Los que no somos diputados debemos unirnos para cumplir el rol de la Sociedad Patriótica en 1811, ejerciendo presión sobre un Congreso timorato hasta forzarlo, con el empuje del pueblo, a tomar la decisión de salir de Maduro ya
Jesús Antonio Petit Da Costa
Una semana más con el país camino a la hecatombe, acelerando el paso hacia el destino fatal: hambruna, mengua, delincuencia y desempleo masivo, los cuatro jinetes del apocalipsis venezolano. Cada día que pasa la vida vale menos.
Lo dicen los que saben. Al final de 2016 habrá caído el PIB por quinto año consecutivo, pero esta vez al foso del menos 10% y la inflación no bajará del 700%, conjugándose ambos para que ya estemos en estanflación, una palabra inventada por los economistas para calificar la peor situación que se puede presentar, la cual equivale a terror o pánico por el peligro de muerte en un país donde no hay comida ni medicamentos y la delincuencia se desborda convirtiéndose en azote.
Sus efectos los resume Alex Vallenilla con estas palabras: “La estanflación tropical que sufre este país tiene particularidades propias.La población venezolana ve como sus salarios mensuales no alcanzan para comprar ni siquiera alimentos por una semana, además de que el flagelo de la escasez hace mucho más difícil la tarea de abastecerse. En contraparte, las empresas ven como sus ventas se desploman en términos reales, luego que el alza inflacionaria sube mucho más que la velocidad de rotación que tienen actualmente los negocios, debido a que la población no puede comprar rubros diversos por los inalcanzables precios.”
Estamos, no en una emergencia económica, sino ante una crisis humanitaria que demanda acciones urgentes y sobre todo audacia de la oposición
Todo conduce, pues, a la quiebra de las empresas y a la ruina de los ciudadanos, especialmente los pobres que ya hurgan en la basura buscando lo mínimo para sobrevivir.
En una palabra, hecatombe. La palabra maldita que define nuestro destino si no lo impedimos actuando ahora mismo.
Estamos, no en una emergencia económica, sino ante una crisis humanitaria que demanda acciones urgentes y sobre todo audacia de la oposición.
La primera, urgente e impostergable: salir de Maduro y con él liberarnos del yugo cubano y de la narcotiranía de la delincuencia organizada, sin lo cual no podremos salvarnos de la hecatombe.
Esta acción no puede seguir siendo demorada apostando a un revocatorio improbable, que debería quedar como recurso extremo si fracasaren los demás.
En una crisis humanitaria lo que está peligro no es la Constitución, ni la AN, ni la MUD, ni los políticos, sino la vida de la gente, comenzando por los pobres.
Se trata de salvarnos de la muerte a que estamos condenados por los cuatro jinetes del apocalipsis nuestro. Los primeros en caer son los pobres, y de ellos sus hijos.
Y después seguiremos los demás. Nadie escapará de la tragedia, si no se la juega ya por sí mismo y por su familia.
Le hemos propuesto a la AN salir del quietismo y de la abulia y proceder con audacia a salir de Maduro, declarando su falta absoluta así:
1) Dejando sin efectos su juramento y toma de posesión por no haber demostrado su legitimidad de origen presentando el Certificado de Nacionalidad Venezolana, por nacimiento y sin otra nacionalidad, exigido por la Ley de Nacionalidad y Ciudadanía conforme a los Arts. 41 y 227 de la Constitución.
2) Deponerlo por haber roto el orden constitucional, tal como lo declaró la propia AN y lo ratificó la OEA por medio de su Secretario General, aplicando el Art. 333 de la Constitución que ordena a la AN restablecer su vigencia efectiva.
3) Declararlo en abandono del cargo, aplicándole el Art. 233 de la Constitución, por haber delegado la función de Jefe de Gobierno en el general Vladimir Padrino López, fundada en un estado de excepción inconstitucional por no haber sido aprobado por la AN.
Una mujer valiente, la diputada por Aragua Ing. Melba Paredes, ha dado un paso trascendental en este sentido. Ha emplazado a sus colegas a debatir sobre la primera de las propuestas. Su iniciativa tendrá los efectos de tirar una piedra en un estanque, lo que eso ha sido hasta ahora la AN.
Le ha dado a los diputados varones un ejemplo de audacia, sin la cual no se saldrá de Maduro. Nos corresponde a los que no somos diputados unirnos para ejercer el rol que cumplió la Sociedad Patriótica en 1811: presionar a un Congreso timorato para que rompa las cadenas que lo atan a la tiranía y convencerlo de que, si se atreven a hacerlo, el pueblo saldrá masiva y fervorosamente a la calle a hacer ejecutar su decisión y después a celebrarla.
No tengan miedo, señores de la MUD-AN. Sigan el ejemplo de la diputada Paredes. Decídanse. Su demora es inhumana.