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FANB chavista se compromete con Maduro y su fraude electoral

Estamos frente a unas Fuerzas Armadas que a pesar de su deterioro interno sigue actuando como el único componente que sostiene al régimen chavista mediante la violencia y la represión.

Humberto González Briceño

Hace dos semanas en esta columna de La Razón planteamos la tesis que dada la dificultad para conocer lo que ocurre dentro de las Fuerzas Armadas chavistas su comportamiento orgánico e individual el día 28 de julio nos daría pistas concretas sobre lo que se podría esperar de ella en esta coyuntura y en la etapa que sigue.

            Nuestro planteamiento se basaba en dos premisas que siempre hemos defendido por muchos años a la hora de analizar la situación de Venezuela. La primera es que bajo el régimen chavista jamás han existido ni existirán elecciones limpias. Las elecciones en Venezuela han quedado reducidas a un ejercicio de fraude continuado y sistemático para dar cierta legitimidad al régimen chavista.

            La segunda premisa es que la degradación de las Fuerzas Armadas a un mero brazo armado al servicio de la oligarquía gobernante pulveriza cualquier intento democrático o institucional para buscar el cambio político y solo deja abiertas vías de hecho, muy posiblemente violentas, bien sean estas de orden interno o internacional.

            Sin embargo no se podía pretender que con el enunciado de estas dos premisas la realidad quedaría agotada. Era preciso agregar otros elementos al análisis para tratar de entender cuál exactamente podría ser el rol decisivo del componente armado en el sostenimiento o la caída del régimen chavista.

            Entonces, coincidiendo con otros analistas y observadores, señalamos que no se podía ignorar tanto la corrupción generalizada en las FANB chavistas como el estado de depauperación material de los oficiales y la gran mayoría de los soldados que junto a sus familias sufren los rigores de sobrevivir en un país cuyo sistema social y productivo ha sido destruido por el chavismo.

            En otras palabras, era necesario asignarle un peso específico en el análisis al papel que podría jugar la situación de deterioro de la vida de los militares que en promedio no ganan más de 9 dólares al mes y sus generales algo más que miserables 40 dólares. En teoría, una tropa y una oficialidad pasando hambre sería el caldo de cultivo perfecto para fermentar oportunidades de rebelión.

            Sin embargo, este factor tampoco podría explicar toda la realidad que se vive dentro de esa FANB si no se incorpora el hecho público y notorio que el aparato policial y represivo del régimen chavista también reserva importantes recursos y energías para vigilar y someter a sus propios efectivos militares y policiales. Sin duda, un clima donde todos son tratados como sospechosos bajo un sistema donde todos vigilan a todos es muy difícil potenciar el clima de conflictividad mediante una coordinación que adquiera el rango de una rebelión viable y exitosa.

            La combinación de todos estos factores bajo las dos premisas ya antes explicadas es lo que nos presenta como resultado el comportamiento individual y orgánico de las FANB chavistas el 28 de julio y durante los días siguientes. Los hechos han permitido constatar que si bien la gran mayoría de los venezolanos votaron por Edmundo Gonzalez eso no significó absolutamente nada para las Fuerzas Armadas quienes en la voz de Padrino López siempre aseguraron que respetarían la decisión legal del CNE chavista. Peligrosa y delicada sutileza que descartaba de hecho lo opuesto, esto es respetar la voluntad de los electores.

            También se ha podido verificar, por lo menos hasta ahora, que si bien es cierto que existe gran malestar e insatisfacción entre los militares de bajo rango por las pésimas condiciones socioeconómicas que sufren, este descontento no es suficiente por sí solo para provocar una rebelión. La falta de un liderazgo que agrupe y coordine el rechazo al régimen en el sector  militar es evidente y tiene un peso importante que no se puede ignorar. La ausencia de opciones viables para cambiar esta situación dentro de las FANB es lo que en buena medida explica los altísimos niveles de deserción que se ven estos días. La mejor evidencia es que para poder operar el Plan República a escala nacional el Ministerio de la Defensa tuvo que acudir a las policías regionales y las milicias chavistas dándoles uniformes y credenciales.

            Estamos frente a unas Fuerzas Armadas que a pesar de su deterioro interno sigue actuando como el único componente que sostiene al régimen chavista mediante la violencia y la represión. Esta es una situación que muy probablemente no cambiará en el futuro inmediato.

 @humbertotweets

EL AUTOR es abogado y analista político, con maestría en Negociación y Conflicto en California State University.

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