Quienes conocen al dirigente de la FVF relatan sus habilidades para llevar a sus filas a críticos y adversarios, de sus dotes de anfitrión y su capacidad negociadora. La cantidad de dinero por la que es señalado les sorprende
Pablo Amair
Rafael Esquivel (Tenerife, 1946) relata con orgullo que nunca peleó en la vida, ni cuando estaba en el colegio. Los que hablan de él destacan su inagotable capacidad para el diálogo y la negociación, aunque tuviera en frente a críticos, aspirantes a su trono o a sigilosos agentes suizos. Esa capacidad para serenarse no se quebrantó en la mañana del 27 de mayo cuando cumplió 28 años en la presidencia de la Federación Venezolana de Fútbol y supo la mala nueva de que sería detenido por presunta corrupción.
Sentado en el restaurante del hotel Renaissance, en Zúrich, tomó el desayuno y leyó en su teléfono que irían por él. No se apresuró en comer y después de varios bocados subió a la habitación y preparó su pequeña maleta de viaje. Se vistió y esperó. A las 11 de la mañana tocaron a su puerta y él abrió sin irritación. Estaba tranquilo. Se fue del hotel por la puerta principal y sin alzar la voz.
El pequeño Rafael llegó a Venezuela en 1950 porque sus padres huyeron de la España franquista. Creció con la ética de trabajo canaria, que no era otra que la voluntad inagotable de superarse, y en el camino desarrolló una habilidad envidiable para asociarse y encantar a las personas.
Fue futbolista, y si las posiciones en el campo se deben a las características del jugador, la de Esquivel responde además a su singularidad humana. “Jugaba en el mediocampo y era muy bueno para organizar el juego”, recuerda un compañero que tuvo Esquivel en Nueva Esparta. “Para el fútbol de aquí fue algo así como Tostão”. El genio brasilero de Belo Horizonte recibió ese apodo por su tamaño, pequeño como la monedita desvalorizada de la época, pero el sobrenombre no sirve para el canario-venezolano. De loco, Rafael Esquivel, nada tiene.
Dejó de jugar para dedicarse a los negocios y se convirtió en un hombre fuerte de Margarita. Enamorado del mar, de la pesca y del sancocho de pescado, Esquivel hizo de la isla su fortaleza. Dirigió la asociación de fútbol de Nueva Esparta y así entró en la Federación Venezolana de Fútbol (FVF). Pasaron los años, las buenas relaciones, y llegó a la presidencia de la FVF en 1987 tras la muerte de René Hemmer.
“En esos tiempos nadie le hacía caso y solo lo buscaban para votar”, cuenta un periodista habituado a cubrir fútbol en Venezuela. “Él se sentía inseguro en las reuniones internacionales y si aparecía un periodista lo invitaba para tener con quien hablar. Creció la Vinotinto y creció él”.
[quote_center]»Esquivel sabía a cuáles dirigentes o periodistas les gustaban las putas, y se las mandaba; si eran bebedores, les pagaba las botellas de whisky»[/quote_center]
Su ansiedad en los encuentros mundiales contrastaba con su natural dominio de la escena nacional. Antes de ser inhabilitado por la detención del FBI, Esquivel ganó 10 elecciones consecutivas para mantener la presidencia de la FVF. Casi nunca contó con oposición. La que aparecía, en su mayoría, terminaba trabajando con él pocos meses después.
Para definirlo recurren a Nicolás Maquiavelo y su obra del político arquetípico de “El Príncipe”, a Michael Corleone y su máxima de tener a los enemigos más cerca que a los amigos. Otro prefiere el refranero popular: saber estar bien con Dios y con el Diablo. “Es un tipo muy hábil. No se llega adonde llegó sin la habilidad para relacionarse. Su gran problema fue que no puso esa habilidad en el fútbol venezolano”, resume un ex técnico de la Vinotinto.
“Es un gran anfitrión, espléndido. Le gusta compartir con la gente y hablar”, expone el periodista. “Y no lleva la voz cantante, no le gusta ser el centro de atención. Es un tipo agradable y simpático al que le gusta escuchar”, añade otro ex entrenador de la selección venezolana. El secreto para estar tantos años en la FVF fue “saber llegarle” a los dirigentes de las asociaciones. “Esquivel es un tipo accesible. No es la persona que parece, que muchos creen que es. Su virtud principal es que escucha a todo el mundo y estoy convencido de que es una postura sincera. Cree en el diálogo”, agrega un dirigente federativo.
