Zona de reposeros, prostitutas y malhechores en general
O.E
Corte o Tribunal. En algunos casos, sinónimos: organismo, unipersonal o colegiado, encargado de dirimir conflictos o de administrar justicia. Sin perder el sustantivo, suelen mandar sus adjetivos para el mismísimo cipote. Es decir, que en lugar de justicia, lo que administran o prodigan no son sino injusticias. Sin alusiones específicas o personales.
En la novela de Víctor Hugo, Nuestra Señora de París, Cour des Miracles, Corte de los Milagros, era una zona de la capital francesa, habitada por mendigos, ladrones, prostitutas y en general por gente de mal vivir. Recibió tal cognomento porque sus habitantes, de día, pedían limosna, fingiéndose ciegos o lisiados, pero en la noche recuperaban “milagrosamente” la salud, para comportarse como lo que eran, malandros.
Todos los criminales de París se daban cita en la zona. Tenían sus propias leyes, usos y costumbres, su propio gobierno, su propio argot. Elegían su jefe, el Gran Coësr y lo revocaban, si no resultaba lo suficientemente indecente –por lo menos eran demócratas. El Gran Coësr gobernaba a través de lugartenientes, los cagous, encargados, paradójicamente, de “educar” en la pordiosería a los futuros pordioseros.
¿Necesita usted demandar salud para un hijito enfermo? Ni se le ocurra ir a un hospital a buscar médicos o a una farmacia en procura de medicinas. Preséntese a nuestra Corte o Tribunal Supremo de los Milagros Bolivariano, para que opere el portento: una juris imprudencia dictaminará que lo blanco es negro y que la crisis humanitaria en el sector salud existe, solo, en su imaginación.
¿Es doble o triplenacional, porque además, de colombiano, venezolano (¿?) es cubano, por pelele de los hermanos Castro? ¿Es vago, chorizo, reposero, holgazán, ignaro, discapacitado mental, narco, quizás? Lo mismo da. Recurra a la Corte o Tribunal de los Milagros, para que trasmute en papable, potencial sucesor de Francisco I, candidato a una jefatura civil. O habilitado para ejercer la presidencia de Venezuela.