A los militares chavistas no se les va a pedir que defiendan un fraude, sino que defiendan la legalidad que ha sido expresada por los órganos jurídico-políticos del régimen.
Humberto González Briceño
En un régimen tiránico como el chavista es el escenario militar donde se decide la política, no en la calle ni en unas elecciones fraudulentas. Esta tesis se sustenta en el papel instrumental que ha ejercido unas FANB que no están al servicio de la nación sino de la macolla gobernante. Es a través de la violencia física e institucional ejercida a través de su componente militar como el chavismo ha logrado imponerse en contra de la mayoritaria voluntad nacional.
Pero esta tesis no implica o no puede implicar un desconocimiento de la presión de la gente en contra del régimen desde la calle, aunque este sea incidental y hasta simbólico. ¿Por qué? Porque si bien es cierto que un pueblo desorganizado, desarmado y atemorizado no tiene la capacidad orgánica de enfrentar en forma directa al régimen chavista sí podría ejercer presión sobre uno de sus pilares, en este caso el militar, no para combatirlo sino para tratar de fracturarlo y eventualmente lograr que algunas de sus facciones cambien de bando.
La mayoría de los defensores de la vía electoral para sacar al chavismo del poder apuestan a que el CNE chavista proclame unos resultados favorables y a partir de ese momento el régimen y en especial sus Fuerzas Militares acaten la decisión popular y se inicie de inmediato el proceso de transición. Es indudable que si el CNE anuncia unos resultados favorables a Edmundo Gonzalez es porque el régimen decidió rendirse. Por lo que no es probable que una vez anunciados esos resultados sean desconocidos por las FANB o el TSJ chavista. Por eso lo vemos como un escenario muy improbable.
Por el contrario, lo más probable es que el CNE chavista proclame a Nicolás Maduro ganador y los órganos del Estado chavista como las FANB y el TSJ cierren filas defendiendo su propia pseudo legalidad.
Ante la ausencia de garantías institucionales para revertir esa decisión del Estado chavista a quienes apoyan la candidatura de Gonzalez y la tesis de voto no les quedará otra opción lógica que presionar desde la calle. En esa coyuntura tan especial se requiere de una dirección política y de un liderazgo que esté dispuesto a convocar a la calle y además tenga la claridad del objetivo político que se persigue. Este no podría ser el mítico y metafísico llamado a que “el pueblo tome el poder”.
El objetivo de esta masiva movilización debería ser ejercer presión sobre el componente militar para tratar de lograr su fractura y en ese proceso ganar aliados militares dentro de la actual estructura, dispuestos a hacer respetar un resultado que ha sido violentado en contra de la propia Constitución chavista.
Este posible desarrollo no es un secreto para el chavismo. Por eso el Estado chavista ha sido incruento e insolente con sus propios militantes, porque sabe perfectamente que si se fractura el componente militar ese régimen con todos sus órganos estaría técnica y materialmente caído.
Por eso todo lo que hace el chavismo en el marco del fraude electoral no hay que verlo como tácticas para robar votos en las mesas electorales que es como lo presenta la falsa oposición. Todas las acciones del chavismo apuntan a presentar un resultado que aunque no se parezca a la realidad permita racionalizarlo ante los ojos de su componente militar, que es lo único que importa, y sus operadores. En otras palabras, a los militares chavistas no se les va a pedir que defiendan un fraude sino que defiendan la legalidad que ha sido expresada por los órganos jurídico-políticos del régimen.
Tampoco es probable que un oficial o un soldado entrenado en la obediencia a la ley y sus superiores puedan ejercitar algún tipo de discernimiento que le permita distinguir la realidad de la maniobra. En todo caso, y como siempre ha ocurrido en el seno de las fuerzas militares, hay facciones mayoritarias y minoritarias que se mueven en bloques según perciban donde está la correlación dominante. Esa fue la lógica que se impuso el 14 de Abril del 2002 cuando varios comandantes militares lograron coordinarse para restituir a Hugo Chávez en el poder.
Una de las dificultades que va a tener la falsa oposición electoral que apoya a Edmundo Gonzalez y lidera María Corina Machado es justamente resolver que hacer la noche del 28 de julio. Sobre todo porque los operadores de la MUD han cedido ante el chantaje del régimen en el sentido de actuar como camisas de fuerza y cortafuegos en contra de la reacción popular de sus propios seguidores ante un resultado adverso.
Y, como ya lo hemos explicado, sin una dirección política y sin un liderazgo con una estrategia para buscar el quiebre de la FANB chavista será muy difícil, si no imposible, siquiera intentar captar aliados dentro de ese oscuro e impredecible ecosistema. Si la ambigüedad y la improvisación es lo que se impone como conducta desde la falsa oposición le será relativamente fácil al régimen chavista anunciar sus resultados, demandar de sus fuerzas militares pleno acato a esa legalidad y neutralizar de ser necesario a algunos oficiales y efectivos que demuestren inconformidad.
EL AUTOR es abogado y analista político, con maestría en Negociación y Conflicto en California State University.