Maduro espera y sus pensamientos lo llevan cada día al momento en que tenga que entregarle Miraflores a alguno de los generales que presuntamente “lo apoyan”
Manuel Malaver
La tesis más socorrida -y menos estudiada- en el contexto de la enorme crisis política y económica que sacude al país, es que la dictadura de Maduro concluyó fracturada en tres fragmentos que, si bien hasta ahora coinciden en sostener al régimen, no pocas veces se refractan, trifurcan y hasta parecieran prestas a desgarrarse unas otras.
Característica inconciliable, primero, con la unicidad dictatorial y, después, con la estatocracia socialista que une violencia y centralización para reducir a un sistema diverso, disperso y adverso como el capitalismo.
Pero hablar de Chávez y el chavismo, del “Socialismo del Siglo XXI” y Maduro, es referirse a exotismos, matices y especificidades como jamás habían sucedido en la historia de los “socialismos”, y orientarse frente a ellos para descubrirlos, denunciarlos y, al final, arrollarlos, no solo ha significado tiempo, sino sufrimientos que hoy se pueden encontrar en cualquier calle de Venezuela.
Para empezar, Chávez -un militar de baja graduación- inicia su carrera política con una intentona golpista fracasada que, no obstante, le trae la sorpresa de que le proporciona una inmensa popularidad que lo coloca en la posición ideal para dar el paso siguiente: crear un partido político cívico-militar, con el cual, se involucra en una campaña electoral por la presidencia de la República que, dada la crisis económica que sufre el país, el colapso del liderazgo democrático, y sus dotes de demagogo impar, le permiten acceder a la presidencia con una votación no muy holgada, pero incontrastable.
Jugada magistral que, sin embargo, pudo significarle un paso efímero y trágico por el poder, ya que, le impuso gobernar con un establecimiento político que lo adversaba en un 70 por ciento y podía derrocarlo, constitucionalmente, en cuanto diera las primeras muestras de inconfiabilidad y debilidad, tal cual sucedió con Allende en Chile.
Pero Chávez tomó nota, se le ofreció a los náufragos del colapso del comunismo de finales de los 80 y comienzos de los 90 como el líder de un proyecto de restauración, y de ahí nació el modelo de socialismo híbrido –medio socialista, medio capitalista, medio democrático, medio dictatorial-que representó la coexistencia con factores que siempre lo enfrentaron y ahora accedieron a la mayoría absoluta del Poder Legislativo que, por lo menos, destruyeron al chavismo y al “Socialismo del Siglo XXI” como un sistema político y económico viable, exportable y con futuro.
Maduro espera el momento en que tenga que entregar Miraflores a algún general que presuntamente lo apoya
Quiere decir que, con Chávez desaparece el sistema de dictadura socialista centralista, de poder único y excluyente, totalitaria e hiperpersonalista, y nace el híbrido, que permite una cierta pluralidad, pero mientras garantice una mutilación progresiva de los poderes públicos y de la sociedad civil, para que, al final, se arribe al comunismo de siempre, al leninista, estalinista y castrista.
El régimen, entonces, se mantiene a través de un liderazgo carismático que, en cuanto no crea estructuras, fuerzas orgánicas, ni jerarquizadas, conducen a una anarquía reglada, no solo dentro, sino fuera del gobierno, como resultaron ser los colectivos, los pranes y los distintos carteles de narcotraficantes que se hacen uno con el poder.
Es, lo que podríamos llamar, una variante o tendencia post moderna del marxismo y el socialismo clásicos, ortodoxas, que ahora renuncia a los dogmas para pescar todo cuanto pueda serle útil, sin importar su naturaleza y destino, y usarlos como aportes que confundan, dispersen y pierdan a los enemigos y opositores que siempre se encontrarán con fantasmas en los que nunca pensaron, ni imaginaron.
Versión de la política, la realidad y la vida que podía convenir y ser aprovechada por un líder fuerte y carismático como Chávez, pero no por el débil, desangelado y voluminoso Maduro, el cual, ha llevado la anarquía al extremo de que, el mismo “Poder Ejecutivo” está dividido en tres cabezas, o cadenas de mando que, pueden ubicarse entre Padrino López, Diosdado Cabello y Néstor Reverol.
En otras palabras que, Maduro es una brizna a la deriva entre fuerzas que tienen agenda propia, y que, solo se mantienen unidos en torno suyo hasta tanto las circunstancias indiquen que llegó la hora de tirar su cabeza a los leones, como se despacha a los que llegan al poder por el simple influjo de la fortuna, y una vez llegados, no hacen nada para brillar aunque solo sea por una mínima llama de luz propia.
Una nulidad absoluta y sin remisión, con una bolsa en la mano para comprar lealtades y, por lo tanto, tolerado con el desprecio de quienes ignoran que, forjarse un liderazgo requiere algo más que dólares, amenazas y cadenas de radio y televisión.
