No habrá fuerza policial ni militar que contenga a millones de venezolanos en la calle presionando la caída de la dictadura
Humberto González Briceño
Ya a estas alturas nadie duda que la estrategia del régimen es tratar de liquidar el referéndum revocatorio, de ser posible, sin mancharse las manos. Para esto ha implementado una estrategia para desmotivar y desalentar a la oposición.
Todas las medidas represivas y las sentencias judiciales fraudulentas buscan ejercer una presión para persuadir al país que el régimen es de cualquier forma inevitable. Se busca consolidar la idea que no importa lo que haga la sociedad el régimen siempre tendrá los mecanismos para imponerse.
Parte de esta estrategia ha sido mantener en suspenso la decisión de cancelar o no definitivamente el revocatorio. Pero mientras se mantiene esta amenaza el gobierno va produciendo otras medidas que al mismo tiempo la hagan creíble y en forma substancial disminuya las posibilidades de la oposición.
La sentencia del TSJ ordenando contar el 20% de las firmas por cada estado y no a nivel nacional no es una suspensión directa del revocatorio. Más bien se trata de un cambio inconstitucional abrupto de las reglas de juego para hacer prácticamente imposible lograr el objetivo. De darse el supuesto ilegal planteado por el TSJ el régimen tendría un argumento pseudo legal para explicar por qué no habría revocatorio.
Con la misma lógica el CNE ha creado todo un complejo entramado de normas técnicas para impedir que se logre el 20% de las firmas que activen el revocatorio. La limitación de la cantidad de máquinas captahuellas, su ubicación en zonas inhóspitas e inseguras y las restricciones del horario forman parte de esa estrategia.
En ambos casos, de cumplirse los supuestos planteados por el régimen la dictadura procedería a suspender el proceso revocatorio por no haberse logrado los requisitos, que ya de antemano se sabía eran casi imposibles de cumplir.
Al régimen aún le quedan días y medidas debajo de la manga para conspirar contra el revocatorio antes del 26 de octubre. Pero aún en el supuesto de que decidiera suspenderlo antes de la recolección de firmas sería inevitable que millones de venezolanos de todas formas tomen la calle el 26, 27 y 28 de octubre para protestar la decisión.
Esto, sumado a la presión de la comunidad internacional, podría dar al traste con lo poco que queda de gobierno en cuestión de días.
De la misma manera, si el gobierno permite que se recojan las firmas, la sola imagen de millones y millones de venezolanos haciendo cola para revocar a la dictadura le darían legitimidad al reclamo para derrocar al régimen en forma expedita y convocar inevitablemente el revocatorio este año, más allá de manipulaciones y tecnicismos.
En cualquier caso no habrá fuerza policial ni militar que contenga a millones de venezolanos durante esos tres días movilizados en la calle presionando la caída de la dictadura. De una u otra forma será la inocultable imagen de un acto masivo de rebelión ciudadana que el régimen no podrá ignorar.