El politólogo traza una línea temporal, marcada por la exclusión social, para identificar conflictos históricos que aún vivimos
Oscar González Grande
Francisco Alfaro es politólogo egresado de la UCV. Además, cursó una maestría sobre Historia de Venezuela en la Ucab y un doctorado en Estudios Internacionales de Paz, Conflictos y Desarrollo en la Universidad Jaime I de Castelló en España. Y hoy se desempeña como investigador externo del Instituto de Investigaciones Históricas de la USB.
Sin embargo, al definir su oficio, explica que “para muchos trabajar por la paz es una cosa de personas come flor. Pero no hay nada más complejo que sentarte a hablar con el que no piense igual que tú. Eso implica que él entienda tu postura y tú la de él. Ceder y negociar. No aspirar a obtener el 100% de los objetivos, en aras de que el 50% del otro esté incluido”.
A su juicio, aún cuando el grado de crispación política incrementa y se agudiza la actual crisis socioeconómica, la sociedad venezolana mucho habla de paz pero no toma en serio su significado.
Razón por la que se atreve a decir que “la paz es como la prostituta de nuestros tiempos. En Venezuela todo el mundo utiliza la palabra paz, la manosea, pero la realidad es que no hay conciencia”. Atribuye esa inconsciencia al desconocimiento de lo que representa un conflicto armado y sus consecuencias.
«la sociedad venezolana mucho habla de paz pero no toma en serio su significado»
¿Cuál fue el último conflicto armado que se vivió en el país?
— Quizá, la última experiencia traumática que tuvimos en Venezuela, de esa magnitud, fue la Guerra Federal en el siglo XIX y, por supuesto, el conflicto independista. Laureano Vallenilla menciona que, en sí, se dio una guerra civil. Han habido otros conflictos, por ejemplo, el de las guerrillas en los años 60 y 70 del siglo pasado pero la mayoría de la sociedad ni se enteró.
Al no tener conciencia de esto, los políticos se aprovechan y juegan a la guerra. Exacerban la violencia, el tono discursivo y los calificativos. Apelan a la polarización, una estrategia empleada en los últimos 17 años y que al presidente Hugo Chávez le funcionó.
Pero, en el medio se encuentra una población que se enfrenta a conflictos como hacer colas; no conseguir los alimentos y medicinas que requiere; la insuficiencia de su salario; problemas con la electricidad, el agua y el trasporte; la inseguridad.
Historia de la exclusión
¿El conflicto político es una constante histórica?
— Está presente. Sin embargo, se han dado conflictos políticos que fueron inflamados por conflictos sociales. El más simbólico es la Independencia. Los criollos, dueños de las tierras, querían la autodeterminación para poder tener el control político pues ya gozaban del económico.
«Se han dado conflictos políticos que fueron inflamados por conflictos sociales»
Pero esa lucha no llega a tener verdadero apoyo hasta 1815 y 1816. Los criollos no habían entendido que existía un conflicto social que podía ayudarlos a conseguir su causa.
De hecho, primero lo entienden los realistas. Al saber que la sociedad colonial venezolana se dividía por estamentos, los peninsulares buscan apoyo en los llaneros, mulatos y demás personas que fueron excluidas y sometidas por los grandes cacaos de Venezuela.
Por eso es que los ejércitos de Juan Domingo de Monteverde, José Tomás Boves y Francisco Tomás Morales, reciben un gran apoyo de esos sectores. Le prometían y otorgaban una serie de beneficios si apoyaban al rey, en sí, le brindaban reconocimiento social.
Muchas personas dejaron de ser nadie y pasaron a tener comando de tropa; un caballo y la posibilidad de quedarse con los bienes obtenidos al saquear un pueblo.
Tras la caída de la II República, llegan esos años 15 y 16, Simón Bolívar viaja por todo el Caribe y habla con Alejandro Petión, quien tal vez le hace prender el bombillo, y se percata que si no logra alinear a la base social mestiza, que es la mayoría de la población, no iba a lograr el triunfo.
Por ende, si no me equivoco, en 1816, Bolívar declara que todos aquellos esclavos que se sumen activamente a defender con las armas la causa independentista y de la República serían personas libres.
Ahí vemos como un conflicto político se alimenta de un conflicto social producto de la exclusión, el no considerar a los esclavos como personas. Por su parte, los pardos y mulatos, si bien no eran esclavos, eran vistos como ciudadanos de segunda. Todo ese malestar se acumuló y esa fuerza se conjugó para una causa política.
Al principio mencionó la Guerra Federal como nuestra última experiencia traumática. ¿La exclusión no estuvo presente en ese momento?
— También se dio. En la Guerra Federal hubo un sector que venía de la Guerra de Independencia y que no había logrado llegar al poder, ese grupo se enmarca en el liberalismo junto al partido de la Federación, y le prometen reivindicaciones a los estratos sociales que se mantuvieron excluidos desde la época independentista. Pues, vale subrayar, la esclavitud no se abolió sino hasta 1854.
Hay un texto importante que ayuda a comprender esta realidad histórica relacionada con la exclusión: la autobiografía de José Antonio Páez. Claro, es su historia, su mirada, por lo que se debe tomar cierta distancia pero ayuda a entender.
En esas líneas hay un testimonio interesante de Pedro Camejo, Negro Primero. Él señala que un día Páez le presenta a Bolívar. Este último le pregunta por qué apoya al partido de la independencia.
Camejo responde que al ver como personas de su entorno regresaban de la guerra con dinero, ropas y caballos, decide enfilarse. Y agrega que Páez, además de hacerles ver los beneficios materiales de la guerra, les enseñó que la “diablocracia” no era nada mala, era algo bueno. Puesto que ir en contra del Rey era visto como ir en contra de Dios, por eso la independencia también era conocida como “diablocracia”.
