La derrota política y cultural del chavismo comienza por erradicar conductas laxas frente a la corrupción y la deshonestidad
Humberto González Briceño
Desde 1999 la oposición venezolana se ha abrazada mayormente a la tesis de la vía electoral para salir del chavismo. Esta estrategia ha tenido algunas modificaciones en estos 26 años marcadas por un patrón de conducta que en algunos casos ha llevado a llamar a la abstención, en otros a acompañar aventuras militaristas para finalmente regresar a la vía electoral y repetir el ciclo.
En el ínterin entre una elección y otra casi siempre se realizan negociaciones con el régimen chavista con la esperanza vana de que este de alguna forma acepte modificar las reglas de juego para entregar el poder. Las promesas de elecciones libres y transparentes siempre quedan burladas por una razón u otra. Pero aun a pesar de una experiencia acumulada de 26 años de fraudes y robos electorales la oposición agrupada en la MUD y que hoy lidera María Corina Machado siempre termina regresando a la talanquera electoral.
El eje de poder de lo que hoy se conoce como la MUD/Plataforma Unitaria ha cambiado de manos y de liderazgo en estos años. Desde Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia y Voluntad Popular, pasando por Manuel Rosales, Henrique Capriles hasta llegar hoy a María Corina Machado la estrategia de apostar a un cambio de régimen político por la vía electoral se ha mantenido inalterable.
Siempre será importante mencionar recordar el caso de María Corina Machado quien fue la abanderada por excelencia de no participar en elecciones fraudulentas para no cohonestar las trampas electorales del chavismo para finalmente tener que sucumbir a las tentaciones de la salida electoral. Si Machado ahora regresa a la tesis de no participar en las elecciones que el chavismo convoca para Abril del 2025 entonces tendría que ser ella misma quien admita el fracaso de su jugada política al apostar a la salida electoral con un régimen que no respeta ni siquiera su propia legalidad. Algo que ella ya sabía muy bien desde hace mucho tiempo.
Y cómo para esa oposición venezolana siempre lo urgente mata lo importante jamás hay el tiempo ni la disposición para hacer un balance de las estrategias aplicadas. De una coyuntura electoral se mueven a la siguiente, de una negociación con el chavismo siguen a la otra y así entre una urgencia y otra nunca rinden cuentas ni aceptan discutir sobre el fracaso reiterado y sistemático de la misma estrategia con muy pequeñas modulaciones a lo largo de estos 26 años.
Pero la alegría y el desprecio que la oposición electoral venezolana siente por la rendición de cuentas no solo aplica a las estrategias fracasadas. Ya en la época del también fracasado interinato de Juan Guaidó se vio como ese mamotreto político, que jamás alcanzó la categoría de gobierno, manejó a discreción recursos derivados de los activos de Venezuela en el exterior y de las donaciones internacionales para ayuda humanitaria. Tema que hoy está en el tapete a propósito del dinero que la USAID le otorgo a organizaciones vinculadas al interinato y a la oposición venezolana. Esta discrecionalidad hundió al hamponato interino en escándalos de corrupción sin sentirse obligado a rendir cuentas de los recursos manejados.
La oposición electoral ha engañado a los venezolanos al hacerles creer que ante la barbarie del chavismo el solo presentarse como opción ya es suficiente para absolver todas las culpas de una dirigencia política que en su calidad moral no se diferencia mucho de la chavista. Una dirigencia política que insiste en copiar los códigos morales de su adversario jamás tendrá la fuerza moral para presentarse como alternativa frente a lo que dice combatir.
La derrota política y cultural del chavismo comienza por erradicar conductas laxas frente a la corrupción y la deshonestidad que hoy son prohijadas y cultivadas por la oposición electoral venezolana.- @humbertotweets
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EL AUTOR es abogado y analista político, con maestría en Negociación y Conflicto en California State University.