalistas democráticos y presentar resultados electorales sin que nadie se atreva a cuestionar las fallas de diseño del modelo que los generó. En esas condiciones siempre será rentable políticamente para el chavismo hacer unas elecciones trucadas o cualquier otra cosa que se le parezca.-

@humbertotweets  

EL AUTOR es abogado y analista político, con especialización en Negociación y Conflicto en California State University.

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