La escasez de víveres y de otros innumerables productos muy necesarios no puede ser escondida por el Gobierno, a pesar de que trata de hacerlo
Luis Fuenmayor Toro
Para nadie es un secreto que la inmensa mayoría de los políticos mienten o esconden la verdad. Algunos pocos lo harán sólo algunas veces, en casos extremos y por cierto tiempo, pero otros lo hacen consuetudinariamente de manera que la mentira y el engaño se establecen como política fundamental de la estabilidad gubernamental y del mantenimiento del poder. Era así en el período adeco copeyano, fue así, aunque en mucho menor grado, durante el segundo gobierno de Caldera y volvió a ser así con Chávez. Cuando algunos pensamos que, a partir de febrero de 1999, desaparecería esta perversa práctica, la misma lo que hizo fue volverse tan común que pasó a ser la norma en lugar de la excepción. Y ese modelo mentiroso negligente se convirtió paulatinamente en totalmente dominante, tal y como es hoy en el gobierno del presidente Maduro.
Hemos llegado al extremo de que en cualquier alocución presidencial o intervención pública de algún funcionario gubernamental de alto rango, el 90 por ciento o más de lo que dicen o informan es absolutamente falso. Se miente con tal descaro, que el rubor natural correspondiente desapareció desde hace muchísimo años. Las mentiras, incluidas las calumnias, y el ocultamiento de la verdad están muy lejos de ser piadosos y de buscar evitar el sobre salto y la preocupación de los venezolanos. Realmente se trata de mantener a la masa completamente engañada, viviendo en un mundo totalmente ficticio en lo que respecta a las explicaciones de lo que sucede, de manera que no pueda analizar absolutamente nada en forma seria, técnica u objetiva y no llegue a determinar claramente las responsabilidades de las lacras que no se pueden ocultar.
La escasez de víveres y de otros innumerables productos muy necesarios no puede ser escondida por el Gobierno, a pesar de que trata de hacerlo, pero logra con mucha mayor facilidad engañar en relación a las causas y a los responsables. Es así como la escasez es presentada como consecuencia del contrabando de extracción, de la acción de los bachaqueros, quienes además ahora descubrimos que son unos colombianos enviados por Uribe en complicidad con determinadas figuras de la oposición. Pero no bastan unas declaraciones para convencer, sobre todo porque la gente no es tonta y se va dando cuenta de la manipulación, razón por la que hay que instrumentar toda una movilización nacional, que involucre a la Fuerza Armada y genere muertos y detenidos, para lograr el efecto deseado de convencer a la gente de que la monstruosa mentira es verdad.
Es así como nacen acciones como la Operación para la Liberación del Pueblo, que utiliza la oscuridad de la noche para penetrar en los barrios populares, allanar ilegalmente las viviendas de sus pobladores y llevarse centenares de detenidos, principalmente gente decente y trabajadora, mientras las actividades de los verdaderos delincuentes continúan sin afectación ninguna. Otro caso es el del cierre de la frontera con Colombia y la deportación de unas decenas de supuestos indocumentados colombianos, con el argumento de que se trata de bachaqueros. Todo ello no tiene en absoluto la finalidad de acabar con el contrabando, que como se verá en el futuro cercano no se modificará con estas medidas efectistas de carácter propagandístico electoral. Pero, ante los distraídos, los bobos, los ingenuos y los fanáticos, el Gobierno aparece como actuando en defensa de los intereses de los pobres.
Esconden en forma siniestra que con las bandas de delincuentes habían llegado a acuerdos que establecían las llamadas zonas de paz, gestionadas directamente por ministros del gabinete. Es el Gobierno de Maduro el que permitió la acción impune de las bandas delictivas en determinadas zonas de barrios y poblaciones, donde prohibió la entrada y las acciones represivas de las fuerzas policiales, para que los delincuentes pudieran actuar a sus anchas. Es sólo cuando estas bandas desafían directamente a los organismos militares y policiales que deciden actuar, pero no para enfrentarlas y eliminarlas sino para ganar votos con acciones espectaculares y nombres rimbombantes, como los que utiliza el ejército estadounidense al invadir países soberanos indefensos. Ellos también mienten e inventan agresiones para justificarse y lograr apoyo (recordemos las armas iraquíes de destrucción masiva nunca encontradas).
También esconden que quien permitió la presencia de grupos armados de irregulares colombianos en Venezuela fue Chávez, como consecuencia de su alianza con la guerrilla colombiana de las FARC y el ELN, lo que facilitó la infiltración de los llamados paracos, herederos de las Águilas Negras uribistas. En 2006 denuncié la existencia de estos invasores, que dominaban ciudades y pueblos tachirenses, y que se habían extendido hasta el centro del país. El Gobierno no le prestó atención a la denuncia. Hoy pretenden engañarnos con acciones militares de novela y declaraciones estrambóticas, como la dada por Maduro de que el 80 por ciento de quienes compran en los mercados bicentenarios son bachaqueros, denuncia que sólo busca la obtención de votos en las elecciones parlamentarias de 2015.
Las causas de la existencia de bachaqueros, así como la del contrabando, están en la negligente política económica y cambiaria del Gobierno, que mantiene en contra del interés nacional un cambio triple para continuar el enriquecimiento de sus funcionarios corruptos y de sus amigos; está en la escasez generada no por una inexistente guerra económica sino por unas políticas demenciales de destrucción de la producción nacional para favorecer las importaciones, de un gasto exorbitante en propaganda y en los procesos electorales, el robo descarado de los fondos públicos y la absurda e ineficaz compra de apoyos internacionales.