También existe la estupidez burocrática, y quien la ejerce repite conductas que fueron reprochables en el pasado, como hacerse rico a la sombra del Estado
Julián Rivas
En verdad no le había prestado atención a las declaraciones del poeta Rafael Cadenas, donde habla muy feo de Venezuela. Pero viéndolas, este caso expresa el fenómeno en que vive Cadenas: la estupidización.
“Venezuela queda entre cualquier meridiano y paralelo del mundo a donde se tuvieron que ir a vivir los venezolanos de bien en busca de procurarse una mejor calidad de vida”, dice Cadenas. Entonces qué dirá Cadenas de los colombianos que están desperdigados por el mundo. No, ahí manda una oligarquía brillante, demócrata. No hablemos de los países donde los pobres se van fuera en cifras altas de su población.
Cadenas estuvo en Granada, Andalucía. Ah, pero si habló así en España le recordamos que la “madre patria” lleva siglos mandando gente a esta Tierra de Gracia para que se los críen. Sigamos con Cadenas: la democracia “tiene un sentido profundo” más allá de ir a votar, por lo que “la persona democrática tiene que serlo en todo momento, en el trabajo, en la calle y en la casa”. Señores, esto lo dijo en un Estado monárquico.
Nunca le he prestado atención a la figura de Cadenas. Una noche en la universidad pasé por la Escuela de Letras y un compañero me hizo señas de que en un salón estaba Rafael Cadenas. Preferí seguir. Pero este bárbaro acaba de decir que Venezuela es un corral. Es de esa clase de gente que censuran al pueblo y en el fondo defienden a los ricos que se chupan y depredan la riqueza nacional. Lean a Fermín Toro, a Uslar y a cualquiera de los que hoy se baten por el dueño de la Polar.
Además, poetas me gustan pocos, y Cadenas no es de mi gusto. Creo que los poetas son como los brujos. Solo unos pocos son poetas en verdad, y brujos hay poquísimos entre miles de yerbateros, cuenteros, vividores de la palabra y embaucadores.
Y es poco original cuando dice: “Esta republiqueta de vivos, sicarios y malhechores”. Es triste. Hasta nada original. De esto habló por demás Uslar Pietri. Hasta hizo literatura con eso. Cadenas viaja a España a soltar sapos por la boca para que lo aplaudan los españoles. Muy triste. Alguien dice que Cadenas lo que está es chocho. Recomendable sería que se largue.
Venezuela es tierra de gente buena. Si los vivos medran de ella no es culpa del pueblo, habría que buscar otras explicaciones. Por ejemplo, el economista Marrero dice que el darwinismo económico y social está en todas partes. Miren a Colombia o a España.
El “poeta” Cadenas hasta fue comunista. Como que tenía razón Domingo Alberto Rangel cuando decía que ese partido es el vientre que más ha parido hijos que terminan entendiéndose con el enemigo. Ja.
Poeta se hacía llamar un dirigente del FUN, de esos que siempre estaba con Gómez Silva. Venezuela no merece las sandeces de Cadenas.
Al hacerse acreedor del premio de poesía García Lorca, Cadenas se hizo acreedor de 30.000 euros. El portavoz del jurado y representante de la Fundación Lorca, Carlos Pardo, ha resaltado que su poesía es “lúcida, deliberadamente marginal y muy callada”, advierte la prensa. Sí meón, como dicen en mi pueblo.
Hay un libro, “Historia de la estupidez humana”, de Paul Tabori, editado en español en Buenos Aires por Ediciones Siglo Veinte. Llega a una conclusión: La estupidez humana no tiene fin. No vamos a reproducir toda la rabia de Cadenas contra Venezuela. En su conjunto son infamias, recurriendo con odio a medias verdades, medias mentiras y una gran desconsideración a la patria. En efecto, una de las tragedias de la oposición es el déficit de patriotismo.
Venezuela no merece las sandeces de Cadenas
De estúpidos es no ver el bachaqueo, la guerra económica, negar la guerra de clases, olvidar que existió el Caracazo o, ahorita mismo, no ver los ataques de Estados Unidos, de la oligarquía colombiana, y particularmente de Juan Manuel Santos contra Venezuela. Porque aquí se juega la soberanía de Venezuela. Entonces, calma señor Cadenas. Lo suyo es mental, diría Celia Cruz.
Tabori advierte que los psiquiatras rara vez recurren a la palabra estupidez cuando analizan un caso, y los textos se van por amplias referencias en torno a otros conceptos. “Quizás la estupidez también implica simplicidad”, comenta. Y se remite a Alexander Feldmann, discípulo de Freud. Así la estupidez no podría atribuirse a defecto del cerebro. El asunto requiere otro enfoque: El sabio busca las causa de las cosas, y el estúpido las ignora, no reconoce las conexiones lógicas que existen detrás de los hechos y de los objetos y entre ellos, agrega.
“No es la boca del hombre la que come: es el hombre que come con su boca. No camina la pierna, el hombre usa la pierna para caminar. El cerebro no piensa; se piensa con el cerebro. Si el individuo padece una falla del cerebro, si el instrumento del pensamiento es defectuoso, es natural que el propio individuo no merezca el calificativo de discreto… pero en ese caso no lo llamaremos estúpido. Sería mucho más exacto afirmar que estamos ante un idiota o un loco”.
¿Qué es, entonces, un estúpido? “El ser humano”, dice el doctor Feldmann “a quien la naturaleza ha suministrado órganos sanos, y cuyo instrumento raciocinante carece de defectos, a pesar de lo cual no sabe usarlo correctamente. El defecto reside por lo tanto, no en el instrumento”.
Tabori señala que hay hombres estúpidos con amplios conocimientos. De paso, según Ranyard West, en “Psychology and World Order” el prejuicio constituye una de las formas más notables de la estupidez. Y entonces: ¿por qué Cadenas no?
Porque en todo caso, insiste Tabori, la estupidez está en todas las organizaciones sociales. Porque lo curioso es que también existe la estupidez burocrática, y quien la ejerce repite conductas que fueron reprochables en el pasado, como hacerse rico a la sombra del Estado y creer que los demás no se dan cuenta. Los adecos y copeyanos fueron maestros. Ahora quieren volver.
Rara la estupidez. Es contagiosa. Un ejemplo es el corrupto que no explica la fortuna colosal e instantánea y quiera estar en la dirección de partido como si nada. Quien la porta puede creer que no la lleva encima. Hasta repite los vicios.
Sobre los errores políticos, eso ha sido advertido por revolucionarios bolivarianos. Y se han presentado propuestas revolucionarias para resolver los graves problemas del país. El pueblo crece y aprende.
Hágase un examen, por si acaso está metido en el tremedal de la estupidez. Y mucho más si es opositor perrorabioso de los que viaja al exterior.
¿Todavía lo duda? Vaya al médico. Peeerro.
Salud. Abajo Cadenas. Viva Venezuela y su bravo pueblo.