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Rusia y petróleo serán las claves de Trump frente al chavismo

Pensar que la designación de Marco Rubio como Secretario de Estado norteamericano significa un endurecimiento de la política de los Estados Unidos hacia Venezuela es una ingenuidad.

Humberto González Briceño

            El triunfo de Donald Trump en los Estados Unidos ha creado expectativas de lo que podría ser su política frente al fascismo chavista que gobierna en Venezuela. Muchas de estas expectativas se ven magnificadas por el discurso de la oposición que lidera María Corina Machado que no duda en argumentar que ya los venezolanos hicieron su parte del trabajo (votar en el fraude electoral del 28 de Julio) y ahora le corresponde a la llamada comunidad internacional actuar (Intervenir por la vía de sanciones o de otras formas).

            Es cierto que los Estados Unidos forman parte de esa amorfa y contradictoria masa de intereses comúnmente etiquetada como “comunidad internacional”. Lo que si definitivamente no es acertado es suponer o esperar que los EEUU va a sujetar su política exterior (su postura frente a Venezuela, por ejemplo) a los intereses de un casual y episódico club de países y menos aún lo hará tomando en cuenta los intereses de los venezolanos.

            Puntualizar esto suena brutal y de hecho lo es porque la política y la política son brutales por definición y emanan de las entrañas pragmáticas de los intereses particulares de cada Estado o nación. Decir esto no supone ver o calificar a los Estados Unidos como un país enemigo o indiferente a la causa venezolana. Simplemente los Estados Unidos con Trump o con cualquier otro presidente tiene unas prioridades específicas como las tendría Venezuela si estuviese en su lugar.

            Por esto consideramos que es un error exagerar la expectativa de una posible intervención de Donald Trump en los asuntos de Venezuela. Es decir, lo que es importante y esencial para los venezolanos no es necesariamente importante para Trump y los EEUU y esto no se puede ver con los ojos de la moral sino con los ojos pragmáticos de la política.

            Sin duda Donald Trump tendrá que definir una política hacia Venezuela diseñada en función de los intereses particulares de los Estados Unidos. Si esta política ayuda o no a la causa venezolana de derrotar al fascismo chavista eso ya es otra discusión. A diferencia de otros políticos y analistas pensamos que la tesis de Trump frente al chavismo no estará basada en las ideas de democracia y derechos humanos como sería la aspiración de muchos venezolanos.

            Lo más probable es que la política de Donald Trump hacia Venezuela sea el resultado colateral de las negociaciones entre los EEUU y Rusia para terminar la guerra en Ucrania y la tesis energética de Trump que busca liberar las reservas de petróleo y taladrar más para encontrar nuevos yacimientos que le permitan a este país influir para bajar los precios del petróleo y una independencia frente a países productores como Venezuela.

            Sin necesidad de tener que eliminar las licencias y las concesiones a multinacionales consentidas del chavismo como la Chevron estas empresas perderían interés en extraer petróleo de Venezuela al perder los incentivos ofrecidos por el mercado.

            Y esta situación no podría ser corregida por el gobierno venezolano tratando de venderle petróleo barato a Rusia, Irán o China porque se trataría de una situación que afectaría los precios del petróleo a escala global.

            Una negociación con Vladimir Putin que ponga fin a la guerra en Ucrania podría agregar otras pequeñas concesiones tales como limitar o suspender la asistencia militar que Rusia concede a los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Ya Putin se desentendió de la petición de Venezuela en el tema de los BRICS y no debería extrañar que replantee sus relaciones con el chavismo a la luz de una nueva situación geopolítica con los Estados Unidos.

            Pensar que la designación de Marco Rubio como Secretario de Estado norteamericano significa un endurecimiento de la política de los Estados Unidos hacia Venezuela es una ingenuidad. Las políticas y las decisiones de Marco Rubio dependen de las que dicte el presidente norteamericano Donald Trump y las de este a su vez dependen de los intereses específicos del Estado norteamericano.

            En cuanto a las relaciones bilaterales es posible que veamos una extensión de la política de Joe Biden marcada por un reconocimiento al triunfo electoral de Edmundo Gonzalez, más no un reconocimiento a un eventual gobierno interino. A su vez se mantendría la política de no reconocer formalmente al gobierno de Nicolás Maduro pero sí ejercitar un reconocimiento de facto como el gobierno realmente existente en Venezuela lo que de hecho dejaría abierta la posibilidad de una negociación en el mediano plazo.

            El diseño de una estrategia política de resistencia y verdadera oposición en Venezuela debe tomar en cuenta estas claves de la geopolítica, sin prejuicios morales y con pragmatismo, si aspira a ser una estrategia exitosa en el futuro.

@humbertotweets

EL AUTOR es abogado y analista político, con maestría en Negociación y Conflicto en California State University.

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