¿Cuando es el mejor momento para asaltarla y detener a los asilados? ¿La madrugada del Primero de enero? ¿El 10 de enero? ¿El 20 de enero? ¿O después?
Humberto González Briceño
Desde el pasado 20 de marzo de este año Magalli Meda, Pedro Urruchurtu, Omar González, Humberto Villalobos, Claudia Macero y Fernando Martínez Mottola se encuentran asilados en la embajada de la República de Argentina. El régimen chavista los acusa a todos de ser parte de una supuesta rebelión, pero en realidad se trata de miembros clave del equipo electoral de María Corina Machado para las elecciones del 28 de julio.
De no haber logrado refugio en la sede diplomática el destino de estos venezolanos habría sido como el de cientos de miles de ciudadanos perseguidos, apresados y hasta asesinados en manos del régimen chavista por razones políticas.
Pero al estar protegidos en la referida embajada por la institución del asilo político se desarrolla una situación que aún persiste y que para calibrar sus consecuencias sería de la mayor pertinencia asimilar a la que desde 1999 ocurre en Venezuela.
Haciendo a un lado los detalles fácticos pero observando rigurosamente el patrón de conducta del régimen chavista podemos decir que así como los refugiados confinados en la embajada de Argentina la inmensa mayoría de los venezolanos se encuentra en igualmente en calidad de rehenes de un régimen fascista que desde 1999 se niega a entregar el poder.
La clase política de entonces y la mayoría de los venezolanos fallamos a la hora de caracterizar correctamente la naturaleza fascista del régimen que recién se inauguraba. De haberlo advertido tempranamente no habríamos caído en la fatal inercia de creer que eso que veíamos como anormal de alguna forma sería corregido con el paso del tiempo.
La síntesis de esta modorra la expresaban los sapientísimos gurús de la política quienes por allí al comienzo de los años 2000 pontificaban con pasmosa certeza “…es que Chávez no llega a 5 años.” Son los mismos que una década después nos decían “Maduro es masburro, ignorante e incapaz de controlar las FANB…” Ambas expresiones son solidarias de la idea de dejar que las cosas se resuelvan por sí solas y herederas de esa tóxica y opiácea creencia popular segunda la cual no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista.
En esa inercia adornada con cotillón electoral tenemos 25 años, un cuarto de siglo y sin una perspectiva cierta de cambio político.
Esa misma inercia se ha convertido en la sombra de los seis venezolanos refugiados en la embajada de Argentina en Caracas. Esta es una crisis que no fue valorada correctamente en sus inicios por los actores involucrados, esto es el gobierno de Argentina, el de Brasil después al hacerse cargo de la sede la embajada y los dirigentes de la MUD junto a María Corina Machado. En una situación normal el régimen chavista debería igualmente ser parte interesada en una solución pronta a este conflicto pero obviamente el chavismo ve en esta situación otra oportunidad para obtener ventaja y hacer otra demostración de fuerza y poder.
Con esto no estoy sugiriendo que no se hayan hecho las diligencias y los trámites a escala internacional para lograr los salvoconductos y la liberación de estos rehenes. Lo que sí estoy diciendo es que esto se hizo en medio de la más absoluta inercia y sin el menor sentido de urgencia.
Comprender la gravedad y la urgencia de esta crisis habría provocado acciones inmediatas y expeditas del más alto nivel y un nivel de coordinación eficiente entre gobiernos para haber negociado los salvoconductos para los asilados en los primeros días de la crisis. Solo el entender que para el chavismo no hay límites jurídicos o legales sino límites reales de facto habría sido suficiente para concluir que la integridad física de estos seis venezolanos está severamente amenazada desde el día 1 y que cada día que pasa los riesgos para ellos aumentan.
Los mismos que tan solo ayer desestimaban y subestimaban a Chávez y Maduro son quienes hoy con menos convicción aun parlotean que el chavismo jamás podrá entrar a la sede de la embajada de Argentina por las consecuencias que ello podría acarrear. Según estos gurús de la política la crisis está en manos de la comunidad internacional pero nadie sabe quiénes son y cómo se habla con esa entidad metafísica. La situación política hoy se ha deteriorado al punto que los voceros del gobierno argentino parecen carecer de la firmeza para defender a sus connacionales acosados y detenidos en Venezuela y más bien han enviado al personal de la embajada a sus casas por razones de seguridad.
Como consecuencia de la incertidumbre política (¿alguien realmente está negociando los salvoconductos con el régimen chavista?) la situación física de los asilados también se deteriora al estar en un estado de vulnerabilidad, sin protección real, sin agua y sin comida.
Tomando en cuenta el comportamiento típico del régimen chavista lo más probable que se esté discutiendo en el gobierno no es si se asalta o no la embajada de Argentina en Caracas sino cuando es el mejor momento para asaltarla y detener a los asilados. ¿La madrugada del Primero de enero? ¿El 10 de enero? ¿El 20 de enero? ¿O después?
El chavismo está convencido que de asaltar la embajada de Argentina no habrá mayores consecuencias y si las hay no serán peores que la situación que enfrentan hoy pues ya están acostumbrados a los votos de censura y las notas de protesta enviadas por otros países. En realidad, el chavismo está salivando ante una nueva oportunidad para demostrar que ni siquiera el mítico derecho internacional puede ponerle freno a su aparato militar-policial de represión. El escalamiento en el cerco y el acoso a los asilados en la embajada no se pueden ver como meros actos de “presión psicológica” sino más bien como eventos preparativos de un indeseable y premeditado desenlace fatal.