Un almuerzo ejecutivo en el centro de Caracas. O un cartón de huevos y una caja de leche. O un paquete de cigarrillos y cinco cervezas. Eso es lo que se puede comprar con 141,71 bolívares, el nuevo salario mínimo diario anunciado el martes por el presidente Nicolás Maduro.
Con el nuevo récord en el mes de marzo de 59,4% anual los venezolanos deben arreglárselas para lograr que sus sueldos alcancen para cubrir sus gastos, según destaca BBC Mundo en un trabajo especial sobre el nuevo salario mínimo en el país.
Maduro anunció el quinto aumento al salario mínimo en un año de mandato -y el vigesimoquinto en 15 años de «revolución bolivariana»- con el objetivo de aliviar los efectos de la inflación. En tan solo 5 años el salario mínimo pasó de estar en mayo de 2009 en 879 a los 4.251 que decretó el jefe de Gobierno la noche de este martes.
El salario mínimo mensual equivale a entre US$85 y US$675 dependiendo de la tasa de cambio que se use: 6,30 (Cencoex) o 50 bolívares (Sicad 2) por dólar respectivamente. Sin embargo, estimar la verdadera relación con respecto al dólar resulta más complicado que escoger una tasa o la otra, pues algunos rubros -sobre todos los alimenticios- son importados a 6,30, pero maquinarias e insumos para la producción agropecuaria han sido adjudicados a través del Sicad 1.
Los críticos del gobierno ven este nuevo aumento, equivalente al 30%, como una demostración de que el gobierno socialista impuesto por el fallecido Hugo Chávez no ha podido alcanzar las metas de controlar la inflación y los precios.
Pero el gobierno lo ve como una forma de «proteger al pueblo» de una inflación que, según el oficialismo, es «inducida por factores capitalistas de la derecha».
¿Alcanza?
Fabiola Moreno, una vecina de Petare y madre soltera de dos niñas de 10 y 16 años le dice a BBC Mundo que no cree que el aumento del salario mínimo sea suficiente para pagar la cesta básica.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) estima que la canasta básica alimentaria para una familia -compuesta de 50 productos alimenticios- es de 3.730 bolívares. Y la canasta básica general -que incluye otros productos y servicios- es de aproximadamente el doble, unos 7.460 bolívares, lo que representa 3.209 bolívares más que el nuevo salario mínimo.
Alrededor de 50% de los trabajadores formarles venezolanos recibe el salario mínimo, según cifras divulgadas por Chávez en 2012.
Pero Moreno, que trabaja como empleada de servicio, gana unos 7.000 bolívares, por lo que dice que -si se toman los datos del INE- le puede alcanzar. Sin embargo, la mujer de 40 años asegura que la canasta básica «debe ser mucho más alta», algo que corroboran organizaciones independientes como el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-Fvm), que la estimó en 9.986 bolívares en marzo.
Además, los datos del INE son de febrero, por lo que no incluyen los recientes aumentos de precios de algunos productos.
Devaluaciones
El gobierno informó recientemente el aumento del transporte en un 40% y la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socio-Económicos (Sundde) publicó los nuevos precios del pollo (que subió 129%), del azúcar (96%) y el arroz (32%), entre otros.
Se trata de medidas que el gobierno ha tomado para mantener un equilibrio entre los precios de los productos regulados por el Estado y la creciente inflación, que según el oficialismo es producto de la «especulación» de los grandes empresarios que se prestan para hacer «guerra económica».
De ahí la preocupación de Fabiola Moreno de que con el aumento del salario vuelvan a subir los precios, pues -como dice la teoría económica- cada vez que aumentan el salario mínimo se dispara la inflación.
«Al aumentar el salario mínimo 30% no estás aumentando la disponibilidad de los bienes y servicios 30%, lo que produce un desbalance en la oferta y la demanda que da con este espiral inflacionario que estamos viendo hace años y llegará a niveles muchos más altos e históricos», dice Ángel García Banchs, director de la consultora Econométrica.
Y añade: «Antes, mientras crecía el precio del petróleo, el gobierno podía transferir la renta petrolera a los hogares sin importar que los salarios no tuvieran poder de comprar; pero ahora, como no puede, la gente sí siente el desbalance y nos empieza a creer a los economistas«.