Los salarios de los venezolanos se marginalizan mientras que los precios de productos vitales como alimentos y medicinas se aburguesan
Jesús Silva R
En días donde aparecen evidencias sobre la preparación de un golpe de Estado por parte de la oposición y EEUU, muchos exigen mano dura contra los jefes de la conspiración para darle escarmiento a las risas de quienes niegan que un gran crimen golpista está siendo diseñado contra la soberanía nacional.
Hay ideólogos que sin ser opositores ni mucho menos burgueses, apuestan a viejas recetas de regímenes autoritarios como única vía para implantar la disciplina nacional y enderezar la administración pública en beneficio de toda de Venezuela. No obstante el autogolpe presidencial es una fantasía creada por la burguesía venezolana desde que Hugo Chávez la sacó de Miraflores a punta de votos e instaló un gobierno a favor de la clase popular.
No es fácil determinar el nivel de control que el Estado debe ejercer contra los enemigos de la democracia porque se corre el riesgo de reprimir a los inocentes y maltratar a los aliados. Sin embargo, es razonable que la revolución Bolivariana aplique una fuerza suficiente para garantizar el orden interno siempre dentro de la Carta Magna y sin ceder ante tentaciones autoritarias pues la vía correcta para conducir la Patria y resolver conflictos debe ser siempre constitucional, democrática y electoral.
Personas de a pie en ambos polos ideológicos esperan que pronto mediante el diálogo y los comicios electorales se logre enrumbar a Venezuela hacia la prosperidad económica y la estabilidad política. De allí que recomendemos obedecer siempre a la Constitución como guía hacia el rumbo correcto sin menoscabar libertades ni derechos humanos.
Sería interesante estudiar un posible decreto de Emergencia Económica según los artículos 337, 338, 339 de la Carta Magna para neutralizar a quienes desde manejos perversos en la economía golpean brutalmente a la nación con ansias de asaltar el poder. Para quienes todavía dudan que semejante medida es necesaria, hoy cometo la imprudencia revolucionaria de comentar que el dólar innombrable se aproxima a los trescientos bolívares antiguamente fuertes antes a consecuencia del más reciente e infructuoso experimento de asignación de divisas, mejor conocido como el sistema marginal. Dicho sistema, haciendo supremo honor a su nombre, delata que los salarios de los venezolanos se marginalizan mientras que los precios de productos vitales como alimentos y medicinas se aburguesan y bailan al ritmo de la moneda gringa. Si esto no es una dolarización de facto, entonces ¿cómo se llama?
En lo que respecta a los derechos humanos, quisiera decirle a los “masca clavos”, “ñángaras” y “come candelas”, que ni el gobierno ni la oposición tienen una mayoría popular poderosa que permita hoy llevarse por delante al adversario y si realmente se pretende ejercer la política como el arte de la inteligencia entonces no es prudente judicializar la política, ni siquiera a niveles de apariencia. Esto significa que penalizar a enemigos sin el agotamiento de investigación criminalística exhaustiva y caer en la promiscuidad de las privaciones preventivas de libertad contra adversarios, es una medida inconveniente que tiende a revivir a muchos cadáveres políticos quienes al principio tienen únicamente vida local pero que en batallas nacionales son como peces sin agua. No obstante si se les brinda la notoriedad de los reos puede atraer votantes porque la estrategia de la victimización, eso que algunos llamamos la victimología de la política venezolana, suele dar dividendo, incluso para el tío vampiro de la familia monster.
Es recomendable efectuar juicios breves y dictar sentencias rápidas, pues todo retardo procesal contribuye a generar apariencias de que se busca fregarle la vida al rival sin debido proceso y sería necio no reconocer que la justicia de ahora es mucho más benevolente que la del viejo bipartidismo; de modo que mal podría convenirle a la revolución perder su tradición garantista y cometer torpezas con individuos que jalan más votos estando presos que estando sueltos.
Aprendamos de los gringos y su lenguaje material. Las cosas no se dicen, sino que se hacen; porque al hacerlas, se dicen solas. Los yanquis han desplumado millones de pollos en silencio, sin tanto ademán, insulto y aspaviento. Luce circense que los aprendices del marxismo fanfarroneen con que le van a dar una pela al gigante del norte, en vez de desarrollar una política china de intereses y no de posiciones como lo manda la teoría de la negociación y su modalidad “suma variable”. Prohibido repetir el infeliz ejemplo de Manuel Noriega, el hombre fuerte de Panamá, quien traqueteaba un machete en la televisión mientras anunciaba que cortaría las cabezas de no sé cuántos presidentes gringos. Hasta que una operación tipo Walt Disney, el imperio lo fue a buscar en un helicóptero y se lo llevo cual infante mameluco, guindado por las orejas. En ese contexto, en un acto antiimperialista de esos que hoy están tan de modo escuché en Caracas a un intelectual de chiva blanca quien en su discurso televisado pronunciaba la versión vulgar de la palabra “excremento” mientras se daba golpes de pecho y metía la barriga, la gente aplaudía, también el agasajado. Todo me pareció dantesco. Digo yo: ¿los pantalleros asocian estiércol con antiimperialismo?