Se calcula que el Estado venezolano percibió no menos de tres trillones de dólares que en su mayor cuantía se destinaron básicamente al gasto clientelar
Oscar Battaglini
Nuestro país ha podido perfectamente en lo que va del siglo XX a esta parte alcanzar niveles de desarrollo societal comparables al de algunos pequeños países de otras partes del mundo. Nos referimos, por ejemplo, a Noruega, Suecia, Finlandia, incluso Uruguay en América Latina, a los países conocidos como los «Tigres Asiáticos”, a Arabia Saudita y a los Emiratos Árabes en el Medio Oriente, etc.
Se trata de una comparación hecha con países escogidos al azar y que solo en los casos de los árabes y Noruega se torna intencional por el hecho de ser estos igual que el nuestro, países de estructura económica básicamente petrolera.
En su conjunto, son países política y económicamente estables y con estándares de vida de sus poblaciones al nivel de los procesos civilizatorios de nuestro tiempo. En el caso de los petroleros, un solo dato pone de manifiesto la diferencia abismal que ha existido y que sigue existiendo entre los actores sociales y políticos que han ejercido el poder en sus respectivas sociedades y en la nuestra, el uso que se ha hecho de los ingresos extraordinarios, descomunales, que se obtuvieron producto de los boom de los precios petroleros de los años 2003-2010, y finales de este año y 2014.
Mientras los gobernantes noruegos y árabes dirigieron un parte significativa de esos ingresos extraordinarios a la inversión interna, al desarrollo de políticas sociales, al negocio financiero en la banca mundial, al incremento y fortalecimiento de sus reservas internacionales, y a la creación de fondos de contingencia para afrontar la caída de los precios petroleros y las crisis económicas futuras, la burocracia gubernamental chavista con Chávez y sin Chávez, hizo un uso de esos recursos completamente opuestos al de esos países. Se calcula que el Estado venezolano percibió en esa coyuntura favorable de precios petroleros no menos de tres trillones de dólares que en su mayor cuantía se destinaron básicamente al gasto clientelar mediante la creación de «misiones» y «consejos comunales», a concederle a la burocracia cubana una creciente masa de recursos financieros; a comprar el apoyo de las pequeñas repúblicas del Caribe (Caricom) en la OEA y en la ONU a la formación con ese mismo propósito del Alba, Unasur, la Celac, etc.; a la importación masiva de bienes económicos, particularmente de alimentos; a promover la corrupción administrativa a todos los niveles de la estructura burocrática del Estado (incluido el elemento militar) y del poder gubernamental; de lo cual son ejemplos emblemáticos el «Plan Bolívar 2000», la compra en el exterior de alimentos vencidos. La pudrición de esos alimentos en los puertos venezolanos. Los recurrentes latrocinios en PDVSA, etc.
A la burocracia cubana se le concedió una creciente masa de recursos financieros”
Todos esos ejemplos son en definitiva una muestra, o más bien claros indicios, de que la opción chavista accede al poder, a la dirección política del Estado venezolano:
1) Sin que posea una real y clara visión de la situación venezolana (ni de su carácter estructural, histórico, ni las características de la crisis en el momento en que se produce ese hecho).
2) Igualmente, sin que tenga ni por aproximación una idea acerca de lo que había que hacer para reconducir o corregir la dirección errónea que el país ha venido siguiendo desde que se constituye en una República aparte en 1830.
3) Sin que, en consecuencia, el chavismo represente una opción de cambio de la situación venezolana en estricto en sentido positivo.
Eso es lo que finalmente explica que ante sus carencias absolutas al chavemadurismo no le haya quedado más remedio que copiar, que reproducir y con un contenido todavía más nocivo y reaccionario, lo he hecho por los actores sociales, políticos y militares que se han turnado en la dirección política del país en el curso, sobre todo, del periodo puntofijista con el resultado final que todos conocemos. Pero al mismo tiempo hay que decir que esa adopción la hacen Chávez y Maduro tratando de imprimirle una envoltura «revolucionaria», «socialista» y de «izquierda», con lo cual ahora el parasitismo rentístico petrolero adoptado por ellos, política de Estado se pretende hacerlas parecer con ese triple carácter político e ideológico. Otro tanto se ha pretendido con la política clientelar populista desarrollada por el chavemadurismo cuando dispuso de los recursos rentísticos petroleros para financiarla. Lo mismo puede decirse de la imagen catastrófica que hoy exhibe el país entero bajo la usurpación chavista, es decir, de la quiebra de la economía nacional y del Estado venezolano, hecho que tiene entre sus principales indicadores:
1) La caída descomunal de la producción petrolera del país (de 3.500.000 barriles diarios, a menos de 1 millón de barriles diarios) y por consiguiente del ingreso nacional.
2) De su creciente descapitalización y, por consiguiente, de su capacidad de inversión.
3) De la caída (2013-2014) de aproximadamente el 80% del PIB sin que hasta el momento se haya producido una recuperación realmente significativa.
4) La paralización de las industrias básicas de Guayana.
5) La caída ya crónica de la industria manufacturera, la cual desde hace años viene operando por debajo del 50% de su capacidad instalada.
6) El déficit igualmente crónico de las finanzas públicas que el madurismo al tratar de cubrirlo con emisiones de dinero inorgánico por el Banco Central de Venezuela, ha desatado una inflación persistente que no da tregua y que amenaza con desencadenar de nuevo la hiperinflación de hace unos años atrás.
7) Una gigantesca deuda externa que de nuevo se ha hecho impagable.
8) Las deplorables condiciones de vida de los trabajadores y de los profesionales de
ingresos fijos, los cuales al haber sido despojados del salario y de la seguridad social se les ha condenado a la pobreza extrema, al hambre y al riesgo de muerte inminente.
9) Las iniciativas legislativas (la aprobación de leyes y reformas constitucionales) que la burocracia dictatorial madurista viene adelantando para establecer en el país un orden político aún más restrictivo de los derechos democráticos, en el cual ella sigua ejerciendo el poder sin oposición y donde se realicen y «elecciones» que «ganen» con más del 80 ó 90 % de los votos, tal como ocurre actualmente en Rusia, Bielorrusia y en Nicaragua.
El parasitismo rentístico petrolero fue convertido en política de Estado por el chavismo«
Llama la atención el hecho de que esa burocracia intente llevar a caboese designio político perverso en medio de un contexto histórico que indica que su permanencia en el poder no será posible por un periodo prolongado y, mucho menos, a perpetuidad como ha sido y es su designio.
El tiempo que todavía permanezca en el poder esa burocracia será sin duda de mayor sufrimiento para el pueblo venezolano, pero será también el tiempo de su descomposición final y de su caída inevitable.

EL AUTOR es historiador, escritor y profesor de la Universidad Central de Venezuela, exdirigente del MIR y co-fundador de la Liga Socialista y formó parte de la junta directiva del Consejo Nacional Electoral.