La plaga que pone en riesgo a la Revolución Bolivariana no es el marxismo, sino el burocratismo, la corrupción y la nueva burguesía que corre por sus venas.
Se entiende por polarización el proceso por el cual en una sociedad, originariamente indiferenciada, se establecen características o rasgos distintivos que determinan la aparición en ella, de dos o más zonas mutuamente excluyentes llamadas polos. Desde su asunción al poder, Hugo Chávez sostuvo una política de Estado que crecientemente promovió el establecimiento de un nuevo orden político, económico, ideológico y social en Venezuela.
Sin embargo, la trágica muerte de Chávez ha reactivado los peligros de un súbito retorno al régimen prechavista pues una crisis económica inducida ha generado estragos en amplios sectores de la población así como la violencia política en diversas modalidades ha menoscabado la paz democrática del pueblo venezolano.
Frente al daño producido, muchos se replantean sus convicciones políticas en un intento desesperado por no enfadar más a sus enemigos y tal vez ganarse su piedad. Hoy empresarios que dejan al pueblo sin comida se reúnen con altos burócratas y exigen la entrega de más dólares para seguir estafando y destruyendo la economía nacional. Algo tenemos que hacer contra quienes han puesto la revolución en subasta para su entrega al mejor postor.
Para gobernar en paz, la clave no puede ser renunciar a nuestra identidad de clase y hacer creer que en Venezuela no existen diferencias sociales, lo acertado es mostrarle al pueblo que el verdadero proceso de revolución popular es aquel que abre camino para que todos alcancen la prosperidad social con la autoridad de la mayoría y el respeto a las minorías.
La revolución popular debe aumentar su base social de apoyo sin disfrazarse de «chavismo light» ni convertirse en eunuco ideológico (ni izquierda ni derecha). Si es posible lograr diez millones de simpatizantes o mucho más necesidad de abandonar la doctrina socialista y sobre todo llevarla a la práctica, siempre y cuando con los hechos claramente demostremos que socialismo es inclusión social y garantía de progreso y oportunidades a través del trabajo humano. La plaga que pone en riesgo a la Revolución Bolivariana no es el marxismo, sino el burocratismo, la corrupción y la nueva burguesía que corre por sus venas.
En este contexto, la polarización permite caracterizar a los explotadores y explotados del país, por consiguiente facilita crear conciencia en la mayoría de los explotados para que respalden efectivamente la Revolución Bolivariana y se materialice la anhelada profundización de la igualdad social. No obstante este objetivo se ve severamente perturbado por una matriz de opinión pública la cual señala que en varias instancias del poder revolucionario hay gestiones poco eficaces, burocratistas y divorciadas del proyecto socialista.
El gran peligro es que la dirigencia socialista, insistimos, se convierta en nueva burguesía y contra esa manifestación de degradación serán válidas todas las formas de lucha; porque si la vanguardia se burocratiza o se aburguesa y empieza a parecerse al tradicional enemigo de clase, entonces ante el pueblo se desvanece la diferenciación entre capitalistas de la cuarta república y los emergentes de la quinta. Si todo sigue así pudiera no hallarse diferencia entre Fedecámaras y sectores de la dirigencia revolucionaria, nacional, estadal y municipal; y el pueblo se rebelará contra el maltrato de ambos conglomerados políticos.
De allí que las guarimbas no sean únicamente una operación violenta sino también una expresión primitiva frente a la profunda crisis socioeconómica actual. La mala polarización embrutece pero la buena polarización basada entre venezolanos honestos que le hacen oposición a los corruptos, nos conducirá a la hegemonía de la igualdad social, es aquella que se fundamenta en el buen ejemplo y permite que la masa popular se identifique, se sienta incluida y se abrace con la revolución al percibir que el socialismo bolivariano es su alternativa de mejor calidad de vida porque los resultados así lo demuestran. Cumplida la correcta polarización, no habrá empate técnico en venideras elecciones y una robusta mayoría popular se pronunciará a favor de la opción política que de verdad los reivindica.