Y esto ha pasado con los conflictos posteriores. Cuando un sector social mayoritario apoya una causa política, normalmente, lo hace porque están buscando resolver sus conflictos y ven en esa corriente la posibilidad de hacer cumplir sus necesidades.
Por eso vemos que en 1945 un bloque importante de la población apoya a AD, lo que se conoce como el Trienio Adeco; después, en 1958, la mayoría apoya ese nuevo período democrático encabezado por AD y Copei; y a partir del año 1998 se apoya al chavismo.
¿Y en estos tiempos?
— La sociedad venezolana, en 2016, tiene conflictos económicos y sociales. Algunos sectores no han logrado salir de abajo y otros han retrocedido. A la par, estamos frente a un conflicto de poderes. Situación peligrosa.
El Poder Legislativo está en manos de la oposición pero los otros cuatro poderes recaen en su antagonista.
«el juego se va a trancar»
La Asamblea Nacional (AN) representa la voluntad popular, pero no tiene poder fáctico en la ejecución de sus decisiones. Entonces, al no contar con el favor del Ejecutivo y el Judicial, los que de algún modo pueden dar el ejecútese o frenar iniciativas, el juego se va a trancar.
Ante esa ausencia de diálogo entre esos tres poderes, llegamos al punto en el que la oposición busca caminos constitucionales para cambiar de Gobierno. Y ahí lo importante es que se camine por la vía constitucional.
Es decir, ¿el referendo revocatorio?
— El revocatorio muestra mayor legitimidad pues se le consulta al pueblo. Ya en 2004, un año en que se llegó a una situación límite, se le consultó. Y el pueblo decidió. Pese a que los caminos electorales polarizan más, son caminos legales y pacíficos.
No obstante, si no se logran canalizar las expectativas que mueven a la población para convocar un revocatorio y la voluntad del pueblo es obviada, llegaríamos a una situación límite, puesto que ni la AN, ni el Ejecutivo, van a ceder.
Así pues, pese a que el país está en medio de una situación socioeconómica gravísima, no tienen pinta de ceder. Si en el pasado lo oposición no entendió que Venezuela había cambiado, hoy no lo entiende el Gobierno.
«Si en el pasado lo oposición no entendió que Venezuela había cambiado, hoy no lo entiende el Gobierno»
¿Ambos sectores han jugado a no entender?
— Al día de hoy, cada factor piensa que tiene la mayoría, que uno puede imponerse y tener la razón sobre el otro. No conciben la necesidad de negociar acuerdos mínimos para el país.
La oposición, entre 1999 hasta 2006, ensayó una serie de caminos no constitucionales que le dieron resultados terribles: Golpe de Estado, paro petrolero para forzar la salida del Presidente y el boicot a las elecciones parlamentarias de 2005.
A partir de 2006, entra de nuevo en el carril democrático. Entiende que el camino electoral, lento e institucional, es la ruta a favor de su idea política.
En ese mismo año, el Gobierno comienza a deslastrarse del hilo constitucional. A partir de ahí se habla de socialismo de siglo XXI, unión cívico militar, Estado Comunal, elementos contrarios a la Carta Magna pero que fuero aprobados como leyes por la AN.
Lo paradójico es que ambos sectores, siempre que pueden, dicen que dentro de la Constitución todo y fuera de ella nada.
«El Gobierno comienza a deslastrarse del hilo constitucional»
Cómo abordar la violencia
El conflicto político en Venezuela no es el único. ¿El conflicto social dado por la criminalidad y una violencia sanguinaria, hecho que desangra a la juventud, no genera mayores y peores consecuencias?
— Existe un problema con ese conflicto y es cómo abordarlo. Sobre ese tema, prácticamente, no hay nada escrito. En un doctorado que realicé en España pregunté al respecto y la respuesta fue: a los latinoamericanos le toca la tarea de escribir sobre eso.
¿Cómo haces para mediar en estos casos? Si te sientas con el líder de una banda, resulta que hay 100 bandas. Hablas con un pran pero hay 40 pranes. Cada uno se maneja de manera distinta, sumado a que el liderazgo de esa banda o ese pran, muchas veces, llega a ser difuso. No es claro, no se sabe quién es.
Hay experiencias preventivas como el trabajo del Sistema de Orquestas, los Jesuitas y la red social de la Iglesia. En el lado más crudo y rudo existe el Proyecto Alcatraz de la Fundación Santa Teresa que se enfocan en la reinserción de personas con problemas de violencia y delincuencia, a través de un método que llaman justicia restaurativa.
Sé de una persona que decidió insertarse en este proyecto tras ser victimario de un muchacho. Él sabía quien era la madre de la víctima y ellos lograron que esta persona se acercara a la señora. Él pidió perdón y le explicó porque mató a su hijo, aunque no tenía ni idea.
Pero el hecho de que haya conocido a la madre y ella lo perdonara, hizo que recapacitara y dejara ese mundo. ¿Y cómo entra aquí la justicia restaurativa? El fallecido le estaba construyendo una casa a su mamá que quedó inconclusa, este otro joven terminó de construirla. Y a partir de ese momento, prácticamente, ese muchacho se convirtió en el nuevo hijo de la señora.
Esto demuestra la fuerza del perdón a partir de la restauración de la víctima. La vida ya no se puede restaurar pero qué importante es que una persona acepte y diga: “Sí, yo maté a su hijo”. Y es primordial que esta experiencia se traduzca en una teoría y metodología que nos dé luces para enfrentar ese problema.