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“La depresión chavista” no parece tener fin

Los venezolanos buscan con desesperación el fin de la crisis en el horizonte así como se busca la luz al final del túnel. La dura verdad es que la mengua continúa, pero ha perdido velocidad


Andreina García Reina

El deterioro económico que ha sufrido Venezuela desde 2013 es inédito en la historia reciente del país. Desde el chavismo se responsabiliza a la volatilidad de los precios del petróleo y la caída libre que experimentó la cesta venezolana desde el año 2014, cuando bajó de alrededor de $100 a menos de $40. En contraposición, muchos economistas de diversas corrientes habían estado denunciando y avizorando la profunda crisis desde 2012, cuando aún el precio del petróleo superaba la centena de verdes americanos.

Entre 2013 y 2016 una galopante inflación, altos índices de escasez y una pérdida inigualable del poder de compra del salario de los trabajadores —todo junto y a un ritmo vertiginoso— han dejado al venezolano un poco atolondrado y sin entender cómo es que lo que gana, tras 13 aumentos del salario mínimo, apenas le alcanza para comprar la mitad de la Canasta Alimentaria Normativa (CAN), según datos de la firma de análisis económico Econométrica.

Pero el panorama es aún más grave si se toma como referencia la Canasta Alimentaria Familiar del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FMV), que se situó en Bs. 383.925,20 durante el mes de agosto de 2016. Un salario mínimo integral (Bs. 65.056 a partir del 1 de septiembre de 2016) solo alcanza para comprar 16,94% de la canasta de agosto, cuando aún el último aumento salarial no estaba vigente y un trabajador requería de cerca de 18 salarios mínimos para cubrir la canasta de una familia de cinco miembros.

Las 350.000 empresas que quedan activas en el país experimenten graves dificultades para mantenerse operativas

La Encuesta de Condiciones de Vida de 2015 revela que el venezolano ha adoptado una dieta de supervivencia y ha eliminado proteínas, vegetales y verduras de sus platos porque sus ingresos no le alcanzan. Por otra parte, la Encovi estima que más de tres millones de venezolanos comen entre una y dos veces al día y que cerca de 81% de la población presenta algún nivel de pobreza.

Con esta perspectiva no es de extrañarse que la caída del consumo privado ronde 26%, según cifras de Econométrica, y que las 350.000 empresas que quedan activas en el país experimenten graves dificultades para mantenerse operativas, debido a los controles de precio, de cambio y la escasez de materia prima.

Ante la dura situación económica y entre denuncias del incremento de venezolanos alimentándose de la basura y el pronóstico de cerrar 2016 con una inflación cercana al 700%, según el Fondo Monetario Internacional, el país entero se pregunta si será capaz de aguantar más deterioro.

El dólar barato se acabó

Para los estratos con mayores ingresos, la aparición de productos básicos como pasta, arroz, azúcar, harina de trigo, detergentes y desodorantes en bodegones y supermercados parece una buena señal, pese a que están marcados a precios por encima del estándar internacional.

La estabilidad del dólar negro en los últimos meses, en torno a los mil bolívares por cada divisa, también ha sido interpretada como buen augurio por la clase empresarial. Sin embargo, las colas por los productos regulados son cada día más largas, ante las miradas atónitas de una población que vive entre pasar horas para conseguir alimentos o pagar la comida en un mercado dolarizado, similar al de las ciudades más costosas del mundo.

Para el economista y director de Econométrica Ángel García Banchs —ponente el en foro “¿Ya pasó lo peor?”, organizado por la misma firma— la distorsión que se vive en el país hizo que en 2015 una familia de clase media de cinco integrantes viviera holgadamente con $100. “Hoy con $400 o $500 no se vive igual que con los Bs 67.000 que costaban $100 el año pasado”, afirma.

De acuerdo a su análisis, “ya el dólar barato se acabó”, así como la sobrevaloración cambiaria producto de la alta renta petrolera y el populismo petrolero que le otorgaba un poder de compra artificial a los trabajadores. A su juicio, es el momento para que las empresas se hagan más productivas y competitivas: en el país, de cada cuatro bolívares del Producto Interno Bruto, tres se iban a las ganancias.

