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El 1×10 en la FANB chavista

El objetivo es quedarse con un grupo reducido pero dispuesto a seguir en forma ciega y fanática órdenes absurdas e irracionales como linchar físicamente a la población civil desarmada que salga a la calle a reclamar el fraude.

Humberto González Briceño

            Hace unas semanas se hizo viral un video en el cual Diosdado Cabello lamentaba y reclamaba a sus compañeros del PSUV que el 1×10 no se estaba cumpliendo. Esta fórmula matemática es también la denominación de la otrora “operación remolque” de la vieja Acción Democrática a la cual se le atribuyen sus victorias electorales en el pasado.

En esencia el 1×10  consiste en que un operador político (activista) a nivel municipal o de un centro de votación tiene la tarea de reclutar 10 personas (votos), monitorearlos y garantizar que vayan a votar por el candidato del partido el día de las elecciones. Se trata de una forma clásica de división del trabajo electoral que en estos tiempos no es exclusiva del PSUV chavista y permite asegurar lo que se conoce como un “voto duro” que otorga una sólida base de arranque para cualquier contienda electoral.

            El reclamo de Cabello fue inmediatamente celebrado por la oposición electorera (PUD/MUD) como un inequívoco signo de debilidad y derrota del chavismo frente a una oposición que desborda de alegría las calles de Venezuela con María Corina Machado y Edmundo Gonzalez a la cabeza.

            Claro, en una guerra donde el chavismo se lo juega todo para seguir en el poder convendría considerar la posibilidad que la “filtración” del video con la frustración de Diosdado Cabello por no poder cumplir con la cuota del 1×10 es más bien un acto deliberado y no un simple descuido.

            Este incidente del 1×10 así como la limitación de los testigos de mesa a electores inscritos en ese centro de votación y muchos otros contribuyen a desviar el eje de lo político y lo reduce a lo meramente electoral. En otras palabras, este tipo de discusión de las cuales fácilmente se hace eco la falsa oposición de a PUD/MUD salva completamente la responsabilidad del CNE y de todo el sistema electoral chavista al hacernos creer que el 28 de julio es un día que se está decidiendo con votos.

            Este tipo de prédica hace énfasis en que el resultado electoral del 28 de julio dependerá exclusivamente de la capacidad de arrastrar votos con operativos como el 1×10 o de lo que pase en las mesas con la vigilancia de los votos e intencionalmente se deja a un lado quién controla los operadores de las máquinas de votación y la sala de totalización del CNE chavista.

            A la luz del mega fraude electoral que intentará perpetrar el chavismo es totalmente irrelevante operaciones de remolque de electores como el 1×10 u operativos para defender los votos en las mesas -¿Cómo se defiende un voto electrónico?- porque lo que en definitiva cuenta es el acta que emita la máquina electoral.

            Algunas voces ingenuas o sazonadamente perversas de la falsa oposición aseguran que la clave para impedir el fraude está en recolectar todas las actas emitidas por el 100% de las máquinas electrónicas de votación. Ellos esperan que la inconsistencia ocurra entre el resultado de dichas actas y la data que se envíe a la sala de totalización del CNE.

Dados los recursos tecnológicos e institucionales que tiene a su disposición el régimen chavista lo más probable es que los datos de las actas emitidas por las máquinas coincidan en un 100% con lo transmitido vía electrónica al CNE y sobre estos resultados se deje a los testigos de la PUD/MUD atónitos con actas en mano mientras se proclama con esos mismos resultados a Nicolás Maduro. 

            Basta ver la escuálida, impotente y contradictoria campaña de Nicolás Maduro para concluir no que se preparan para aceptar con resignación la derrota sino más bien que se mueven con la desvergüenza imperturbable de quien conoce los resultados de antemano.

            El 28 de julio el destino de Venezuela no se decidirá con votos en los centros electorales. El desarrollo de la nueva etapa se decide ese día en los cuarteles y en los componentes militares cuyos oficiales y tropa tendrán que definir si apoyan o no la estafa electoral del chavismo como ya lo hicieron el pasado 3 de diciembre a propósito del fallido referéndum sobre el Esequibo.

            El verdadero 1×10 que cuenta para el régimen, y en el cual ha invertido todas sus energías, es el que ocurre dentro de las FANB chavistas para impedir que con el despliegue masivo de militares el 28 de julio ocurran hechos imprevistos o imponderables que saquen a algunos del guión oficial. 

            ¿Cuántos Christopher Figuera aún quedan en las FANB chavistas? ¿Cuántos oficiales con mando de tropa podrían tener un momento de debilidad y ceder al reclamo popular frente al fraude electoral? ¿Cuántos soldados se negaran a obedecer cuando sus superiores les ordenen defender con las armas la estafa electoral del chavismo?

            El 1×10 en las FANB chavistas es una carrera de velocidad y resistencia contra el tiempo para cumplir todas las tareas de inteligencia, segregación y neutralización antes del 28 de julio. En este caso cada oficial comprobadamente socialista y chavista tiene la tarea de identificar a aquellos diez que no muestren en forma indubitable el mismo nivel de servilismo o superior para desarmarlos y hacerlos a un lado.

            El objetivo es quedarse con un grupo reducido pero dispuesto a seguir en forma ciega y fanática órdenes absurdas e irracionales como linchar físicamente a la población civil desarmada que salga a la calle a reclamar el fraude.

            Matemáticamente hablando, y si consideramos a las FANB chavistas como un reflejo de la sociedad venezolana, el 1×10 en el sector militar estaría dejando a un lado al 90% de los oficiales y tropa que aun definiéndose ellos mismos como chavistas no lo serían suficientemente ante los ojos del régimen. Ese es un universo bastante grande que podría cambiar dramáticamente la correlación de fuerzas si estuviese motivado a actuar, pero sobre todo si tuviese la capacidad de auto coordinarse y superar el extenso alcance de las redes de espionaje cubano dentro de las FANB.

@humbertotweets

EL AUTOR es abogado y analista político, con maestría en Negociación y Conflicto en California State University.

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