El problema que tienen que resolver los operadores del régimen es como justificar un balance donde, producto de la actual coyuntura, cualquier resultado de ese referéndum sea interpretado irreversiblemente como una derrota.
Humberto González Briceño
En los últimos días ha resultado más que evidente que el chavismo firmó los Acuerdos de Barbados y hasta aceptó la proclamación como candidata de la falsa oposición a la popular María Corina Machado porque nada de ello ponía en riesgo la estabilidad del régimen. Quienes aún celebran el triunfo de Machado ingenuamente creen que el chavismo les va a organizar una elección para entregarles el poder. De hecho mientras la falsa oposición y sus clientelas festejaban con infantilismo los resultados los operadores del régimen afinaban la fase final de lo que será la inminente suspensión de las elecciones del 2024 con el pretexto de una confrontación bélica con Guyana por el tema del Esequibo.
Tan solo unas semanas antes de la firma de los Acuerdos de Barbados y de celebrarse la Primaria de la falsa oposición Nicolás Maduro y Jorge Rodríguez anunciaron en forma improvisada la convocatoria de un Referéndum Consultivo “para que el pueblo decidiera que hacer sobre Esequibo”. La improvisación de la convocatoria quedaría confirmada con unas preguntas más improvisadas aún y plagadas de errores históricos, jurídicos, y hasta gramaticales que solo han aumentado la confusión y la incertidumbre sobre dicho evento.
Algunos operadores del chavismo presentaron en su momento observaciones y sugerencias para mejorar y precisar el alcance y comprensión de las preguntas en el Referéndum, pero todas fueron desestimadas y hoy aparecen como ratificadas por la pseudo legalidad del Tribunal Supremo de Justicia chavista. La urgencia en imponer las preguntas y convocar el Referéndum demuestran que el interés real del chavismo no es emprender una acción genuina para la recuperación del Esequibo sino más bien usar en forma burda el delicado y crucial tema para procurarse apoyos en su menguada y debilitada base militar.
Hay quienes ven en esta acción desesperada e improvisada del régimen chavista una copia de lo que hicieron los militares argentinos cuando tomaron Las Malvinas e iniciaron una confrontación militar con Gran Bretaña para provocar artificialmente una ola de patriotismo que a su vez sirviera de apoyo al régimen político, ya de por sí decadente. No compartimos esa lectura miope de la coyuntura porque la diferencia con Argentina y la situación actual de Venezuela es que aquí, por el contrario, hay una corriente nacional que incluye hasta chavistas en contra del referéndum del 3 de diciembre.
Quienes se autodefinen como opositores al régimen, conformados por quienes apoyan la vía electoral y quienes la rechazan, coinciden en ver una clara maniobra política detrás del referéndum para usarlo como excusa en la suspensión de la farsa electoral del 2024. Por su parte hay chavistas que todavía no entienden el porqué de la convocatoria y menos aún el tenor de las preguntas que en su premura el régimen no ha logrado explicar.
De esta manera el régimen chavista se enfrenta a la elección del 3 de diciembre con un electorado masivamente en contra y con unas bases propias confundidas. El problema que tienen que resolver los operadores del régimen es como justificar un balance donde, producto de la actual coyuntura, cualquier resultado de ese referéndum sea interpretado irreversiblemente como una derrota. ¿Qué queremos decir con esto? Que no se puede negar la posibilidad de que una mayoría, entendiendo correctamente la naturaleza de la maniobra política, decida ir al evento y votar No en las 5 preguntas como un rechazo al régimen que en el 2004 entregó El Esequibo a Guyana.
Pero el escenario más probable es que, precisamente como un rechazo a la manipulación chavista, la inmensa mayoría de los venezolanos decida no acudir a votar, dejando como resultado una abismal abstención del 80% o más. Ante esta situación al chavismo no le quedará alternativa que inventar unos resultados favorables, como siempre lo ha hecho en otros fraudes electorales. Pero tendrán que maquillar muy bien esos números porque un triunfo del Sí en todas las preguntas con una masiva abstención no es otra cosa que una miserable derrota.
Algunos ingenuos, desde una posición aparente de nacionalismo y neutralidad política, están proponiendo hacer a un lado las diferencias y acompañar al chavismo en su referéndum. Esas posturas no solo son ingenuas sino irresponsables porque además admiten que el referéndum, al no ser vinculante, solo sirve como un recurso mediático para disuadir a Guayana. La realidad es que al ser el régimen chavista, en la viva voz de Hugo Chávez, quien le reconoció derechos a Guyana sobre El Esequibo no hay forma de disociar el tema limítrofe de la política interna. La realidad es que solo con un cambio de régimen político por uno auténticamente patriota y nacionalista Venezuela podrá emprender acciones exitosas para recuperar El Esequibo.
Pero, primero lo primero. No votar en el referéndum del 3 de diciembre es un ejercicio militante de patriotismo y nacionalismo en contra de quienes no solo entregaron El Esequibo sino además han vulnerado sistemáticamente la integridad del territorio nacional desde 1999. Así parece interpretarlo hoy la inmensa mayoría de los venezolanos.