Buscan sembrar la desmoralización, la anomia política, en su empeño, por demás fallido, de castrar el espíritu de lucha
José Rafael López Padrino
Una de las características distintivas del proyecto socialfascista bolivariano ha sido imponer un discurso de desesperanza basado en la mentira, el miedo, el odio y el terror.
En la retórica del bandidaje bolivariano priva la falacia, el llamamiento a la violencia, la amenaza, la apología a la fuerza militar para inducir el desaliento en la población.
Basta con escuchar al iletrado Maduro o al milico de Cabello para comprender lo siniestro de sus discursos. Recurren al goebbelianismo a fin de manipular emocionalmente a las masas.
En su esfuerzo por impulsar su proyecto antidemocrático, el socialfascismo bolivariano apela a la repetición sistematizada de un discurso basado en la falacia y el desaliento, con el objetivo de sembrar el conformismo y la derrota en el seno de la nueva mayoría política del país, y fortalecer su desmoralizada y escuálida militancia.
Repiten al calco los principios goebbelianos de la simplicidad y la repetición. Goebbels fue el Ministro de Educación Popular y Propaganda del régimen de Adolf Hitler.
Con mano de hierro condujo todo el aparato mediático estatal no permitiendo voces disidentes, y plasmó un mensaje único que fue transmitido hasta el cansancio por los medios de entonces, (cine, radio, teatro, y pensa).
El socialfascismo bolivariano se empeña en retorcer la verdad e imponernos una desesperanza autoritaria y represiva
Goebbels supo crear una estigmatización de los “enemigos” del nazismo en la mente de la sociedad alemana, fomentando el odio hacia los “diferentes” como una de sus armas centrales, mintiendo y convenciendo sin ninguna clase de pudor sobre cosas muy alejadas de la realidad.
Hoy vemos como los voceros del socialfascismo bolivariano, en su afán de buscar desesperadamente sobrevivir a la crisis y postergar la realización del referéndum revocatorio, no ahorran en utilizar las antiguas estrategias propagandísticas del viejo Goebbels.
Difunden la falacia, manipulan la realidad, siembran el odio, excluyen, y reprimen. Basta escuchar a Jorge Rodríguez declarar a los medios de comunicación: “No habrá referéndum revocatorio en el 2016, ni en el 2017”; o al sargentón de Cabello: “Vamos a despedir a los empleados públicos que firmaron el referéndum revocatorio” para retrotraernos a los principios goebbelianos.
Lamentablemente, algunos venezolanos. por ingenuidad o por responder a agendas políticas muy personales, repiten dicho libreto transformándose en propagandistas involuntarios del régimen.
A través del monopolio de los medios de comunicación y mediante la censura férrea el régimen del anémico intelectual de Maduro ha impuesto una perversa propaganda emocional destinada a influenciar el pensamiento y el comportamiento del venezolano común.
El socialfascismo bolivariano representa la desesperanza, la pobreza, la violencia, la opresión y la muerte
Buscan sembrar la desmoralización, la anomia política, en su empeño, por demás fallido, de castrar el espíritu de lucha que reina entre la mayoría de los venezolanos.
Intentan inundarnos de desaliento para arrebatarnos la esperanza de tener un futuro mejor.
Prueba de ello fue la infausta rueda de prensa de Tibisay Lucena, la presidenta del lenocinio del Consejo Nacional Electoral, así como las diversas declaraciones de los demás voceros de la escatología oficialista.
Eso es lo que vemos en el desagüe de excretas de VTV y demás medios televisivos controlados por el Estado, eso es lo que leemos en el diario “Últimas Noticias”, una especie de “Volkischer Beobachter” (diario alemán al servicio de la causa nazi), una verdadera letrina encargada de publicitar todas las mentiras y manipulaciones del régimen sin ninguna ética periodística.
Da pena ajena ver a un Eliazar Díaz Rangel devenido en un periodista de alcantarilla.
Es realmente sorprendente ver lo vigente que sigue hoy en día este decálogo creado por Goebbels en el siglo pasado, ahora rector de la política comunicacional del régimen del ungido Maduro.
Estamos ante el resurgimiento del viejo nazi-fascismo del siglo XX encarnado en el socialfascismo bolivariano del siglo XXI.
Proyecto que ha hecho de la propaganda, al igual que sus antecesores ideológicos del siglo pasado, una siniestra arma política en su empeño por imponernos un proyecto antidemocrático-militarista y opresor que ha suprimido derechos y conquistas sociales, militarizado el país, entregado nuestra riquezas al capital transnacional (empresas mixtas, Arco Minero del Orinoco), violando sistemáticamente los derechos humanos.
Proyecto que además exalta un patrioterismo ramplón, promueve una violencia parahamponil y busca eliminar militarmente a la disidencia política (enemigo interno).
El socialfascismo bolivariano se empeña en retorcer la verdad e imponernos una desesperanza autoritaria y represiva.
En el marco de esta atmósfera de pesimismo que el régimen desea imponernos, hay que gritar a viva voz: dejarnos arrebatar la esperanza sería imperdonable.
Sería una claudicación de la cual históricamente ningún pueblo ha podido reponerse.
El socialfascismo bolivariano representa la desesperanza, la pobreza, la violencia, la opresión y la muerte.