Los chavistas han saqueado a Venezuela sin piedad y sin vergüenza. Para el fascismo chavista del siglo XXI parecieran no existir límites de cuanto más se puede hacer para destruir un país.
Humberto González Briceño
No hay duda que el cuadro que se nos revela hoy es el resultado de 25 años de saqueo permanente en una época en la que Venezuela nunca supo lo que era una rendición de cuentas.
Así el chavismo depredador, que no escatima a regalar pedazos de territorio o millones de barriles de petróleo para seguir atornillado en el poder, se ha convertido en la némesis más evidente de los venezolanos al punto de castigar implacablemente la mayoría que votó en contra de Nicolás Maduro.
Pero el saqueo de Venezuela no parece ser un logro exclusivo de los chavistas que han dejado al pueblo sin comida, sin educación, sin salud, y sin patria. A la acción depredadora de los chavistas hay que sumar a la falsa oposición colaboracionista que encontró la manera de sacarle provecho a la situación vendiendo ilusiones electorales durante 25 años. A ellos también les correspondió su buena tajada del tesoro público asignada generosamente por el régimen chavista. Quien intente refutar esta acción debería comenzar antes por explicar de dónde ha sacado dinero la falsa oposición para participar en las elecciones con el chavismo.
Sin embargo, el mejor negocio resultó ser el Hamponato Interino de Juan Guaidó, un parapeto montado con el pretexto de hacer un gobierno de transición y que terminó en otro saqueo perpetrado por los operadores de la MUD y, en la mejor tradición chavista, sin rendición de cuentas. Todavía esta falsa oposición se aferra a CITGO con el argumento cínico de defender los activos de Venezuela en el exterior.
Chavistas y falsos opositores llevan ya 25 años de saqueo impenitente con el lucrativo negocio de las campañas electorales. A lo largo de estos años, y como resultado de estas prácticas, Venezuela es hoy un ex país (Agustín Blanco Muñoz dixit) sin economía, sin instituciones, con menos territorio y con menos gente porque ya casi son 10 millones de venezolanos quienes han huido de Venezuela.
Por si esto fuese poco y mientras este ex país se desangra lentamente han surgido nuevas faunas de oportunistas dispuestos a depredar hasta la última gota de dólar que se le pueda sacar a la crisis de la nación.
Han aparecido, bajo el remoquete de influencers, un grupo de opinadores que difunden supuestos análisis que no son otra cosa que discurso sofista y falaz para decir lo que la gente quiere escuchar y monetizar en redes sociales millones de vistas en videos sobre teorías conspirativas o atajos salvadores de última hora.
Los que monetizan centrados en las audiencias opositoras solo tienen que propagar las fantasías de una vía rápida y negociada para salir de Nicolás Maduro, y hasta con fecha y hora son anunciados. Los que pescan en el charco del régimen solo tienen que repetir las teorías absurdas de magnicidios e intentos de golpes de estado que aunque sean inverosímiles son el deleite de las clientelas chavistas.
A estas operaciones sistemáticas y orquestadas de saqueo y depredación contra Venezuela ahora se incorporan mercenarios y representantes de ejércitos privados que aseguran tener la fórmula mágica para derrocar al régimen chavista. Ellos aseguran saber exactamente que habría que hacer para montar esa operación militar y lo único que necesitan es… dinero. Por supuesto que es dinero lo que buscan y así se han montado burdas y grotescas operaciones de recolección de fondos a las cuales contribuyen miles de venezolanos dentro y fuera de Venezuela que donan el poco dinero que tienen o que se quedan pegados una hora viendo un video con un fabulador argumentando que Maduro está caído y cobrar es tan solo cuestión de días, sino de horas.
Con una actitud pasiva, acrítica e ingenua miles de venezolanos cooperan con la estafa porque de buena fe quieren ser estafados. Esa estafa masiva, sistemática y continuada va dejando en el camino a un país desangrando y al que pocos parece importarle.