Otros añaden que ese “saber llegarle” a los representantes regionales se traduce en viajes, bebidas y mujeres. “Se llevaba a los dirigentes a sus viajes. El de Delta Amacuro un día, de Bolívar otro, de Amazonas después. Esos eran votos. Y ellos, con toda la dignidad de sus cargos, viajaban a Europa, se quedaban en hoteles cinco estrellas y no pagaban un bolívar. Esquivel sabía a cuáles dirigentes o periodistas les gustaban las putas, y se las mandaba; si eran bebedores, les pagaba las botellas de whisky”, explica el periodista.
Y así tenemos que muchos de los que se opusieron en las elecciones, luego trabajaron para él. Y así tenemos que muchos medios dejaron de criticarlo para recibir los favores. Y así tenemos cómo un periodista lo insulta en un restaurante y luego es jefe de prensa de la FVF.
“Yo siempre lo critiqué y lo sigo haciendo, pero cuando nos veíamos me hablaba con respeto y me escuchaba. No es un hombre rencoroso”, recuerda un ex seleccionador. Nunca peleó con los rivales, fue astuto y no cazó moscas. Pero su apaciguamiento también lo perjudicó. “Le faltó bolas para apostar por el fútbol venezolano, el torneo local. Yo siempre le dije que fue presidente de la selección, no del fútbol. Solo pensaba en la gloria de la Vinotinto y nunca puso empeño en mejorar nuestro fútbol. Con él al mando, perdimos una cantidad de años increíble. Hoy deberíamos estar mucho mejor”.
[quote_center]»Sospechábamos de sus negocios, pero nos sorprendió esta cantidad de plata»[/quote_center]
Otro ex seleccionador piensa parecido. “Todo lo bueno que se hizo se pudo hacer 10 o 15 años atrás. Pero creo que el balance final es positivo; es más lo que podemos agradecerle. Su problema es que quiso absorber todo y como lleva 28 años allí da la sensación de autoritario”.
El directivo se explaya. “Le dijeron ‘carajito, tú eres el hombre que debe conducir esto’ y agarró la FVF por obligación. Llegó y allí no había nada. Los dirigentes de los clubes, los árbitros, todos son responsables del fútbol que tenemos. Nunca han presentado un proyecto organizado para derrotar a Esquivel y él terminaba asumiendo responsabilidades que no le correspondían. No tenemos cultura futbolística y creemos que todo es culpa del presidente de la FVF. Igual pasa en el país. Creemos que todos nuestros problemas se van a resolver con otro presidente”.
“Yo sí le echo la culpa a la cabeza. Julio Grondona, el más poderoso de Argentina, dedicó su mandato al fútbol local. Si tienes hijos (clubes) y se te descarrían, debes ayudarlos. Esquivel aprobó todo por quedar bien y por eso tenemos el fútbol de ahora. Hace 15 años nuestro fútbol era mejor”, critica el ex DT.
Su legado encuentra más críticos que defensores entre las personas que han vivido cerca del balompié venezolano. Y la opinión pública refleja un rechazo contundente. “Sospechábamos de sus negocios, pero nos sorprendió esta cantidad de plata. La gente estaba esperando que se fuera, pero no merece este castigo social. Tampoco hay que apoyarlo, pero lo han maltratado demasiado. Al final, esa plata no se la cogió al fútbol venezolano”, dice el periodista.
“El morbo ha sido impresionante y en un país como el nuestro creo que nadie tiene la moral para juzgar a otro”, agrega el directivo. “Estas declaraciones eufóricas contra Esquivel son inhumanas”, dice el ex director técnico. “La ambición de poder de Rafa es evidente y él se ganó todo esto. No digo que lo merezca, pero se la ganó por estar tanto tiempo en el poder y no hacerlo bien. Sus únicos sueños eran completar el Centro de Alto Rendimiento y llevar a la selección al Mundial. Ya es muy tarde para cumplirlos”, concluye otro entrenador. “Lo mataron con esta detención. Bueno, o se suicidó o lo mataron, pero el regreso es imposible”.
Su presidencia en la FVF parece acabada, pero su habilidad para negociar quizá le permita volver al país. Si lo hace se mantendrá fiel a sus costumbres: viajará con maletas pequeñas para no esperar el equipaje, vigilará sus negocios en Margarita, comerá en el restaurante La Huerta de Sabana Grande y pescará mucho más con el tiempo libre que tendrá. Allí, si reflexiona sobre lo sucedido (muchos señalan que es notablemente inculto), podrá utilizar la frase de despedida de Carlos Andrés Pérez en 1993. “No tengo inconveniente en confesar que hubiera preferido otra muerte”.