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Paz armada, sin justicia ni libertad

A los componentes militares del régimen chavista se les está suministrando un contenido ideologizado para asegurar su total obediencia en las tareas que garanticen el fraude electoral.

Humberto González Briceño

            El régimen chavista tiene sus objetivos claros. Esto es hacer todo lo que sea necesario para seguir en el poder, aunque eso signifique pisotear su propia Constitución de 1999. Por eso tras la apariencia de un proceso electoral semi-competitivo en el cual participa la oposición de la PU/MUD subyace una realidad que muy pocos operadores políticos quieren admitir.

            En Venezuela no hay instituciones, no existen garantías políticas y la figura de un estado de derecho como expresión de una sociedad política organizada regulada por leyes e instituciones es algo que desapareció en algún momento después de 1999.

            En este contexto político las Fuerzas Armadas, que dejaron de ser de la nación venezolana para convertirse en el brazo armado del chavismo, son en definitiva el pilar fundamental sobre el cual descansa todo el ecosistema corrupto y criminal del Estado chavista.

            Se puede decir, sin exagerar, que el componente militar es en buena medida el gran elector que permite por medio de la fuerza y la violencia sobre la población civil desarmada que el chavismo siga en el poder. Las elecciones como están planteadas no son más que una estafa de la cual la espasmódica falsa oposición de la PU/MUD decidió hacerse cómplice solo para negociar su propia supervivencia.

            Partimos de la premisa que estamos frente a unas elecciones que ya han sido arregladas de antemano y cuyos resultados favorables al régimen ya están decididos por virtud del masivo y continuado fraude electoral. Sin embargo, a pesar de estar frente a un resultado blindado por el Estado chavista el chavismo está en campaña, sale a la calle a “buscar los votos” con Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello tanto como lo hacen Edmundo Gonzalez, María Coria Machado y todo el elenco de la PU/MUD.

            Algunos desprevenidos y otros no tanto se apoyan en esta observación y remarcan que estamos frente a la irrefutable prueba que el chavismo desesperado no las tiene todas consigo y debe salir a conquistar los votos por lo cual, dicen, se le puede ganar por la vía electoral. Otros que quieren fingir una sospechosa objetividad se apresuran a agregar que es seguro que al chavismo se le puede ganar con votos, otra cosa será si el chavismo decide no entregar el poder.

            Esta suposición se apoya en la ingenuidad de esperar que el chavismo anuncie unos resultados en contra de sí mismo y luego intente desconocerlos. La mecánica interna del fraude parece ir por otras vías que muestran la alta probabilidad de que el chavismo anuncie que ganó las elecciones en contra de la mayoría de los pronósticos y las encuestas. Sobre este resultado cerrarían filas todos los componentes del aparato estatal chavista, incluidas sus fuerzas armadas. Por eso es comprensible que el chavismo ofrezca firmar un acuerdo para reconocer los resultados que en la práctica sería un documento para reconocer por anticipado el fraude electoral.

            Lo cierto es que a pesar de disponer de todos los mecanismos para perpetrar el fraude electoral el chavismo está en campaña. ¿Por qué? Ellos mejor que nadie saben que los votos no están decidiendo nada. Por eso la campaña chavista está cargada de unos extraños e incomprensibles contenidos que no conectan con la mayoría de los potenciales electores. Los ejes argumentales más notables son las ideas de paz y soberanía. Las encuestas y la propaganda oficialista hace un extraordinario énfasis en que los venezolanos por encima de todas las cosas lo que más anhelan es…la paz.

            Según este discurso para la mayoría de los venezolanos no importa el hambre, la miseria y toda la constelación de carencias materiales que se sufren en Venezuela porque, según dicen, lo único que quiere la gente es paz. Y por supuesto, el único que tiene el monopolio de la violencia para garantizar esta paz armada es precisamente el régimen chavista. Pero esta manipulación queda destrozada por la realidad al constatar que si bien es cierto la población civil venezolana está desarmada también es cierto que diariamente se producen cientos de protestas y manifestaciones en la calle contra el régimen chavista lo cual evidencia que si existe una comprensión sobre la necesidad de confrontar al chavismo para expulsarlo del poder y detener su acción depredadora sobre Venezuela.

            Sin duda que esa falacia de una Venezuela que quiere la paz, sin justicia ni libertad o que está dispuesta a arrodillarse para evitar la violencia del régimen no tiene ninguna conexión con la mayoría de los venezolanos que están en modo de supervivencia. Donde estas ideas tienen una influencia decisiva y es precisamente hacia donde apunta la campaña del chavismo es en el seno de las fuerzas militares.

            A los componentes militares del régimen chavista se les está suministrando un contenido ideologizado para asegurar su total obediencia en las tareas que garanticen el fraude electoral. Asegurar la paz armada con fundamento en la Constitución de 1999 y siguiendo los lineamientos del aparato estatal chavista es algo que le resultará totalmente viable a esa Fuerza Armada que es estructuralmente obediente y a la cual se le ofrecerán todos los argumentos que sean necesarios para racionalizar y normalizar el fraude electoral.           

La paz armada que ofrece el chavismo en su campaña electoral no busca persuadir a los venezolanos sino más bien poner en sintonía y coordinar a los componentes armados del régimen para defender la legalidad de un resultado aunque contenga todos los componentes materiales y formales del  fraude.

@humbertotweets

EL AUTOR es abogado y analista político, con maestría en Negociación y Conflicto en California State University.

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