De acuerdo al doctor en economía, la inflación de Venezuela entre 1950 y 1974 fue la más baja del mundo. Todo cambió cuando ocurrió la “financierización” del petróleo y otros “commodities” en los mercados internacionales y su precio se hizo volátil, dejando de depender del esfuerzo productivo de la industria. “La renta no es producto del esfuerzo productivo de los venezolanos”, explica y deja claro que cualquier aumento salarial superior a los mecanismos de productividad genera inflación.

Se han dejado de producir cerca de un millón de barriles en el país

Para García Banchs el dólar paralelo, que ha estado dando el compás a la economía venezolana, no subirá más sino que tenderá a bajar, independientemente de si se legaliza o no el dólar negro, pues “viene un proceso de escasez de bolívares en términos reales”.

Otra escalada inflacionaria

El economista y director de Econométrica Francisco Ibarra Bravo, también ponente del mismo foro, asegura que gran parte de lo que ocurre en el país se debe al colapso del consumo a niveles similares a los del año 2005; en concreto se registra una caída de 26%. “Este modelo no se agotó, se acabó. No nos llevó a ningún lado y no volverá”, precisa.

Según sus estimaciones, la inflación de bienes está por el orden de 1.200%, mientras que la de servicios se mantiene por debajo de 200%. “Es poco probable un ajuste a la baja de los precios por la enorme inflación subyacente en el sector servicios”, explica y destaca que no cree que el nivel de los precios cambie fuera del marcador del cambio paralelo.

Para Ibarra no hay en el panorama una dinámica de estabilización de precios ni la certeza del precio del dólar, porque “el financiamiento monetario aumentará y eso mantendrá los niveles de precios actuales”. También explica que la recaudación del Seniat cubre menos parte del gasto público, porque se ubica en menos de 6 millones de salarios mínimos.

Aunque la escasez ha mejorado ligeramente, las importaciones, que hoy representan 74% de las de 2012, seguirán contrayéndose por la falta de divisas.

La depresión chavista

Para Francisco Ibarra Bravo, los venezolanos no van a ver un momento económico peor que el de hoy. “Éste es el peor desempeño económico en la historia del país. Es la depresión chavista”, señala.

La crisis económica que atraviesa Venezuela no parece tener fin ni una resolución que vaya divorciada de la crisis política, de acuerdo a Henkel García. “La crisis se ha prolongado más de lo esperado y ya los problemas a largo plazo no se pueden seguir relegando”, reflexiona.

A juicio del economista y también director de Econométrica, el hecho de que el dólar paralelo se haya anclado a un precio cercano a los Bs. 1.000 y que hayan aparecido algunos bienes escasos mucho más caros son señales de que el deterioro económico quizás ha ralentizado su ritmo. “Hay que aclarar, porque uno dice que el ritmo va a ser menor y eso podría considerarse como una mejora, pero no. El ritmo del empeoramiento es menor. Eso significa que los problemas de escasez, una inflación altísima y la pérdida del poder de compra van a continuar y podrían hacerse incluso un poco más drásticos”.

Para García Banchs, que reveló que un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional está a la espera de un cambio político en el país, el chavismo al final ha hecho un gran servicio al país “al acabar con el populismo petrolero por exacerbación” y, por consecuencia, “el madurismo hizo el servicio de acabar con el chavismo”.


Sequía de divisas

La caída del precio del petróleo, que representa más de 93% de los ingresos del país, no es la única razón que explica la sequía de divisas, de acuerdo al también doctor en economía Orlando Ochoa.

A la baja del costo de la cesta venezolana se le suma la disminución de la producción petrolera del país. En los últimos años, debido a la falta de mantenimiento y de inversión oportuna, se han dejado de producir cerca de un millón de barriles. Ochoa destaca que se registra una caída de las exportaciones de los crudos medianos y livianos y pese a que la exportación de crudos pesados y extrapesados tuvo un repunte, también cayó porque no hay efectivo disponible para importar los crudos livianos que usan Venezuela y Canadá para mezclar con los crudos pesados.

A su juicio, con una producción como la actual, situada alrededor de los 2.500.000 barriles, a un precio promedio de $33,50 no alcanza para cubrir los compromisos económicos del país.

García Banchs, por su parte, agrega otra razón a la sequía de divisas: la mafia, que otorga a dedo a Bs. 10 cerca de 80% de los dólares que entran al país.