La participación de las víctimas se perfila como un ejercicio de ciudadanía que contribuye a combatir la impunidad y a fortalecer el sistema democrático
COFAVIC
Decenas de ideas y de proyectos conjuntos surgieron del Encuentro Nacional de Víctimas que organizó COFAVIC y que se llevó a cabo el pasado 7 de julio en la Universidad Católica Andrés Bello.
El evento fue un espacio de interacción e intercambio entre víctimas procedentes de distintos lugares del país. No hubo una única conclusión, pero sí una reflexión privó por encima de otras durante la jornada de discusión: el silencio no es una opción válida para las víctimas.
Así lo han entendido las personas que, pese al dolor de una pérdida, del miedo paralizante que pueda generar la denuncia, han optado por el camino largo de la justicia y la reparación.
Los participantes, durante el espacio de interacción, reiteraron la necesidad de que haya un sistema de justicia garante de los Derechos Humanos. Pidieron investigaciones efectivas e independientes de las denuncias que se hacen de detenciones arbitrarias, ejecuciones extrajudiciales, tortura, violencia de género. Recordaron la importancia de procurar medidas de protección adecuadas y garantías de todo tipo a la hora de denunciar.
Las víctimas también solicitaron programas continuos para la recuperación emocional y la promoción de un lenguaje de Derechos Humanos en todas las instancias de la sociedad.
Liliana Ortega, abogada fundadora de COFAVIC, organización que nació hace 27 años durante los sucesos de febrero y marzo de 1989, en el llamado Caracazo, dijo durante su intervención que las víctimas deben reconocerse como actores fundamentales de la lucha por la justicia y que su participación es fundamental en la reconstrucción de la memoria histórica de cualquier suceso.
El padre José Virtuoso, rector de la Ucab, introdujo dos elementos fundamentales en el proceso de justicia: la verdad siempre debe estar por delante en cualquier intento de reconstrucción del país, y destacó el hecho de que el encuentro de víctimas se perfile como una posibilidad más que contribuya a la reparación de Venezuela.
La investigadora y profesora universitaria, Magally Huggins, estremeció a los asistentes con su presentación. Su ponencia, con enfoque de género, movilizó, sobre todo, a los hombres que asistieron al encuentro. Algunos son víctimas directas de violaciones a los derechos humanos, otros son padres de jóvenes asesinados en distintas circunstancias. A ellos les dijo que la emoción es humana, no femenina: y que es muy importante el enfoque de género en la vida familiar. “Hay que permitirle al hombre el goce del hijo. Si vamos juntos en la calle, codo a codo, somos muchos más que dos. Eso necesita Venezuela”, reiteró.
Huggins llevó una presentación muy visual, con muchas fotos desgarradoras de madres que lloran a sus hijos muertos en la morgue de Bello Monte. Imposible mantenerse indiferente ante ese reflejo de la realidad. A los que se conmovieron, Huggins les dijo “el dolor cambia, nunca desaparece. Se aprende a vivir con él”.
La psicóloga insistió en el derecho que tienen las víctimas a elaborar y vivir su duelo. “El camino del duelo hay que transitarlo. El duelo es un derecho”, reiteró.
Por eso es tan importante y oportuna la ayuda psicológica y recordó que hay lugares en Caracas donde se ofrece en forma solidaria. “El miedo hay que asumirlo y enfrentarlo”, dijo la investigadora social.
Se refirió a la violencia como un aprendizaje y la creencia de muchos de que es una forma válida de relación entre los seres humanos y de resolución de conflictos. “La violencia debe convertirse en el tema número 1 de las organizaciones sociales”, dijo, y debe incorporarse en ese estudio a la corrupción como una forma de violencia institucional. “La violencia es el líquido amniótico de Venezuela”, señaló.
Las víctimas tuvieron la oportunidad de constituir un panel y de hablar de su participación en los procesos de justicia y reparación de sus propios casos. En efecto, la voz colectiva de las víctimas puede potenciar una suma de voluntades hasta convertirse en organización
La participación de las víctimas se perfila como un ejercicio de ciudadanía que contribuye a combatir la impunidad y a fortalecer el sistema democrático. Las víctimas han entendido que son el poder que impide sostener la historia oficial y falseada.
“Justicia no es sinónimo de venganza, sino de reconciliación”, reflexionó Liliana Ortega, mientras hacía referencia a las historias de Eloísa Barrios, miembro de una familia de Aragua de la que han sido asesinados 11 miembros; Ignacio Landaeta, un padre, también de Aragua, que perdió a dos hijos; Luis Uzcategui, activista y defensor de Falcón que pidió mantener la lucha; Alejandra Blanco, del estado Vargas, que aún espera justicia en la desaparición forzada de su esposo en 1999 e Yris Medina, fundadora de @COFAVIC, cuyo esposo fue asesinado en el Caracazo.
Todos dijeron que la clave está en mantener la lucha, en ser pacientes, en perseverar, en nunca perder la fe. Por eso en psicología se habla de la personalidad resistente, esa que suele aflorar luego de un suceso traumático, y esa ha sido la clave de las víctimas.