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La amenaza totalitaria

Rubén Osorio Canales: "La amenaza totalitaria"

Aquellos políticos que en funciones de gobierno le dan prioridad a la paz política y social y se mantienen siempre en la línea de la justicia verdadera, merecen respeto


Rubén Osorio Canales

Venezuela está de luto como consecuencia de una represión salvaje que nos viene del lenguaje presidencial, de la psicopatía populista, de la intolerancia rabiosa de la AN, de la grosera prepotencia militarista, de los desmanes de las llamadas fuerzas del orden ahora apertrechadas en la resolución 8610 de min defensa, de los colectivos armados que entran en los recintos universitarios echando tiros y del silencio de naciones que cuando fueron pastos de las tropelías de sus respectivas dictaduras con represiones similares, encontraron cobijo en este país y en nuestra democracia y hoy callan de manera cómplice ante tantas muertes y tantos atropellos como los que se cometen en este país y de los cuales el mundo entero, a pesar de la indiferencia de naturaleza geopolítica, ha tenido que tomar nota.

Tengo alto respeto por los dirigentes que en la lucha política, usan y exaltan la sensatez y el sentido común, siento respeto infinito por aquellos que se mueven en el marco del estado de derecho y que con sus actos le dan vida buena a las leyes y sus respectivos espíritus y que además combaten a diario con sus opiniones, los abusos de poder.

Aquellos políticos que en funciones de gobierno le dan prioridad a la paz política y social y se mantienen siempre en la línea de la justicia verdadera, merecen respeto. Los que se enquistan en la autocracia y el abuso, solo pueden recibir desprecio. Por eso aprecio las opiniones de todos aquellos dirigentes y analistas cada vez que con ecuanimidad y verbo ceñido a la verdad democrática, llaman al gobierno a una reflexión profunda sobre el daño que le hacen al país y al pueblo todo con ese discurso de la confrontación que no tiene fin y que vienen manejando por decir poco, desde el llamado caracazo hasta hoy.

Ese constante llamado, que el señor Maduro (y antes de él el ya difunto jefe de este desastre), a sus seguidores para que salgan a la calle para defenderlo, está muy lejos de la ponderación, de la prudencia y si muy cerca de la desesperación. Y es bueno recordarle que tanto la desesperación, como el miedo, en un estado de crisis política, económica y social como la que vive nuestro país, puede conducir a desenlaces impredecibles, peligrosos y condenables.

Son muchos los exhortos que la sabiduría acumulada de varios políticos y ex jefes de estado, de todas partes del mundo le han hecho a este desgobierno para que modere su conducta y se acerque a un diálogo necesario y urgente para producir las soluciones que el país requiere para salvarse en todo sentido. Allí están solo para hablar de nuestro continente latino americano los exhortos de Lula da Silva, pidiéndole a Maduro que avanzara con propuestas propias y dejase descansar en paz los restos de quien lo favoreció con su nombramiento, de Oscar Arias, quien es una carta llena de sensatez democrática habla con la seriedad de un hombre de Estado y Premio Nobel de la Paz, de los distintos parlamentos de latino América, del gobierno de Umala, del propio Santos, del ex presidente uruguayo Pepe Mujica, similar también al que le hiciera con gran sensatez y sobradas alarmas encendidas, el presidente Tabaré Vásquez ambos curtidos en esa izquierda profunda que entendió finalmente que el modelo cubano no sirve y que el camino del diálogo y el respeto es el mejor para que un país se enrumbe con sobrada energía y entusiasmo hacia el progreso y la concordia, opiniones que sin duda y aunque usted no lo crea, obligaron a Maduro a suspender su viaje al Uruguay. Y es que lo que sucede con la cúpula del desgobierno nacional es que por una parte el miedo a perder el poder no los deja ni pensar, ni gobernar, ni dormir, y el sometimiento al modelo cubano que según el propio Fidel no le sirve ya ni a Cuba, los ha conducido a un hueco negro del que no saben cómo salir. Lo que no entiende, ni quiere ver esa cúpula, es que el pueblo entendió que las cosas van muy mal y seguirán peor, que sabe ya que ha sido vilmente engañado y que no hay pueblo en el mundo que pueda vivir solo de promesas que nunca se cumplen, dichas además con un lenguaje populista lleno de amenazas totalitarias.