Reverol no dudaría en enfrentar a cualquier otra fuerza política y militar adversa
¿Pero quiénes son estos dueños reales del poder en Venezuela y en qué medida se alían, se enfrentan, marcan, desmarcan y se unen para mantener la ficción de un presidente llamado, Maduro?
Empezaremos por el general, Vladimir Padrino López, un sobreviviente del chavismo temprano, puesto que, se cuenta que participó en la intentona golpista del 4 de febrero del 92, pero sin que tal delito le acarreara ningún tipo de perjuicio con la “Cuarta”, pudiendo continuar su carrera con la “Quinta”, aunque sin distinguirse en nada notable en una y otra República y, solo por descarte, acceder al ministro de la Defensa por decisión de Maduro en el primer semestre del 2014.
En el ministeriato, Padrino López, no se ha apartado de su línea de compromiso blando, medio, suave, si bien, llegado el caso, puede gritar que es chavista “patria o muerte” y deslizar que fue el factor fundamental para que los resultados del 6D no fueran desconocidos por los duros del “chavismo” y el “madurismo”.
Sería el jefe de la mayoría de oficiales de la FAN, de los partidarios de la democracia y la institucionalidad, así como de los chavistas descontentos con Maduro y Cabello y que promueven la tesis de que, el legado del “Comandante Eterno” no puede hundirse por la incompetencia y la corrupción que emblematizan un indocumentado y un militar retirado y de baja graduación.
Pero de Padrino López también se dice que es un oficial cercano a Henry Ramos, Antonio Ledezma y Henrique Capriles, que considera que uno de los tres debe ser el presidente de la transición y que ha prometido que, si la oposición impone el Revocatorio en la calle, él lo impondrá en la FAN.
Un firme candidato, en definitiva, a la presidencia de la República, pues dirigiéndose el actual atasco que vive la República a una situación irresoluble, ningún candidato más indicado para destrabar el juego que “el presidente” Padrino López.
Seguiríamos, en orden de poder de fuego, con el capitán, Diosdado Cabello, una caja o sonaja de odios, puesto que, viene de todas las frustraciones, siendo engañado por el hombre del cual lo esperó todo, Chávez, y para colmo, desalojado por la oposición de la presidencia de la AN en las elecciones del 6D y objeto de todo tipo de burlas y sarcasmos que se traga sin deglutir.
En un tiempo, ya lejano, jefe, por decisión de Chávez de las promociones del Ejército que lo secundaron en la intentona golpista del 4F, ahora en el generalato, el CEO y el Alto Mando, pero sin que pueda precisarse qué influencia puede mantener entre los mismos un capitán sin tropa, partido, ideología, ni moral.
Aparentemente un aliado o defensor de Maduro, pero, en realidad, un pescador en río revuelto que promueve el caos, la venganza y la violencia porque de ahí surgiría su dictadura personal.
Pero ¿con quién? ¿Puede decirse que Cabello cuente con fichas en la alta, media y baja oficialidad para emprender una aventura en la que fracasó Chávez y él, simplemente, podría quedar más descolocado que el coronel, Tejero de España, o el general, Noriega de Panamá?.
Hay información proveniente de la FAN que lo niega de plano, pero hay quien dice que aún podría quedarle influencia entre tenientes coroneles, tenientes y capitanes que comandan batallones y por ahí podría venir el zarpazo, pero la generalidad de las opiniones coincide en que es un mariscal del odio, el resentimiento y el despecho, cuyas órdenes mueren en un programucho de televisión que conduce los miércoles por el canal 8.
Hablemos ahora del general, Néstor Reverol, recién defenestrado de la Comandancia General de la GNB, frustrado ministro de la Defensa, ultimo general de alto rango incluido por recibir sobornos del narcotráfico en la lista Clinton de los Estados Unidos y nombrado hace unas semanas por Maduro ministro del Interior y Justicia.
Pero jefe, junto con el general, Antonio Benavides Torres, de las fuerzas de choques de la GNB, auténticos batallones entrenados por los cubanos con licencia para matar, y en realidad, la única fuerza militar con que cuenta Maduro y podría salir a jugárselas en su defensa.
En otras palabras que, Reverol, es el comandante en jefe del madurismo militar y un ave de presa que, no dudaría en enfrentar a cualquier otra fuerza política y militar adversa –la oposición incluída- si se atreve a insurgir contra el hombre al cual le debe fortuna, protección y sobrevivencia.
Entre tanto, Maduro espera y sus pensamientos lo llevan cada día al momento en que tenga que entregarle Miraflores a alguno de los generales que presuntamente “lo apoyan”.
Claro, si la oposición no se apura.