La pregunta es: ¿Qué conviene a los intereses de los Estados Unidos?
Humberto González Briceño
En una apreciación convencional deberíamos asumir que el nuevo gobierno de Donald Trump en los Estados Unidos podría desarrollar una política frontal y agresiva hacia el régimen chavista de Venezuela, todo lo cual calzaría perfectamente con el estilo retórico del presidente norteamericano. Si a esto se agrega la designación de Marco Rubio como Secretario de Estado y de Michael Waltz como Consejero para Seguridad Nacional, ambos reconocidos por su línea dura frente al chavismo, también se podría pensar que la nueva administración de Trump viene enfilada contra el regimen chavista para buscar su derrocamiento.
Sin embargo, esto no es necesariamente cierto. Existen pistas que más bien apuntan a una política que combine la presión (medidas sancionatorias) y la negociación (liberación de presos políticos) como formas de interactuar con el chavismo. La razón de este enfoque estaría en la prioridad que Trump le daría a la geopolítica de los Estados Unidos por encima de los intereses de una nación como Venezuela que se desangra y se deshace lentamente en manos del chavismo.
Sin duda esta política no va a satisfacer las expectativas de quienes esperan medidas de máxima presión contra el régimen chavista y menos aún de quienes aún piensan que es factible una intervención militar liderada por los Estados Unidos. Por el contrario, el pragmatismo de Trump ya ha sido sometido a prueba en la forma como manejó las relaciones de los Estados Unidos con Corea del Norte y con Rusia.
Lo que los políticos de la oposición venezolana deben tener claro antes de decir que todo depende la comunidad internacional es que ningún país, y menos los Estados Unidos de Norteamérica, van a poner los intereses de Venezuela y de los venezolanos, por muy legítimos que estos sean, por encima de sus propios intereses como Estados.
Quizás no lo admitan en forma tan abrupta y brutal pero eso es lo qué está pasando en este momento cuando la gente en Venezuela comienza a reclamar que la comunidad internacional debería hacer más por Venezuela. Ya hay conciencia de que con meras declaraciones diplomáticas, reconocimientos simbólicos, y sanciones leves no es posible debilitar y menos sacar al chavismo del poder.
Es un error calcular que por el estilo beligerante de Donald Trump y por las posiciones asumidas en el pasado por Marco Rubio y Michael Waltz la política exterior de los Estados Unidos hacia Venezuela será de confrontación abierta. La pregunta en realidad es ¿Qué conviene a los intereses de los Estados Unidos? Y al tratar de responder quizás podamos comenzar a armar el rompecabezas de lo que hasta hoy luce como un territorio desconocido en cuanto a las futuras relaciones entre los EEUU y el chavismo en Venezuela.
Por ejemplo, para la administración de Joe Biden el apoyo a Ucrania contra Rusia era una política esencial del Estado norteamericano lo cual a su vez obligaba a buscar proveedores confiables de petróleo barato como el vecino régimen chavista. Esto explica el aparente desbalance en las negociaciones directas entre el chavismo y el gobierno de Biden donde aparecía el gobierno norteamericano haciendo generosas concesiones (liberación de narcosobrinos y Alex Saab, excepciones a las sanciones, etc.) a cambio de virtualmente nada significativo que moviera la política en Venezuela hacia el lado opositor.
En la práctica fueron negociaciones exitosas para los EEUU si se toma en cuenta que a cambio Biden logró asegurar un suministro estable de petróleo aunque desde el punto de vista político en Venezuela los resultados de esos acuerdos alcanzaran un valor neto de cero.
Con la nueva era de Trump en la Casa Blanca no es difícil anticipar que los EEUU buscarán un fin negociado a la guerra Ucrania-Rusia lo cual a su vez liberaría a los Estados Unidos de su dependencia del petróleo venezolano. A esto hay que sumar la política de liberación de las reservas petroleras norteamericanas y un fracking intensivo para explotar nuevos yacimientos con el objetivo de bajar los precios del petróleo.
En ese nuevo contexto el régimen chavista comenzará a sentir los efectos colaterales de esa nueva política y al invertirse el peso de la balanza por la necesidad de buscar financiamiento para su aparato militar policial el chavismo podría comenzar a ceder cosas más concretas que lo que ha hecho hasta ahora.
Más allá del efecto colateral sobre Venezuela del impacto de la política petrolera de Trump, es muy difícil hacer un pronóstico de qué tan lejos o que tanto se podría esperar del nuevo gobierno norteamericano. Estas son tendencias y realidades que la oposición venezolana debe considerar antes de embarcarse en el nuevo ciclo de negociaciones-elecciones-negociaciones con el chavismo
EL AUTOR es abogado y analista político, con maestría en Negociación y Conflicto en California State University.