He aquí el origen de esos homicidios, violaciones, crímenes horrendos cometidos por emigrantes venezolanos no solo en territorio norteamericano, sino en otras latitudes.
Omar Estacio Z
Mata-Hari, Kim Philbty, James Bond, Ethan Matthew Hunt, el Súper Agente 86. Unos, devueltos desde el más allá, otros, vivos y coleando, todavía. De los estudios de Hollywood, en casos específicos, pero el resto, arrancados de la realidad, espesa y concreta del bajo mundo del recontraespionaje.
Acicateada por los supuestos millones de dólares que les habría ofrecido Nicolás Maduro, dicha comitiva atravesó el “Tapón del Darién”, caminó 4.000 millas, cruzó a nado el “Río Grande” y se dispuso a cumplir sus misiones “imposibles”.
Consta de los autos judiciales respectivos, sin embargo, que por razones incomprensibles, al menos para este cronista, los referidos superespías fueron apresados por un solitario policía de rolito, en Aurora, estado de Colorado, EE. UU.. El “Agente 007”, porque en lugar de dirigirse, directo, a Washington, D.C. a sabotear el sofisticado sistema de comunicaciones del Pentágono, le dio por exhibir, totalmente borracho, en un puticlub de mala muerte, su pechote peludo, con el tatuaje que lo acredita como miembro activo del temible “Tren de Aragua”. En cuanto a los planes magnicidas, en la propia Casa Blanca, el resto de tal avanzada, fue apresada —por el mismo policía de rolito– porque Mata-Hari y sus camaradas en lugar de los millones que se iban a ganar con Maduro prefirieron declararse “okupas” de dos o tres apartamentos del sector más proletario de una barriada de la referida Aurora. Total, que el empleador de semejantes villanos, se quedó con los crespos hechos porque sus pretendidos superagentes, terminaron deportados por el ICE y lanzados a ese verdadero cementerio que es la megacárcel del “Cecot”, El Salvador.
Una cosa es la infiltración en sí y otra que a partir de entonces los infiltrados actúen por su cuenta y riesgo»
Vistos sus mitos o fantasías pasemos, pasemos a la dura realidad del temible “Tren de Aragua”.
Cuando el saqueo de la Tesorería Pública de Venezuela tocó fondo, la sargentona que se hace llamar la Mejor Ministra Penitenciaria de la Historia, entre otros altos funcionarios del chavomadurismo, se jactó haber excarcelado, de manera ilegal a varios de sus compinches, para infiltrar las caravanas de compatriotas que buscaban refugio en el extranjero. He aquí el origen de esos homicidios, violaciones, crímenes horrendos cometidos por emigrantes venezolanos no solo en territorio norteamericano, sino en otras latitudes.
Dos informes de inteligencia de las agencias antiespionaje de EE. UU., sin embargo, fulminaron el mito según el cual, el sujeto que usurpa la Presidencia de Venezuela, controla o dirige desde Caracas, cada acto de los bandoleros del temido “Tren de Aragua”. Una cosa es la infiltración en sí y otra que a partir de entonces los infiltrados actúen por su cuenta y riesgo. Lo que desmonta la aplicación de la Ley de Enemigos Extranjeros en tiempos de guerra de 1798, que permitiría deportar a cualquier refugiado con omisión del debido proceso.
Unas notas sobre la “persecución grupal”, para concluir:
Con o sin dicha Ley de Enemigos, las Convenciones Internacionales Sobre Refugiados y Sobre los Derechos del Niño, entre otras, otorgan a todo refugiado los derechos, “a las evaluaciones individualizadas de sus circunstancias” y a la “protección contra las expulsiones colectivas”.
Penalizar, coaccionar y deportar a miles o a millones de personas, por haitianos, nicaraguenses, cubanos, mexicanos, venezolanos, negros, zambos o mulatos, por las faltas cometidas por una minoría que ni siquiera llega al uno por ciento de tales grupos, podría constituir grave delito internacional, masivo, imprescriptible, inamnistiable, enjuiciable ante cualquier jurisdicción, lesivo al llamado ius cogens.
@omarestacio

EL AUTOR es abogado y periodista. Presidente emérito de la Federación de Colegios de Abogados de Venezuela y vicedecano del Colegio Nacional de Periodistas de Cuba, en el exilio.